San José tiene sangre de reyes. En San José Jesús tuvo un padre de la nobleza y también nosotros, porque nuestro padre espiritual ¡Es descendiente de la realeza! San José es el “Hijo de David” 17 veces en el Nuevo Testamento. A diferencia de Jesús, san José no es el Mesías, pero él es la única otra persona en el Nuevo Testamento a quien se nombra Hijo de David.
Donald H.Calloway/ Autor
La Iglesia siempre ha entendido que san José fue un hombre justo y santo que amó a Dios y al prójimo como se debe, pero no siempre ha comprendido el profundo significado teológico de lo que esas palabras significan, especialmente cuando se aplican a las acciones de san José en el Nuevo Testamento. A la Iglesia le ha tomado siglos desarrollar una teología de san José que muestre su grandeza y santidad.
En nuestros días la Iglesia enseña que después de María, san José es el ser humano más santo y el “más justo” de todos los santos. Él es nuestro padre espiritual, el pilar de las familias, la gloria de la vida doméstica, el patrono de la Iglesia Universal y el terror de los demonios. Por esta razón, ciertos pasajes del Nuevo Testamento que presentan las acciones de san José necesitan ser re examinadas a la luz de lo que ahora enseña inequívocamente la Iglesia sobre la verdad de san José; específicamente que san José, al enfrentar todo tipo de situaciones favorables o adversas, siempre actuó de conformidad con la divina voluntad y le dio a Dios y a los demás, lo que les correspondía. Realmente vivió ese amor a Dios y al prójimo que su Hijo enseñaría posteriormente.
Tres teorías
Una de las acciones más importantes de san José en le Nuevo Testamento es su respuesta al descubrir que su esposa estaba embarazada, y es dentro del marco bíblico de esa historia que a san José se le llama hombre justo.
“La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José, y antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, el hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta…”. (Mt 1,18-24)
Desde los primeros siglos de la Historia de la Iglesia, ha habido tres teorías posicionadas sobre el plan de acción de san José cuando descubrió que su esposa estaba embarazada. Las tres teorías han sido sostenidas por varios santos y eruditos, y se originan en la Iglesia primitiva; son:
- La teoría de la suspicacia. San José sospecha que María cometió adulterio y decide divorciarse de ella. De acuerdo a la Ley judía, si un hombre justo quiere divorciarse de su esposa porque ella le ha sido infiel, está obligado a dilapidarla. San José siendo un hombre justo, no quiere dilapidar a María por lo que decide divorciarse en silencio. Esta teoría fue promovida por la literatura apócrifa y sostenida por varios Padres de la Iglesia.
- La teoría de la estupefacción. San José está perplejo y estupefacto con el embarazo de María, pero no duda de su inocencia y no sabe qué hacer. Confundido decide divorciarse de María. Algunos padres de la Iglesia se adhieren a esta teoría y la promueven con entusiasmo. Se convierte en la teoría más común y se le conoce como “la duda de José.”
- La teoría de la reverencia. San José descubre que María está embarazada pero no duda de su pureza e inocencia, sino que duda de su falta de mérito y habilidad para cuidar a María y al Niño. Siendo un hombre justo, sabe que María pertenece a Dios y se considera indigno de vivir con María. Decide separarse de ella silenciosamente por justicia a Dios y reverencia a María. Está dispuesto a dejar la escena para no revelar su misterio. Algunos padres de la Iglesia, así como muchos santos medievales, teólogos y místicos promueven esta teoría.
Una explicación
¿Por qué la Iglesia permite tres teorías sobre este tema tan importante? Bueno, todo se desprende de la traducción de la palabra griega apoluo, y los estudiosos bíblicos concuerdan que es una palabra muy difícil de traducir. En griego, apoluo puede tener múltiples significados dependiendo del contexto de un pasaje en particular. Por ejemplo, según el contexto, puede significar “separar”, “disimular”, “esconder”, “distanciarse de” o “divorcio”.
