Servidores católicos que atienden la contingencia migrante en Ciudad Juárez escuchan horrorizados las historias sobre las muertes en esta selva entre Colombia y Panamá. Hoy piden, además de ayuda para seguir atendiendo a haitianos y venezolanos, oraciones por esos muertos sin sepultura.
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
Un olor a muerte es lo que se percibe durante la peligrosa travesía por la Selva del Darién, ubicada en la frontera entre Panamá y Colombia, región que recorren migrantes haitianos y venezolanos que en los últimos meses han llegado hasta esta frontera buscando cruzar a Estados Unidos.
Servidores católicos que atienden la contingencia migrante en Ciudad Juárez desde hace ya muchos meses, escuchan horrorizados las historias que tienen para contar quienes han logrado llegar hasta este punto del continente, en busca de rehacer su vida.
Las historias de muerte en la Selva del Darién son recurrentes. Y los servidores no hacen sino escuchar, tratar de consolar y clamar al Cielo por el fin de esta pesadilla americana: la del desplazamiento forzado de miles y millones de seres humanos que reclaman la vida digna que merecen como hijos de Dios.
Logró llegar a Juárez
Maxim, una venezolana que hace unas semanas llegó a Estados Unidos acompañada de siete miembros de su familia, entre ellos tres niños, compartió con Periódico Presencia su testimonio. Lo hizo mientras esperaba en Catedral algo de comida y la ayuda que ahí ofrece la misión columbana, bajo la coordinación de Cristina Coronado y su equipo de servidores.
«Salimos de Venezuela el 30 de agosto hacia el sueño americano. Recorrimos varios países. Tuvimos 12 días caminando por el Darién. Subimos montañas, cruzamos ríos, gracias a Dios no llovía y pudimos subir tranquilamente la montaña La Llorona, que es la más difícil”, dijo.
Añadió que se dirigían al campamento llamado “Del Abuelo”, pero en el trayecto comenzó a llover y el río creció, por lo que decidieron subir una loma por la seguridad de los niños.
“Nos perdimos, no había más personas, estábamos solos. Llovía y un árbol cayó encima de mi cuñado y mi hijo, se estaba asfixiando, pero pudimos partir un pedazo del árbol y sacarlo. Cruzamos el río que iba creciendo y subimos una loma más alta, ahí acampamos y no pudimos dormir para poder abrigar a los niños”, recordó.
El impacto de la muerte
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportó que en 2021 al menos 51 personas murieron o desaparecieron en el Darién.
Muchos otros migrantes enfrentan en ese trayecto verdaderos casos de vida o muerte, con enfermedades, accidentes y hasta un agotamiento mortal en su camino rumbo al norte.
Y aunque Maxim y su familia no vieron ningún cuerpo sin vida, el olor que en el trayecto se percibe, les indicaba que ése, es un lugar de muerte.
“Gracias a Dios nunca vimos un muerto, pero había olor a muerte. Ahí hay barrancos, me imagino que la misma gente los va aventando”, dijo Maxim.
Así lo corroboran publicaciones de diversos medios locales e internacionales:
Un médico del Instituto Gorgas, de Panamá, el epidemiólogo Roderick Chen-Camaño, relató a la BBC que recibió a un paciente venezolano que rompió en llanto al interrogarlo para llenar su historia médica.
“Contó que subía una montaña junto con un grupo de migrantes, cuando la madre de una familia haitiana se desplomó. Al comprobar que había fallecido, el esposo tomó a uno de sus dos niños y lo lanzó por el precipicio. El muchacho venezolano forcejeó con él para impedir que hiciera lo mismo con el otro, pero no lo logró. Después de arrojar a sus dos hijos, el hombre se lanzó al vacío”. (Publicado en el Diario La Nación)
En Catedral, Maxim siguió compartiendo:
“Nos contaron que a una pareja se les ahogó su hijo y al día siguiente, cuando el grupo despertó, vieron que la pareja se había ahorcado. Son cosas muy tristes las que tiene uno que pasar para llegar hasta aquí”.
La familia de Maxim sí logró cruzar a El Paso, pero con las nuevas medidas migratorias de hace unos días, fueron deportados. Ya en Juárez, acuden a Catedral para recibir comida y ropa, pero mientras esperan la posibilidad de cruzar de nuevo a la Unión Americana, desean trabajar, por lo que Maxim envió un mensaje a la comunidad juarense.
“Han pasado más de 40 días desde que salimos de Venezuela y esperamos en Dios que podamos cruzar o por lo menos aquí conseguir trabajo. Las personas han sido buenas con nosotros y le doy gracias a Dios. Sabemos que hay venezolanos que hacen mal, pero no todos somos así, venimos dispuestos a trabajar, a luchar por tener una mejor vida y darles un futuro mejor a nuestros hijos”, concluyó.
Para saber…
La Selva del Darién es un bosque tropical húmedo, ubicado al este de Panamá. Es una barrera natural entre América Central y Suramérica que también se conoce como el Tapón del Darién. La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) calcula que 133 mil personas cruzaron la región del Darién durante 2021. La mayoría fueron haitianos, cubanos y venezolanos, seguidos por ciudadanos de países tan lejanos como Bangladesh, Ghana, Uzbekistán y Senegal.