Ana María Ibarra
El padre Felipe de Jesús Juárez, asesor de la Pastoral de la Salud en la diócesis local, compartió su experiencia en el auxilio espiritual que da a los enfermos agonizantes.
Gracia de Dios
Dijo que al estar en un estado de agonía, es la familia la que busca al sacerdote para la unción de los enfermos y a través de este sacramento se busca el perdón de los pecados del moribundo.
«Suponemos que la persona tiene la voluntad o el sentido de haberse arrepentido de lo que haya vivido para que haga efecto la gracia. Si nos apegamos a un pecado no habrá perdón y el alma quedará ligada a ese pecado. Sin embargo, damos en buena fe el sacramento esperando que tenga el efecto de la gracia”, explicó.
Para el sacerdote, esto es lo más difícil en la atención a enfermos.
«Ver a un enfermo en terapia intensiva o en su cuarto en agonía, es un momento muy duro para la familia y es la cuestión más crítica. Sabemos que la gracia es la gracia y es Dios quien actúa”.
Compartió que ha acompañado a algunas personas cercanas o miembros de la comunidad, en los momentos difíciles de la muerte.
“Cuando era seminarista hacía apostolado en el hospital. Junto con una dama vicentina me tocó acompañar a una familia cuando su ser querido partía. Es una experiencia fuerte. Oramos con ellos para que Dios les diera fortaleza”, compartió el padre Felipe.
Con o sin fe
Agregó que en esos momentos es difícil que los familiares escuchen, por el trance que están pasando.
“Las personas de fe pasan ese trance en paz, aunque es tan doloroso y fuerte, no pierden la esperanza. En cambio, los que no tienen su fe en roca firme, se les ve la desesperación y el llanto, porque sienten que se acabó todo, cuando para nosotros está la Vida Eterna”, compartió.
Añadió que, así como Jesús pasó por el calvario, el ser humano pasará por la partida que corresponde en su momento.
“Hay quien reclama a Dios en ese momento, y hay quien asume con abnegación y amor despidiéndose del ser querido. El Señor está presente también en ese momento y es la fe la que nos lo hace entender”.
Señaló que es después de la muerte del familiar cuando se busca el acompañamiento espiritual, pues sienten que necesitan resolver ciclos que quedaron abiertos.
Auxilio espiritual
Por otra parte, añadió, el auxilio espiritual se le otorga a todo enfermo por solicitud de sus familias, sin embargo, la mayoría de las veces no se sabe si el paciente desea esa atención.
“Sin juzgar la vida de nadie, se puede uno percatar que la vida que el enfermo llevó, no era acorde a la fe. Eso solo Dios puede juzgar”.
Y como ejemplo, recordó que en una ocasión fue llamado a asistir en terapia intensiva a un enfermo con un tatuaje de la “santa muerte”.
“Solo Dios sabe realmente lo que lleva el alma, si se arrepintió, si solo fue un error en su vida. Muchas veces se actúa por moda, por rebeldía, por ignorancia”.
Caridad pastoral
El padre Felipe también se refirió a las veces en que la familia del moribundo no busca a un sacerdote o religiosa para que lo asista espiritualmente, pues “solo piensan en su enfermo, en los gastos económicos”.
“Ahí nosotros sacerdotes, religiosos, religiosas debemos estar atentos con una caridad pastoral. Muchas veces nos enteramos de enfermos graves por los ministros de Eucaristía. Estamos muy carentes de estructuras”, reconoció.
Dijo que son estos ministros quienen tocan de cerca el dolor, la enfermedad y el acompañamiento del enfermo, incluso hasta la etapa terminal y así son agentes de pastoral de la salud, aunque no son formalmente parte de ella.
En este sentido, el padre Felipe afirmó:
“No hay camino más seguro para llegar a Dios que el amor al prójimo, decía San Agustín. Recordemos que iremos a su presencia y que estamos llamados a dar consuelo al que sufre y pedir por los difuntos”, finalizó.
Sugerencias para la familia del enfermo terminal.
- Tener a la mano algún libro de oraciones por si no hay un sacerdote presente cuando el enfermo entra en su etapa de agonía.
- Oraciones para el buen morir, como acompañamiento y preparación para ayudar al agonizante a partir en paz.
- Manual para enfermos.
- Apoyarse por ministros extraordinarios de la Eucaristía.
- Que sea el amor el que los mueva.