El Evangelio no registra una sola palabra de él (San José); su lenguaje es silencioso.
Santo Papa Pablo VI
Donald H. Calloway/ Autor
Honramos a San José como el hombre que le enseñó a Jesús a hablar. Jesús debió hablar en un estilo similar a su padre terreno, usando las mismas expresiones coloquiales y teniendo el mismo acento de San José. Sin embargo, no tenemos ni una sola palabra de San José registrada en el Nuevo Testamento. Las acciones hablan más alto que las palabras.
El silencio y humildad de San José son fundamento de su grandeza. De todos los hombres que Dios pudo haber elegido para ser el padre terreno de Jesucristo, Dios eligió a San José, el más silencioso de todos los hombres.
San José nunca quiso estar al frente del drama de la salvación. Prefirió mantenerse escondido, deseando que toda la atención se le diera a Jesús y a María. El silencio y humildad de San José son únicos y revelan su poder, su grandeza e influencia ante Dios.
Tesoro del cristianismo
En el siglo XVII, el obispo Jacques-Bénigne Bossuet, de Francia, exaltó las maravillas del silencio y humildad de San José, escribiendo:
“Jesús fue revelado a los apóstoles para que lo anunciaran en todo el mundo. Fue revelado a San José que debía permanecer en silencio y mantenerlo oculto. Los apóstoles son luces para hacer que el mundo vea a Jesús. José es un velo para cubrirlo y bajo ese velo misterioso se nos oculta la virginidad de María y la grandeza del Salvador de las almas. Aquél que glorifica a los apóstoles con la gloria de la predicación, glorifica a José con la humildad del silencio”.
El Obispo Bossuet tenía en tan alta estima a San José, que consideraba el más grandioso ser humano del cristianismo después de Jesús y de María. Aunque la santidad de San José está oculta y escondida para muchos, el Obispo Bossuet nos recuerda o objeto más sagrado de la cristiandad es Aquél que está escondido y velado. Afirma: “Lo más ilustre que tiene la Iglesia es lo que más esconde”.
El Obispo Bossuet se refiere al Santísimo Sacramento oculto, reservado en cada tabernáculo alrededor del mundo. Sin embargo, es interesante que conforme se ha incrementado la exposición de Santísimo Sacramento, también San José ha sido puesto en primera fila en la atención y devoción de la Iglesia.
El haberle quitado el velo a San José ha provocado la revelación de uno de los mayores tesoros del cristianismo. Las generaciones anteriores habrían estado encantadas con el desarrollo y comprensión de la Iglesia sobre el rol de San José y su devoción en tiempos modernos, porque pese a que su entendimiento y devoción estaba en una etapa rudimentaria, aun así lo amaban y hubieran acogido felices mayor luz, de haber estado disponible en aquel momento.
Con santos y místicos
En ocasiones, Dios también ha enseñado a la Iglesia sobre la grandeza de San José a través de los escritos de santos y místicos, tales como Santa Brígida de Suecia, la Venerable María de Ágreda y la Beata Ana Catalina Emmerich. Incluso la Virgen María instruyó a Santa Brigida sobre la grandeza de San José, especialmente enfatizando la maravilla de su silencio. Nuestra Señora le dijo a Santa Brígida:
“San José era tan reservado y cuidadoso en su hablar, que jamás salió de su boca una sola palabra que no fuese buena y santa, ni nunca se entregó a conversaciones innecesarias o menos que caritativas. Fue muy paciente y diligente en soportar la fatiga; practicaba la pobreza extrema; fue muy manso al soportar heridas; fue fuerte y constante contra los enemigos; fue el testigo fiel de las maravillas celestiales”.
En tiempos modernos, Dios ha seguido revelando la grandeza de San José a través de los escritos de dos de los santos más conocidos y amados de la Iglesia: Santa Teresita de Lisieux y Santa Faustina Kowalska. Sus respectivas autobiografías se encuentran entre la escritos más populares de los santos modernos.
Santa Teresita describe su amor por San José en La Historia de un Alma. Les dice a sus lectores que ella le tenía una tremenda devoción a San José desde su infancia. Cuenta la historia de cómo, cuando era una niña pequeña, fue milagrosamente sanada por la intercesión de San José. tarde, ya siendo monja carmelita, Santa Teresita escribió sobre cómo le rezaba a San José todos los días, atribuyéndole haberle concedido incontables favores.
