Ana María Ibarra
La ignorancia y una fe infantil es lo que lleva a tantos católicos a creer en limpias, magia y adivinación como medios de bienestar, sin embargo, esto conlleva un gran peligro pues no son más que trampas del demonio para ganar adeptos.
Así lo expuso el padre Fernando Valle, encargado de la Dimensión de Piedad Popular, al hablar sobre estas prácticas comunes, incluso entre quienes se dicen católicos.

FOTO: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ /CUARTOSCURO.COM
Desconfiar de Dios
Para explicar sobre el tema, el padre Fernando Valle señaló que estas prácticas son parte de las supersticiones y que muchas veces se van transmitiendo de generación en generación.
“Es importante que caigamos en la cuenta de que todo esto es parte de supersticiones que no van aunadas a la vida de Cristo, de la Virgen y de los santos”, dijo.
Dijo que muchos católicos creen o están propensos a creer en supersticiones porque no confían en la Palabra de Dios.
“Confían en palabras ambiguas de los horóscopos, en la lectura de la mano, del café y no en Dios. Todo esto se ha extendido fácilmente porque el ser humano no quiere la libertad que Jesús nos ofrece. Con estas prácticas alimentan temores y se esclavizan a condiciones vanas, olvidándose del Dios que nos da la libertad y la vida”, señaló.
Trampas del demonio
Añadió que se debe aprender a descubrir la ignorancia religiosa, de lo contrario no se estará en manos de Dios y se estará atando el espíritu a la superstición, como son las limpias, el uso del tarot y otras actividades de hechicería, que son supersticiones.
“Muchas veces no queremos pasar de la vivencia de una fe infantil a una fe madura y comprometida, ya que una fe madura nos invita al servicio, al amor, a la caridad, pero si nos quedamos en la religiosidad infantil caemos en prácticas supersticiosas y nos alejamos de un Dios vivo y verdadero”.
Señaló que el católico está llamado a buscar signos de fe como la oración y los sacramentos que son signos de vida, pero les es más fácil acudir a signos de magias y limpias.
“Todo eso va en contra del evangelio, y el evangelio es Cristo, fuente de vida. Las supersticiones, en este caso las limpias o adivinaciones, son trampas del demonio. Disfruta Satanás de la ignorancia. Prácticar limpias es traicionar a Dios y con ello se destruye uno mismo”.
Prácticas engañosas
El sacerdote afirmó que los curanderos y personas que hacen limpias engañan y confunden a la gente al tener en sus locales imágenes religiosas, pero es más que nada la ignorancia de las personas lo que las lleva a esos sitios.
Citó el Catecismo de la Iglesia Católica, que en el número 2111 califica a las supersticiones como “la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone”.
“Nos estamos apartando de la oración y de los signos sacramentales. El Catecismo nos dice que va en contra del primer mandamiento de la ley de Dios: No habrá para ti otros dioses. Y los creyentes debemos honrar al único Dios de la vida”.
Por lo tanto, señaló, en lugar de ir con personas que realizan limpias o adivinaciones, y hasta los llamados “amarres de amor”, hay que acudir a la Iglesia a recibir la bendición.
«Mientras más ignorante se es a la vida de la Iglesia, más se aferra a la no vida, a las supercherías”.
Traición a Dios y a uno mismo
El padre Fernando compartió que el pasado en el mes agosto, justo en la fiesta de San Lorenzo, afuera del Santuario,le tocó ver un acto de más contradictorio entre los devotos que asistieron a la celebración del santo.
“Había en el atrio danzantes con sus sahumerios echando humo a las personas, “bendiciéndolas”, invocando los cuatro signos de los vientos y la gente hacía fila para recibir esa “bendición”, después entraban al santuario a dejar su veladora a San Lorenzo”, recordó el sacerdote con un dejo de molestia.
Un testimonio
Un caso que le tocó acompañar fue el de una feligresa que aseguraba tener apariciones del demonio en su casa y fue a pedir agua bendita.
“Le dije que lo primero que tenía que hacer era quitar las herraduras y todo artículo de superstición que tenía en su casa, además de pintarla de blanco, pues el color era negro y morado. También le sugerí colocar un crucifijo para recordar que Jesús nos liberó de todo mal. Así lo hizo, se confesó y volvió a comulgar. Las apariciones desaparecieron”.
Consejos
Después del testimonio anterior, el padre Valle agregó que la gente se aferra a guiar su vida con sus propios medios y la ata a sus miserias, olvidando los sacramentos.
«Dejamos la vida por la muerte, por la supersticion. Nos traicionamos a nosotros mismos y el demonio se jacta de ello. Hay que trabajar más, principalmemte los que vivimos la fe. Ser firmes en la fe, fuertes en la esperanza y generosos en la caridad”, aconsejó también recordando a los fieles la necesidad de acudir siempre a los sacramentos.
Lo que dice la Biblia
Pbro. Jordi Rivero
La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. Por otro lado Padres como San Jerónimo pensaba que en muchos casos la brujería es sugestión de la mente.
La Biblia condena la brujería y la hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una abominación: «A la hechicera no la dejarás con vida» Exodo 22,18. La narrativa de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo efecto. En Levítico 20,27 se lee: «El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos». Está claro que hay un espíritu adivino y no se trata de una impostura.
El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la práctica de la adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios.
Antiguo y Nuevo Testamento
El Antiguo Testamento muestra claramente cómo los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 leemos que el Faraón: «llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que Moisés) por medio de sus artes secretas».
El Primer Mandamiento condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: «Yo Soy el señor tu Dios…no tendrás dioses extraños delante de mi» (Ex 20:2-3).
El Nuevo Testamento igualmente condena la brujería como una realidad perversa. El mago Simón era practicante de la magia pero estaba envidioso de los Apóstoles cuando vio a la gente recibir el Espíritu Santo a través de la imposición de las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: «…tú corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete , pues, de esa tu maldad…» (Hechos 8:9-22).
En mi vida sacerdotal he tratado numerosas veces con personas que han hecho pactos satánicos y posteriormente han experimentado graves consecuencias. También con frecuencia he orado por personas que han sido víctimas de «trabajos» de brujería.