Ana María Ibarra
Después de pasar su vida en el alcoholismo, José Raúl Herrera se convirtió en ministro extraordinario de la Comunión. Su amor por la Eucaristía le ha dado la fortaleza para mantenerse sobrio y sobrellevar la muerte de su esposa.
José Raúl cumplirá 20 años de sobriedad y quiso compartir su testimonio con Presencia y con la comunidad diocesana.
Cayó en el abismo
Si bien José Raúl fue activo en la Iglesia, pues participó en grupos juveniles y en Cursillos de Cristiandad, poco tiempo después de casarse se retiró de todo servicio. Y fue justo en ese momento cuando comenzó su vida en el alcoholismo.
“Comencé como todos, con dos cervezas, hasta volverme un alcohólico. Tomaba todos los días. Al principio con amigos, pero después comencé a tomar solo. Me gustaba andar solo en el centro y meterme a las cantinas”, compartió José Raúl.
Conforme avanzó su problema con el alcohol, el entrevistado dijo haber tenido alucinaciones e incluso llegar al grado de recorrer la ciudad sin recordar cómo.
“Fueron bastantes años los que duré retirado de la Iglesia y metido en el alcohol. No iba a misa, pero llevé mis hijas a bautizar. En una ocasión fui padrino de bautizo y me presenté tomado. Así duré bastante tiempo”, recordó.
Llamado al cambio
En cierto momento, José Raúl sintió morirse a causa del alcohol y pensó en dejar de tomar, sin embargo, no lo hizo tajantemente, aunque disminuyó la ingesta de bebidas embriagantes.
“Fue durante la fiesta de la quinceañera de mi hija cuando tomé bastante y sentí morirme. A los pocos días de eso, fui al centro y al entrar a una cantina para tomar unas cervezas, no me cayó bien. Tomé dos, pero la tercera ya no la pude terminar. Llegué a la casa y le llamé al padre Hugo Muñoz, que era párroco de San Lucas”, compartió.
Para José Raúl fue larga la espera, ya que el sacerdote le dio cita para dos días después. Llegado el día, el hombre se hizo acompañar por su esposa, quien era la más interesada en que su marido dejara de tomar, aunque él nunca fue violento con su familia.
“Mi esposa no estaba contenta con que tomara, pero nunca tuvimos un problema por eso. Nunca le puse la mano encima”, señaló.
En esa entrevista con el sacerdote, José Raúl y su esposa fueron invitados a un grupo de matrimonios.
“No recuerdo lo que platicamos, lo único que recuerdo es que mi intención era integrarme a la Iglesia para tomar menos. No sé qué me diría, pero de ahí en adelante ya no tomé y nos quedamos a servir. Le agradezco al padre Hugo por dejar actuar a Dios a través de él”.
Ayuda de Jesús Eucaristía
El entrevistado reconoció que no fue fácil vivir sin tomar, y aunque nunca recayó, tuvo que asistir a terapias con psicólogos y médicos.
“Después de muchos años de tomar, dejar la bebida de pronto me hizo daño”, dijo.
Ya integrados al servicio parroquial, José Raúl y su esposa fueron invitados a ser ministros extraordinarios de la Comunión, lo que para ellos fue una bendición.
“Estar tan cerca de Jesús Eucaristía me ha ayudado a mantenerme sobrio. No podemos ir a la Eucaristía y seguir siendo igual”, expresó.
En ese proceso, el padre Hugo le dio a José Raúl las llaves del templo para que cuando se sintiera mal, acudiera ante Jesús en el Sagrario.
“Eso me ayudó mucho. Varias veces iba y me hincaba ante Jesús y salía fortalecido”, señaló.
José y su esposa sirvieron como ministros de comunión trece años.
“Estoy agradecido con la comunidad. Dios me ha puesto los medios: un sacerdote, una comunidad y una esposa para lograr la sobriedad, por eso cuando ella murió me llegó el remordimiento”.
Cabe señalar que la esposa de José Raúl falleció en noviembre del 2020 a causa de COVID 19.
“El padre Daniel, de la parroquia San Marcos, me dijo que no estuvo bien que viviera tanto tiempo con el alcoholismo, pero que pensara que, a través de mí, con todos mis pecados, fui parte de la santidad de mi esposa”.
Así, consciente de que fue Dios quien lo sacó de esa situación, José Raúl nunca ha sentido la necesidad ni el deseo de volver a tomar.
Se me pone la piel chinita al llevar la Eucaristía
Al morir su esposa, José Raúl decidió dejar el servicio como ministro de eucaristía, pues en esos trece años siempre fueron juntos él y su esposa a visitar enfermos.
“Íbamos como pareja sirviendo a la Iglesia. Antes de visitar a los enfermos platicábamos y hacíamos oración. Ella falleció siendo ministro”, reocrdó nostálgico.
Pero hoy José Raúl apoya al padre Oscar González, párroco de San Lucas, con celebraciones de la Palabra en algunas capillas, a donde lleva la Eucaristía.
“En Santa Bernardita no hay Sagrario, es una capilla que apenas se está construyendo y hay que llevar las formas ya consagradas. Es una gran emoción la que siento al traer conmigo a Jesús Eucaristía cuando voy a la capilla. Se me pone la piel chinita y me pregunto ¿quién soy para llevarlo a mi lado?”
¿Quién soy yo?
Para el entrevistado, la presencia de Jesús Eucaristía ha sido clave para no sentirse solo y lo ha acompañado siempre en momentos difíciles. Es por eso que compara su vida con la del Hijo Prodigo, pues después de tantos años alejado, regresó y fue recibido con inmenso amor.
“Cuando voy a comulgar siento la misma emoción de siempre y se me salen las lágrimas. Es una riqueza que tenemos los católicos y no valoramos le Eucaristía. Al dar la Comunión se me sigue erizando la piel y vuelvo a preguntar ¿quién soy yo para que se haya fijado en mí?”.
Con su testimonio, José Raúl quiere dejar en el corazón de quien lo lea, que ir a Jesús Eucaristía es el mejor lugar para fortalecerse y que se debe reconocer en todo momento su presencia.
“Nos falta tener fe en Jesús Eucaristía. Dios está con nosotros, solo debemos acercarnos más para ver los milagros que hace en nuestras vidas. Debemos estar convencidos de que todo lo que nos pase es por obra de Dios. Como católicos estamos ricos de tener la Eucaristía, tenemos un gran tesoro”, finalizó.