Al celebrarse hoy martes primero de diciembre el Día mundial de la lucha contra el Sida, presentamos la historia de un joven de 31 años que fue infectado con el VIH en una relación homosexual y hoy advierte a los muchachos que no se dejen llevar por el placer…
Vivir los placeres de la vida sin pensar en las consecuencias llevó a “Enrique” a experimentar una vida de desenfreno y a tener una experiencia homosexual que finalmente lo llevó al horror: fue infectado con el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH).
Hoy, cuando tiene 31 años de edad, y luego de haber pasado terribles momentos a causa de la noticia de ser “seropositivo”, el joven reconoce que ha sido gracias al amor y a la misericordia de Dios que ha podido sobrevivir y llevar una vida digna.
Aquí su historia
Malas decisiones
Una mala decisión en su juventud llevó a “Enrique” a una vida desenfrenada, mundana y alejado del amor de Dios. Fue, según dijo, una decision que cambio su vida y su existencia. “Decidí vivir los placeres de la vida sin pensar en las consecuencias que eso iba a traer a mi vida. Sentí, en cierta forma, que nunca me iba a pasar nada, que era intocable, pero lamentablemente adquirí esta enfermedad”, compartió.
Influenciado por el camino de la perversion, “Enrique” tuvo una relacion con una persona de su mismo sexo, quien ya tenía un largo recorrido en la homosexualidad. A raíz de su relación con esa persona, “Enrique” quedó infectado.
“Intenté conocer a una persona quizas por la misma soledad, el deseo o con la intención de sentir cariño. Tomé esta mala decisión, no fue lo ideal, ni lo correcto”, reconoció.
Noticia devastadora
Con antecedentes de una gastritis y otros males intestinales, “Enrique” fue canalizado a una cirugía para corregir su malestar y cuando se practicó los exámenes preoperatorios recibió la noticia que cambió su vida para siempre.
“Cuando me dieron los resultados de los examenes preoperatorios me di cuenta que estaba infectado, quizas fue muy a tiempo pues de esta manera lo pude detectar. Nunca tuve ningún síntoma, ninguna reacción, creía tener una salud perfecta hasta ese momento, lamentablemente salió a relucir este padecimiento”.
Fue un momento casi terrorífico para “Enrique”, pues el medico le informó de una manera muy cruel y muy dura el diagnóstico, además de que le auguraron una vida de muchos problemas.
“Me considero una persona triunfadora y de pronto vi que hasta para encontrar trabajo iba a batallar. Esa fue la manera en que me dijeron que me iba a morir, que no había nada que hacer, que iba a vivir con esa enfermedad. Mi mundo se terminó”, compartió.
Vida sin sentido
Seguro de que ninguna persona está preparada para vivir una noticia de ese tipo, “Enrique” compartió que luego del conocer su estado entró en un cuadro depresivo muy fuerte y debió recibir tratamiento psicológico para poder levantarse de nuevo.
“Le perdí el sentido a mi vida. Dejé de luchar, de tener esperanza. Mis sueños se truncaron, se hicieron basura. Me costó poder levantarme. Fue una etapa en la que realmente toqué fondo. Sin ninguna ilusión y sin ningún deseo de querer salir adelante”, recordó.
A ese dolor se agregó el hecho de que el enfermo no compartió con nadie su diagnóstico (como hasta hoy) y practicamente ha vivido su enfermedad en el anonimato, pues ni su familia no lo sabe.
“Es un dolor al que me he enfrentado solo y solo he salido adelante”, compartió.
Pero los que sí se enteraron de su diagnóstico fueron sus empleadores, pues el médico que lo diagnosticó, dio aviso a la empresa donde “Enrique” laboraba.
Desde ese momento el joven sufrió todo tipo de discriminacion, al grado de que no le permitían ni entrar a un sanitario o por ejemplo, usar ciertos cubiertos.
“Fueron cosas que me lastimaron demasiado. Luego perdí mi trabajo, después de doce años, y desde ese momento mi vida cambió en su totalidad”, dijo
Una nueva vida en Dios
Antes de su diagnóstico “Enrique” vivió alejado de Dios, pero después de saberse infectado se aferró a su fe, la cual ha ido creciendo y lo ha sanado física y espiritualmente.
Y gracias a que ha tomado su tratamiento como debe, Enrique ha podido controlar su condición y no ha llegado el virus a convertirse en sida.
“No me siento una persona enferma, me siento más vivo que nunca. Los médicos dicen que voy en buen proceso. En este momento estoy indetectable, esto quiere decir que está el virus, pero no se ha convertido en sida. He reaccionado de manera positiva a mi medicamento”, expresó.
En este tiempo, el entrevistado incluso ha aprendido a ver el lado positivo de la situación tan dolorosa que le ha tocado vivir por una mala decisión.
“Aprendí a valorar mi vida, a amarme y respetarme. A aceptar tomar medicamento de por vida, que es lo que me ha mantenido vivo, pues si hubiera rechazado ese medicamente no tendría la calidad de vida que hoy tengo”.
“Enrique” hoy está consciente de que gracias al amor y a la misericordia que Dios ha tenido con él ha podido sobrevivir y sobrellevar lo que implica la terrible enfermedad del VIH.
“Dios me ha permitido tener una vida digna. Mi vida no se truncó con la enfermedad y hoy veo a Dios como mi inspiracion y más que nada como el dador de vida”.
Un futuro de amor
Consciente de su enfermedad, “Enrique” ha llevado su vida sexual de manera muy responsable. Y aunque se ha abstenido de involucrarse sexualmente con otras persona, alberga la ilusión de volverse a enamorar y entregarse como el gran ser humano que ha descubierto ser.
“Me gustaría enamorarme, pero cuidar siempre a esa persona, viendo por el bienestar de ella y siendo una persona honesta”, reconoció.
Recalcó que Dios, como ser supremo, es quien le permite caminar de una manera digna y honesta.
“Dios es un ser de amor y siempre nos cobija, me ha cobijado con su amor infinito y misericordia. Es quien me ha permitido que vuelva a tener ilusión y que haya vuelto a sonreir cuando todo estaba practicamente perdido. Me ha permitido no perder la fe y me ha tomado de su mano. Esta terrible enfermedad la he podido sobrellevar gracias al amor de Dios”.
Testigo de que la vida que llevó no le dejó nada positivo, sino todo lo contrario, “Enrique” espera que su experiencia sirva para que otros jóvenes tomen buenas decisiones.
Y recomendó a los jóvenes alejarse del mundo de “perdición” que se vive en los antros y en los grupos donde se da rienda suelta al placer.
“En realidad es una vida de perdición, vacía, que no lleva a ningún final feliz. A mi me tocó vivir con VIH, pero este tipo de ambientes te pueden llevar a ser presa de un asesinato, que atenten contra tu vida, no es un ambiente sano, ni digno,no te va a llevar más que a la infelicidad, a no estar en paz con Dios”, finalizó.