Ana María Ibarra/ Diana Adriano
A unos días de recibir la imposición de manos de parte del obispo don J. Guadalupe Torres Campos, los cinco candidatos al Diaconado Permanente compartieron su experiencia de vida y el llamado que recibieron para esta vocación.
Desde distintos ámbitos profesionales y trayectorias, los candidatos vieron cambiar sus vidas significativamente al sentir el llamado al Diaconado Permanente. Aquí sus historias, en breve:
Servir a Dios y a su Pueblo
Convencido de que Dios lo ha llamado para servirlo y servir a su pueblo, Jesús Manuel Aranda Casas, forma parte del grupo de varones que serán ordenados diáconos permanentes el próximo 9 de septiembre.
Llamado concreto
Nacido el 3 de noviembre de 1966 en Ciudad Camargo, Chihuahua, Jesús Manuel Aranda Casas sintió la inquietud vocacional al sacerdocio en su juventud por lo que ingresó al Seminario de Chihuahua donde estudió hasta segundo de teología. Pero decidió salirse para estudiar Relaciones Comerciales.
“Terminé la carrera y me vine a Ciudad Juárez a trabajar. Comencé a servir en la parroquia Nuestra Señora de La Paz con el padre Carlos Márquez (q.e.p.d), quien fue compañero mío en el Seminario”, compartió Jesús.
Recordó que el padre Carlos le hizo la invitación al diaconado permanente, sin embargo, se encontraba renuente a un servicio de esa índole.
«Mi esposa me pidió que lo pensara, pero yo decía que no. Cuando murió el padre Carlos Márquez fue cuando me decidí, porque vi claramente que Dios me llamó a regresar de nuevo al servicio de una manera concreta en la Iglesia”, señaló.
Así, en el 2015 ingresó a la escuela de diaconado permanente donde se formó durante ocho años. En ese tiempo Jesús hizo también dos maestrías, una en calidad y productividad y otra en logística.
Una bendición
Para el futuro diácono, este ministerio es una bendición no solo para él y su familia, sino para toda la diócesis.
“El llamado que me hace Dios es a servir a su Iglesia, a su pueblo. Por lo tanto, es una bendición para la diócesis el que nos llame a hombres casados a servirle de forma concreta en el diaconado permanente”, expresó.
Desde que inició su formación, Jesús ha servido en tres parroquias: San Vicente de Paúl, Dios Padre y Cristo Rey, en esta última con seis años ya de servicio, que combina con su trabajo en el ámbito de la Industria Maquiladora.
Jesús Manuel invitó a la comunidad diocesana a orar por los diáconos permanentes para que se preparen día con día para servir al pueblo, de acuerdo a la voluntad de Dios.
“Me siento muy bendecido y mi familia igual, dispuestos para servir a Dios”.
Jesús Manuel Aranda Casas
Esposa: Marisa Guadalupe Molina Altamirano
Hijas: Luisa Fernanda y Mara Regina