Curiosamente la mayoría de los que han traducido el Nuevo Testamento del griego a otros idiomas han elegido traducir apoluo como “divorcio”. Sin embargo, a la luz de lo que se ha sostenido como cierto de san José, ¿En verdad podemos decir que san José tenía la intención de divorciarse de su querida esposa? La Iglesia ha recorrido un largo camino para poder comprender a san José, y en la opinión de muchos la idea de que él hubiese querido divorciarse de María necesita ser reexaminada.
Ahora bien, siendo justos, los que a lo largo de la historia han traducido apoluo como divorcio no lo hicieron con mala intención o malicia; hay que recordar que divorcio con frecuencia es una traducción válida de la palabra de acuerdo al contexto de un pasaje en particular. Sin embargo, la única razón por la que la palabra divorcio se utilizó en Mateo 1, 14-28, fue porque la Iglesia aún no había desarrollado una teología de san José.
Reexaminar
Actualmente y a la luz de lo que la Iglesia ha discernido con toda claridad sobre la verdad de san José, sostener la postura de que haya querido divorciarse de su esposa resulta del todo incongruente con sus virtude y ¡Hace que el cimiento mismo de la Nueva Alianza de Jesucristo caiga por los suelos! Divorciarse de María habría sido un acto extremadamente injusto por parte de san José, porque María era inocente y no había hecho nada malo. ¿Cómo aquel hombre que la Iglesia invoca como “pilar de las familias” y “gloria de la vida doméstica” podría ser el mismo que hubiese querido divorciarse de Inmaculada Madre de Dios, pura inocente? No tiene ningún sentido.
¿Eso significa que durante dos mil años la Iglesia se equivocó sobre un aspecto muy importante de la Revelación divina? De ninguna manera. Hay que recordar que desde el tiempo en que se escribió el Nuevo Testamento la Iglesia ha permitido varias traducciones de apoluo en el Evangelio de Mateo, pero lo que sí significa es que a la luz del desarrollo tecnológico que la Iglesia ha realizado sobre san José, necesita reexaminar el tema y presentar una interpretación teológica más exacta de Mateo 1,28-24.
La Iglesia, al reconocer la extraordinaria obediencia, justicia reverencia y humildad de san José ha logrado poner en contexto real la correcta traducción de la palabra apoluo en el Evangelio de Mateo. En esencia, al comprender la extraordinaria santidad de san José le ha proporcionado la correcta interpretación de lo que él intentaba hacer.
La fe sobrenatural de san José le permitió saber que María efectivamente había concebido por el Espíritu Santo y ese gran misterio que se realizaba al interior de María le hizo sentir temor. Su intención no era divorciarse de María; más bien el creía que su deber ante Dios, autor de aquel misterio que se desarrollaba en el vientre de su esposa, era distanciarse de ella y del Niño hasta que le fuese dada otra revelación. El hecho de que la Iglesia permita esta interpretación y de que muchos de los Padres de la Iglesia, teólogos medievales, santos y místicos ya hubiesen interpretado el pasaje de esta manera, es lo que esta causando que no pocos académicos y estudiosos se adhieran a la teoría de la Reverencia.
Unido a la voluntad de Dios
Ante la realidad de la perfecta y amorosa unión de san José con la voluntad de Dios, así como su justicia y reverencia, cualquier interpretación que afirme que él deseaba divorciarse de su esposa debe descartarse en virtud de que resultaría teológicamente insostenible a la luz de lo que ahora sabemos de cierto de san José.
San José pasaba por una prueba. La virtud y cooperación de san José con la gracia necesitaba ser puesta a prueba porque Dios quería hacer de san José un nuevo Abraham, un padre espiritual para el pueblo de la Nueva Alianza. Si san José pasaba la prueba mediante la amorosa disposición de sacrificarse completamente, Dios lo bendeciría mucho más de lo que habría bendecido a cualquier otro hombre sobre la tierra. No es necesario decir que ¡San José pasó la prueba!
