En misa de Jueves Santo, el obispo pidió ser cristianos que aman hasta el extremo y “se reparten” para atender a la humanidad lastimada y herida…
Ana María Ibarra
Un matrimonio, adultos mayores, niños, persona con discapacidad y migrantes, dejaron lavar sus pies por el obispo, tal como hizo Jesús con sus discípulos. Esto en la celebración de la Institución de la Eucaristía, con la cual dio inicio la Pascua 2022 el pasado jueves Santo, 14 de abril.
El padre Leonardo García explicó sobre el inicio de la Pascua minutos antes de que monseñor J. Guadalupe Torres Campos diera inicio a la celebración en la que se lleva a cabo el signo del lavatorio de los pies.
Un día ¡Diferente!
Denise Santana y Joel Samaniego se llenaron de alegría al ser invitados, como matrimonio, a participar en el lavatorio de los pies.
“Este día ha sido de reflexión como cada año, pero con un toque especial. Es un símbolo muy grande y de humildad”, dijo Denise.
Como cualquier día, Joel se levantó temprano para ir a trabajar, pero a diferencia de otros días, ese Jueves Santo lo mantuvo en un estado de reflexión a pesar de sus actividades.
“Fue estar en espera de este momento, hubo bastantes emociones”, dijo Joel.
Denise, por su parte, como ama de casa, realizó sus tareas cotidianas, sin embargo, junto con uno de sus hijos, que sirve como monaguillo en Catedral, se mantuvo en reflexión sobre la Semana Santa y preparó la comida para sus hijos, mientras ella se mantenía en ayuno.
“Fue un día diferente, no fue un día común”, expresó con una sonrisa.
Joel llegó de su trabajo poco antes de acudir a la celebración, se dio un baño para salir con su familia a la iglesia.
“Con el nerviosismo estuvimos cometiendo errores. Trajimos la cabeza un poco volada, pero todo se solucionó”.
Llenos de emoción participaron de la celebración y lograron de esta manera transmitir a sus hijos la fe.
“Es algo muy emotivo que nuestros hijos puedan vernos tomar la Comunión, estar bien con Dios, en armonía, es algo muy importante”, dijo Denise mientras Joel acotó:
“Me siento con mucho amor al estar aquí”.
Partícula de Amor
La celebración de la Pascua que se instituye, dio inicio con el saludo del obispo quien en su homilía resaltó el amor de Dios hacia la humanidad.
“Jesús iba a entregar su vida. La noche de su Pasión tomó el pan y el vino, hizo la acción de gracias y lo compartió. ¡Cuán grande es el amor de Dios que sacrifica a su Hijo! Nos da a comer su Cuerpo y a beber su Sangre. Qué hermoso tesoro tenemos: la Eucaristía. En una partícula pequeñita está todo Él”, expresó el obispo.
Monseñor Torres llamó a los fieles a no andar buscando amor “por ahí”, en el apego a lo material, o amores falsos.
“La Eucaristía es la fuente de amor y de vida. La vida cristiana debe ser una vida eucarística. Hay una humanidad muy lastimada, herida, debemos repartirnos, como Cristo, amar hasta el extremo”, expresó.
Migrante en Lavatorio
Enseguida se llevó a cabo el signo del lavatorio de los pies, momento emotivo para los participantes, entre ellos Carlos, originario de Guanajuato y deportado de Oregon, Estados Unidos.
Carlos salió muy de mañana del centro cristiano en el que se hospeda en el kilómetro 20. Después de algunas horas de trayecto, llegó al centro histórico sin un peso en la bolsa, se apostó en la Plaza de Armas donde platicó con otras personas en situación de calle.
Fue ahí donde un servidor de Catedral lo abordó para invitarlo a participar en la celebración y se le indicó que el obispo le lavaría los pies.
“He vivido en distintos albergues, soy alcohólico. Me invitaron y siento que es la mano de Dios que pone personas para que me guíen en el buen camino”.
Nervioso en el momento en que le fueron lavados los pies, Carlos reconoce que fue Dios quien lo eligió.
“Le doy gracias a Dios porque me cuida. Soy solo, no me gusta estar encerrado, por eso me salí del centro cristiano hoy en la mañana. Y como Pedro, sentí esa pregunta ¿cómo me van a lavar los pies a mí? Pero Dios sabe por qué hace las cosas”, dijo.
Adoración Eucarística
Después de la comunión, el obispo hizo la bendición de los panes que los fieles llevaron para ese momento.
Al finalizar la Eucaristía se trasladó el Santísimo Sacramento a la Misión de Guadalupe y fue colocado en el monumento elaborado para la vigilia de adoración. El obispo pidió por el papa Francisco, los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas.
También oró por la paz, por el Proyecto Diocesano de Pastoral e invitó a los fieles a quedarse para seguir orando a Dios durante toda la noche, tiempo en que el Santísimo fue velado principalmente por la Adoración Nocturna.