Mtra. Dianet Núñez Ramos/ Psicoterapeuta
El ser humano desarrolla diferentes virtudes a lo largo de su vida, las que les permiten involucrase en su sociedad y lograr objetivos propios con base en lo que le interesa. Estudiar es una de tantas cualidades que le abre las puertas en muchos ámbitos, facilitándole su existir en lo personal y económico y profesional, por tal se considera una virtud.
El estudio se adquiere con: Responsabilidad, constancia, disciplina, motivación, entrega, dedicación, interés, aprendiendo del acierto-error, tiempo. Quizás sea muy fácil decirlo, pero implica una experiencia de vida lograrlo por que se construye a lo largo de los años y más fácil es cuando hay un objetivo o meta, como el de tener una mejor estabilidad económica, una buena capacitación, mejor posición profesional o simplemente saber más de lo que nos rodea.
El ánimo de superación del hombre le permite aumentar su motivación, sin dejar a un lado su espiritualidad y ganas de servicio por con el saber que nos da la educación, nos permite comunicarnos mejor con los que nos rodean y estar bien con nosotros mismos, autorrealizados.
Acto de humildad
La disciplina, constancia, respeto, perseverancia, lealtad, libertad, entre otros van de la mano del estudio, que como valores universales facilitan a la humanidad una mejor convivencia y desarrollo.
El estudio debe de disfrutarse, ya que como conlleva varios sacrificios a lo largo de la vida si no se está consciente y apegado, difícil será la estancia en un ámbito escolar.
La sociedad necesita gente preparada y estudiar facilita ese servicio para la humanidad. La calidad, atención y bondad nos hace crecer como humanos y más si son dirigidas al prójimo, una referencia más para entender el estudio como una virtud, una cualidad, un aspecto positivo de nuestra persona. Incluso se considera un acto de humildad el estudiar ya que se reconoce que no se sabe todo y la necesidad de aprender más por medio de otras personas.
Moneda de cambio
Incluso los sacrificios que se hacen: dejar un momento con las amistades, el descanso, para prepararnos o capacitarnos tienen su gran recompensa, frutos que sin duda te dignifican. Luchar contra la pereza y distractores tendrá sus resultados.
Veamos la escuela como un centro de crecimiento, veamos a nuestros maestros como facilitadores de la enseñanza de lo académico y también de vida, veamos el apoyo de nuestros padres o tutores como esa impulso a ser mejores y veamos los sacrificios como moneda de cambio por algo mucho mejor a lo que tienes.
RECUADRO
Santificar el estudio: colaborar en la Redención
Explica el Catecismo de la Iglesia Católica que santificar el trabajo lleva a convertirlo en un medio para colaborar de cierta manera en la Redención, para corredimir con Cristo. Santificar el estudio es lo mismo: lleva a colaborar con Cristo en la salvación de los hombres.
Para santificar el estudio y convertirlo en un trabajo bien hecho conviene esforzarse en estos campos, pidiéndole ayuda a Dios.
Estudiar por amor de Dios, con deseos de corredención.
* «Santificar el estudio» lleva a estudiar para la gloria de Dios, con rectitud de intención; no por vanidad, por sacar buenas notas o por un simple deseo de superación. Como expresión práctica de ese deseo, a la hora de estudiar es aconsejable poner un crucifijo delante, que sirva como recordatorio de la presencia de Dios.
* «Santificarse en el estudio» lleva a convertir cada hora de estudio en una hora de oración, poniendo intenciones concretas para cada rato de estudio que se ofrece a Dios: por la Iglesia, por el Papa, por los grandes problemas de la sociedad: la paz, la justicia… por nuestros padres, por nuestros hermanos, por nuestra familia, por nuestros amigos…
* «Santificar a los demás con el estudio» significa convertirlo en una ocasión, en una oportunidad, en un medio de apostolado personal. Sólo si se estudia mucho y bien; sólo cuando se sacan buenas notas y se es un buen compañero, se adquiere prestigio entre la gente de la clase; un prestigio que se convierte en anzuelo de pescadores, siguiendo el símil evangélico : se admira a esa joven cristiana, a ese joven cristiano, que además de trabajar bien, procura vivir cerca de Dios. Un vago, por el contrario, no arrastra a nadie.