El amor, la fe, la humildad, la justicia, y reverencia de san José eran tan grandes que en ningún momento sospechó que María le hubiese sido infiel. María era pura e inocente y él lo sabía. Tampoco consideró la posibilidad de que otro hombre hubiese violentado a su esposa. Él estaba absolutamente seguro de que María le pertenecía a Dios…san José deseaba distanciarse de María sabiendo que Dios, quien había procreado el niño en su vientre, habría de cuidar a ella y al Niño.
Revelación a Santa Brígida
En las revelaciones místicas a Santa Brígida de Suecia, la Santísima Virgen en persona habló de la justicia y reverencia que san José había ejercido como respuesta al descubrir su embarazo. Nuestra Señora le dijo lo siguiente a Santa Brígida:
“Desde el momento en que yo le di mi consentimiento al mensajero de Dios, José, viendo que había concebido por el poder del Espíritu Santo y que estaba embarazada y que estaba creciendo, se encontraba muy sorprendido, y porque él no sospecharía maldad alguna sino que recordaría las palabras del profeta que predijo que el Hijo de Dios nacería de una virgen, se consideró indigno de servir a tal madre, hasta que un ángel le ordenó, en sueños, no temer sino servirme con caridad”.
Curiosamente lo que María le dijo a santa Brígida de Suecia es exactamente lo que ella le habría dicho a san Mateo cuando este escribía su evangelio. Piénsenlo: ¿De qué otra manera san Mateo podría haber sabido lo que escribió en Mateo 1, 18-24 si no fue por María? San Mateo no conoció a san José y no estaba presente cuando sucedió todo aquello. La fuente de información tuvo que haber sido María, y ella no le habría dicho que sus esposo quería divorciarse de ella, sino lo que le dijo a santa Brígida.
San José, el nuevo Abraham
La teoría de la reverencia nos enseña que, en la mente y el corazón de san José, Dios estaba en primer lugar. Si el darle a Dios lo que le pertenecía requería que san José sacrificara su futuro con María, entonces así sería; Dios estaba primero. Por amor a Dios, san José estaba dispuesto a padecer un sacrificio mucho mayor que el que hubiera hecho cualquiera de los Patriarcas del Antiguo Testamento o mártir del Nuevo testamento. Dios quería que san José fuese un nuevo Abraham, un hombre dispuesto a sacrificarlo todo por la santa voluntad de Dios. Dios recompensó el amor, la obediencia, la justicia, reverencia y humildad de san José confirmándolo como cabeza de la Sagrada Familia, el padre de Jesucristo, el terror de los demonios y nuestro padre espiritual. San José cosechó un tipo de paternidad espiritual sin paralelo alguno ¡Y sus hijos serán tan numerosos como las estrellas del cielo! Dios lo hizo Padre espiritual de una nueva creación ¡Dios lo convirtió en el incrementador!
Los santos, teólogos y místicos que han enseñado a lo largo de los siglos que san Jose demostró un amor perfecto, justicia y piedad reverente hacia Dios y María, nos dan una profunda interpretación de Mateo 1, 18-24 que actualmente está siendo afirmada en la doctrina eclesiástica sobre san José. El es el más grande de todos los santos, el “pilar de las familias” y la “gloria de la vida doméstica. Después de Jesucristo ¡San José es el más justo, amoroso y reverente de entre los hombres!”:
San José, nuestro padre espiritual, no es un hombre de dudas que haya buscado divorciarse de nuestra madre espiritual. La respuesta de san José al embarazo de María es un modelo para nosotros. Nuestro padre espiritual nos enseña cómo ser justos y reverentes de cara a todo tipo de sucesos, nos enseña a darle a Dios lo que merece, e incluso a estar dispuestos, de ser necesario, a sacrificar todo lo que amamos.
Nuestro padre espiritual nos enseña que no debemos actuar a la ligera o con dureza cuando nos encontramos en situaciones incomprensibles. Todo debemos llevarlo a la oración y esperar a que el Señor nos dé luz y nos guíe. Si somos amorosos, fieles, reverentes y justos, Dios nos revelará todo y nos hará abundantemente fructíferos.