Pbro. Oscar González/ Párroco de San Lucas Evangelista
Moisés en su encuentro con el gran Yo Soy.. con el Señor… Que misterio: Dios sale al encuentro de aquellos que son humildes y sencillos y habita en ellos… en su pequeñez Moisés se postra ante el Señor y lo adora… Dios manifiesta su amor ante su servidor: Yo soy el Señor, Señor de Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel.
Se revela el misterio del Amor… ante ese amor Moisés tiene la confianza en interceder por amor a su pueblo, por el pueblo de Dios: si de veras he hallado Gracia ante tus ojos, dígnate de venir ahora con nosotros. Porque en la dureza del corazón del pueblo sabe que sin la presencia de Dios, esa dureza jamás se quebraria… es el Amor de Dios quien derrite la dureza del corazón… cuánto bien nos hace la eucaristía!!!
Este acto de amor de Moisés, en Dios, lo vemos también en San Pablo: contempla en su vida el misterio de Dios, lo reconoce en su vida y es motivo de Alegría, por eso un discípulo de Dios no puede tener la cara triste, son felices pues beben de la fuente que es el Señor: hermanos estén alegres!!!!… está Alegría parte de haber estado en la presencia del Señor, porque sale transformado y purificados por el contacto de su Amor y de su Gracia. aquí la realidad clara que la presencia de Dios en una persona es el amor por los demás: vivan en paz y en armonía dice San Pablo.
Por eso contemplamos que la revelación de la Trinidad, es el Amor… un abandonarse en los brazos amorosos del Padre, en el corazón ardiente Del Hijo y en el fuego purificador del Espíritu Santo.
Abandono…en la pandemia
Este tiempo de pandemia es un abandono en la Santísima Trinidad: porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvará… esta es la maravilla: es que el Padre ha dado siempre el primer paso en la búsqueda del hijo perdido: pues tanto amó Dios al mundo que dió a su único hijo para que el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna; esta es la expresión del amor de Dios: Murió por todos… por cada uno de nosotros, murió para demostrar su amor, para dar vida. Ahora esta en nosotros si decidimos estrechar nuestro corazón en los brazos amorosos de Padre. Lo ha dado todo por nosotros, por amor… el Hijo nos ha mostrado al Padre por medio del Espíritu Santo que nos ha revelado la verdad.
Finamente demos Gloria y alabanza a Dios, porque su amor nos ha dado, porque nos hace tomar conciencia de Él: bendito seas, para siempre, Señor. Agradezcamos pues su bondad y su misericordia para cada uno de nosotros, alegrémonos porque Él Confía en nosotros, una alegría del encuentro con el Dios Uno y Trino.
Que nuestra vida entera sea una oración, que todo instante de nuestras vidas sea una oración, sea adoración y alabanza para Aquel que dio su vida por nosotros.