* Un cristiano consecuente estudia con el deseo de servir a la Iglesia y a la sociedad.
Para la nueva evangelización se necesitan buenos profesionales, que unan a una sólida preparación humanística o científica, una vida espiritual llena de buena doctrina y un profundo conocimiento de la fe, que sean capaces -por su talento, por su buena preparación profesional, por su capacidad de trabajo y de establecer relaciones humanas- de llevar a Cristo a los demás.
Aprender a estudiar: algunos consejos
Aprender a estudiar, significa, habitualmente, aprender a organizarse: los agobios suelen ser fruto de falta de orden.
* Es necesario usar la agenda y establecer prioridades: hoy, ¿qué es lo urgente y qué es lo importante? ¿Cómo me programo el día? ¿Pienso que existe el tiempo cero? Hay que evitar las interrupciones y ponersea estudiar con todo lo que se necesita, para no tener que levantarse una y otra vez.
* Prever los exámenes con tiempo: que no nos desborden los acontecimientos, por falta de previsión. Hacer un calendario. Todo esto exige la virtud del orden, de la fortaleza y lleva a saber decir que no.
* Hay que aprender a trabajar en equipo y a relacionarse los demás. Algunas de estas preguntas pueden servir para ver si estoy viviendo realmente el ideal del Evangelio: ¿Cómo me llevo con mis compañeros de clase? ¿Hago distinciones de carácter político, racial, cultural, social? ¿Tengo mentalidad clasista? ¿Sólo hablo con los que me caen bien o piensan como yo?¿Hago juicios internos de descalificación que me aíslan de los demás? ¿Llevo signos externos que me separan de ellos? ¿Sé potenciar lo que une, más que resaltar lo que separa?
* Tener la humildad de pedir consejo para aprender a estudiar. Hay que fiarse de lo que las indicaciones que nos dan personas con experiencia: nadie nace sabiendo.
* Trabajar siguiendo un horario previsto, estudiando primero lo más importante, no lo que más gusta o resulta más fácil.
* Esforzarse para profundizar en lo que se estudia, procurando comprender: no basta con memorizar.
* Al acabar de estudiar, se puede ofrecer a Dios el esfuerzo de dejarlo todo ordenado: eso ayuda a los demás.
* Aprovechar el tiempo del que se dispone. Un ensayista español recomendaba ser traperos del tiempo: leer en el autobús, llevarse un libro a la consulta del dentista…
* Luchar contra la pereza activa: más vale estudiar intensamente cuatro horas y descansar luego -haciendo deporte y saliendo con sus amigos- que pasarse siete horas sin concentrarse, charlando con unos y otros, y dejándolo todo a medio hacer.
* Luchar contra la imaginación y los sentimientos: la falta de ganas, el miedo a los exámenes, las malas experiencias, la sensación de que “no avanzo”, etc.
Estudiar con responsabilidad social
A medida que se estudia un cristiano va sensibilizándose ante los grandes problemas de la sociedad, con la perspectiva cristiana propia de la Doctrina social de la Iglesia: salario justo, derecho a la huelga, solución al paro, remedios contra la pobreza, búsqueda de la paz etc.
Para eso se necesita tener deseos de conocer la realidad de lo que pasa y cultivar una cabeza cristiana.
Estas preguntas pueden ser útiles, como autotest para muchos jóvenes: ¿Hablo, sigo la prensa, leo libros sobre temas de interés? ¿Me aíslo de los problemas reales y me encierro en mi torre de marfil? (videojuegos, novelas de ciencia-ficción, juegos de rol, imaginaciones, fantasías, etc.). ¿Caigo en la frivolidad de no hablar de “cosas serias” o reírme de las amigas o amigos que tienen intereses culturales?
El primer medio para combatir la pobreza y para promover la justicia y la paz durante los años en que uno es estudiante, es prepararse profesionalmente bien para ejercer la propia profesión del futuro. Y eso se concreta en el afán de saber y sacar buenas calificaciones.