Pbro. Amadeo Ruiz Moya/ Párroco de Todos los Santos
Una ocasión escuchaba a un religioso Carmelita que se quejaba de lo que encontró al hacer la “visita” en la casa de la provincia; y después de varios detalles, dijo con marcado sentimiento: “hace falta otro Juan de la Cruz”. Ante lo cual emití mi opinión afirmando: “No hace falta otro Juan de la Cruz”. Él me refirió: “Es que no sabes lo deteriorada que está la vida religiosa; la observancia de las reglas” … y le afirmé: “No hace falta otro Juan de la Cruz, hace falta (…) dije el nombre de él, e inmediatamente espetó: “yo no tengo las agallas”. Y lo que le dije fue lo último dicho sobre el tema: “Si Juan de la Cruz hubiese pensado así de sí mismo, al Carmelo le faltaría reforma”.
Hoy escuchamos en el Evangelio, según San Marcos; en este segundo domingo de Adviento, cómo Juan el Bautista anuncia al Mesías, exhortando a preparar su llegada, pero como “voz que clama en el desierto”, sin embargo, con decisión y valor.
La voz que falta
Hoy en nuestra Iglesia, está haciendo falta una voz fuerte que anuncie Salvación y denuncie injusticias.
Estamos siendo testigos del vacío de importancia hacia la vida espiritual en este tiempo de pandemia, pues la economía es lo único que justifica o es tomada como criterio para determinar si una actividad es o no esencial.
Si a esta ausencia de “defensa de los derechos de Dios” que, finalmente son los derechos de sus hijos, agregamos los “desvíos de la atención” como entrar en conflicto por el tema de la Comunión en la mano y que quienes han sido influenciados por esta corriente, han preferido quedarse sin comulgar, o sea, sin alimentarse, estamos dejando aparecer una insensibilidad que nada tiene que la relacione con la ternura del pastor que menciona el profeta Isaías (primera lectura): “Como un pastor, él apacienta el rebaño; toma en sus brazos a los recién nacidos sobre su pecho y conduce con delicadeza a las recién paridas”.
Esta sensibilidad en los pastores es necesaria; pues la escena que describe el profeta nos presenta la debilidad en extremo: un corderito recién nacido y una oveja recién parida, no pueden ni siquiera huir del depredador, menos atacar para defenderse, entonces, aquí es donde el pastor debe intervenir con todo; cuidando y hasta cargando.
Necesidad espiritual
Considerando la excelente labor de la actividad llamada “Todos en la misma barca”, parece bueno y hasta necesario, que este grado de sensibilidad surja también con relación a la necesidad espiritual de los feligreses, pues casi todos están en ayuno espiritual, y si en todos los sentidos el hambre debilita, también, cuando el alimento adecuado falta o escasea, se recurre a lo que hay.
Aquí es donde aparece la lista de “sustitutos” de alimento espiritual: donde estaríamos preparando y celebrando novenario y posadas (A la inmaculada Concepción, La Virgen de Guadalupe y la preparación espiritual próxima a la celebración de la Navidad) pre posadas, posadas en los centro de trabajo o en algún restaurante – aprovechando que esos sí están abiertos- y queda el vacío del sentido en las celebraciones; Dios no es el que ocupa el centro y las “ovejas” se alimentan de cualquier cosa.
Es necesario que anunciemos, con el salmista “Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo Santo. Está ya cerca nuestra Salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra”.