Pbro. Alfonso García/ Párroco de San Francisco de Asís
Estamos iniciando la VI semana del tiempo de Pascua, escuchamos estos discursos de despedida por parte de Jesús a sus discípulos durante la última cena, nosotros hoy los escuchamos y meditamos en el contexto de la pascua próximos a celebrar la Ascensión. La semana pasada El Señor Jesús les pedía que no perdieran la paz, hoy los invita a permanecer fieles a su amor cumpliendo sus enseñanzas.
Si me aman, guardaran mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que les dé otro Paráclito – defensor que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la Verdad.
Verdad absoluta
Los cristianos debemos tener siempre en cuenta que para nosotros Cristo es el camino, la verdad y la vida. Sólo a través de Cristo podemos llegar al Padre, sólo en Cristo encontraremos la Verdad y sólo en Cristo tendremos verdadera vida. En nuestra vida ordinaria, en nuestra vida de cada día, como ciudadanos que somos tenemos que convivir con múltiples verdades, que sólo son verdades a medias, verdades relativas, pero que no son en ningún caso la verdad absoluta. La única verdad absoluta es Cristo. Lo mismo podemos decir del camino y de la vida: Cristo es para nosotros el único camino recto para llegar a Padre, la única vida verdadera.
Pretender amar a Cristo y no vivir según el espíritu de Cristo es una contradicción. Porque amar a Cristo es comulgar con Cristo, vivir en continua comunión espiritual con Él.
En la primera lectura escuchamos como la primera comunidad sigue anunciando el Evangelio y acrecentando los discípulos para el Señor Jesús. Felipe, ya nombrado diácono-servidor de la comunidad, va a predicar a Samaria. Anuncia a los samaritanos que Jesús es el Mesías que ellos también esperaban. Su palabra va acompañada de la acción, la misma acción de Jesús: saca los espíritus malignos y da la salud a los inválidos. El resultado de la predicación de Felipe es la alegría, tema característico de Lucas. Es la alegría propia de los últimos tiempos, del momento en que Dios interviene decisivamente en la historia humana. Ante el resultado de la predicación de Felipe, los apóstoles envían a unos representantes a confirmar en la fe a aquellos que han hecho caso de Felipe y han sido bautizados en el nombre de Jesús. En este caso, la imposición de manos comporta recibir el don del Espíritu. Las manos, junto con la palabra, son uno de los medios más expresivos del lenguaje del hombre. El gesto de poner las manos sobre la cabeza significa transmitirle a otro algo que pertenece o está relacionado con la propia personalidad del que lo impone. Es el gesto de quién desea introducir algo en la totalidad de la persona de otro. En este texto se trata del Espíritu de Jesús, verdadera fuerza por la que Dios actúa en la historia humana. El sacramento de la confirmación hoy compromete al que lo recibe a mantener a Cristo vivo y activo en nuestro mundo.