“En mi camino me encontré con muchas personas muertas, pero no puedes hacer nada más que seguir caminando”…
Diana Adriano
La selva del Darién se ha convertido entre los grupos de migrantes una ‘pesadilla viviente’. Conocida por ser una barrera natural entre los países de Panamá y Colombia, este lugar es una de las vías más complicadas y peligrosas que miles de migrantes deben cruzar en su camino a los Estados Unidos.
Lamentablemente, muchos no logran salir. Fallecen en el camino ahogados en las fuertes corrientes de los ríos, por falta de agua y comida, o por ataques del crimen organizado en la región.
Blemon Blemun, migrante haitiano, ya radicado en Ciudad Juárez, compartió con Presencia que en su travesía por la Selva del Darién, aunque él no perdió a ningún familiar, quedó impactado por todos los muertos que encontró en el camino.
Seguir caminando
Blemon contó que al salir de Haití hizo una larga y sinuosa travesía. Al llegar a los límites de Colombia supo que le esperaba algo muy difícil.
“El primer día de camino en la selva, tú puedes rentar una moto o un caballo, que te adentra por dos o tres horas, llega un momento en el que ya no se puede avanzar en ellos y te toca caminar”, explicó.
“El segundo día, a pie, llegamos a ríos grandísimos que teníamos que atravesar. Había mucha agua, corrientes muy fuertes, yo lo logré pasar agarrado fuertemente de otras diez personas, esa era la única forma”, relató.
Blemon explicó que, no obstante, algunas veces eso no era suficiente y muchos atestiguaron cómo el río ‘tragaba’ entre sus aguas a otros migrantes.
“El río quita la vida a muchas personas, otros mueren por falta de comida, falta de agua, por cansancio. Yo mismo encontré muchos cuerpos y muchas personas muertas, pero en esa situación no hay forma de enterrar a tantos muertos. Si cualquiera de tu familia muere, no puedes hacer nada más que dejarlo así y seguir caminando”, expresó.
Además de los peligros naturales que enfrentan en la selva, Blemon señaló que también está presente la maldad de algunas personas.
“A nosotros nos encontró un comando, una banda de 30 personas armadas. Ellos nos quitaron todo: documentos, comida, dinero y es por eso que muchas personas mueren, por falta de comida, porque se las quitan y pasan por mucha hambre hasta que mueren”, dijo Blemon con la voz entre cortada.
Pasaron un total de nueve días para que Blemon, junto al grupo de migrantes que lo acompañaba, cruzaran la Selva del Darién. Del otro lado, un grupo de militares de Panamá los resguardó rápidamente y los llevaron a un albergue.
Un duelo lejano
Para todos es aterrador tener que dejar atrás a los heridos y a los muertos. Es el caso de Sorladine, migrante de Haití, quien con su poco español, relató que fue muy doloroso entrar a la selva del Darién junto a su esposo, y salir sin él.
Como muchas otras personas, el esposo de Sorladine se volvió víctima de esta selva, una de las más hostiles y peligrosas del mundo.
En Ciudad Juárez, con la llegada de cientos y miles de haitianos desde 2021, y hoy de venezolanos, las organizaciones que atienden a los migrantes han conocido este horror y además de ofrecerles asistencia humanitaria, deben darles también consuelo y ayuda espiritual.
“Acá en Casa san Columbano tenemos varias personas en esa situación. Muchos de ellos cuentan cómo van dejando a sus muertos, o cómo pasan encima de los cuerpos…Es una tragedia, algo muy doloroso”, dijo Cristina Coronado, coordinadora del servicio a migrantes de la Misión columbana.
Afirmó que el padre Guillermo Morton, SC, de la parroquia Corpus Christi, en Anapra, celebra misas en oración por aquellos migrantes difuntos y también planean un servicio para trabajar el dolor con estas personas sufrientes.
“Creo que debemos hacer conciencia con la comunidad sobre todo el dolor por el que atraviesan estas personas”, reflexionó Cristina, también al pedir oraciones y ayuda con voluntariado, ante la crisis que se vive en esta frontera por la presencia migrante.