En las apariciones de la Divina Misericordia a Santa Faustina Kowalska, San José frecuentemente se hacía presente asegurándole su protección sobre la importante misión de dar a conocer la misericordia de Dios y la confianza en Él. Al igual que Santa Teresita, Faustina también rezaba a San José todos los días y escribió sus experiencias en su Diario.
Revelaciones de María
Sin duda alguna, los santos y místicos de la Iglesia han contribuido en gran medida, revelando la grandeza de San José. Sin embargo, por encima de todos ellos, es la misma Virgen María quien parece estar haciendo más que nadie para que su esposo sea conocido y amado.
Piénsalo: hace siglos, María fue la primera persona en «descubrir» la grandeza de San José, y fue ella quien le contó a San Mateo y a San Lucas los aspectos de la vida de su esposo, que de otra forma no habrían sido conocidos, ya que San Mateo y San Lucas jamás conocieron a San José personalmente; nunca lo vieron ni hablaron con él, por lo que la explicación más probable de que San José aparezca en el Nuevo Testamento es que María les hubiese hablado los apóstoles sobre él. La esposa de San José es la fuente de información de San José en el Nuevo María quería que su esposo estuviese incluido en el Nuevo Testamento. San José no hablaba mucho, pero su esposa hablaba por él.
Actualmente, es de nuevo María quien señala a San José a través de sus múltiples apariciones en el mundo haciéndose acompañar por él, enseñándole a la Iglesia y logrando que se reconozca la importancia de su esposo. Por supuesto que todo esto ha sido voluntad de la Santísima Trinidad, pero no cabe duda de que María se complace mucho en ello y así lo quiere. Parecería como si María, ¡le estuviese pidiendo a Jesús proveer más vino para la boda!
Algunas apariciones de san José y el mensaje que dejó a santa
Veamos algunas de las apariciones referidas por el Beato Gabriele Allegra, así como algunas que han ocurrido desde su muerte.
*El 21 de agosto de 1879, la Virgen María se apareció a 15 personas en Knock, Irlanda. La aparición se conoce popularmente como «Aparición de Nuestra Señora de Knock», pero San José y San Juan Apóstol también estaban presentes. No hubo palabras o mensajes por parte de Nuestra Señora o de los otros visitantes celestiales. La aparición ocurrió en medio de una lluvia torrencial y duró muchas horas. Según el testimonio jurado de aquellos que presenciaron la aparición, San José vestía de blanco, estaba descalzo y tenía sus manos juntas en oración con su cabeza ligeramente inclinada hacia María como honrando su gran dignidad de ser la Madre de Dios. Es una aparición misteriosa e intrigante, pero está plenamente aprobada por la Iglesia.
*En 1917, la Virgen María se apareció en Fátima, Portugal. El 13 de octubre de 1917, durante la última de las seis apariciones marianas a los tres jóvenes visionarios, San José también se apareció. Fue poco antes del milagro del sol cuando San José apareció con el Niño Jesús en los brazos y juntos bendijeron al mundo. Los tres videntes de Fátima dieron testimonio de que San José y el Cristo Niño bendijeron al mundo simultáneamente.
*En 1968 hubo una serie de apariciones de Jesús, María y San José en Zeitoun, distrito de El Cairo, Egipto. Las apariciones tuvieron lugar en el techo y los alrededores de una iglesia copta y fueron aprobadas por las autoridades eclesiásticas coptas del lugar.
*Quizás las más significativas de todas las apariciones de San José en tiempos modernos, han sido las que presuntamente recibió la Hermana Mildred Mary Neuzil (también conocida como Hermana Mary Ephren) en los Estados Unidos de América en los años 1950s.
Mensaje muy especial
Los mensajes de San José a la Hermana Mary Ephren el 18 y 19 de marzo de 1958 son de una importancia y magnitud espiritual muy grandes. La Hna. Mary Ephren escribió:
“El 11 de marzo de 1958, Nuestra Señora me dijo: «San José vendrá en la víspera de su fiesta. Prepárate bien. Habrá un mensaje especial. Mi santo esposo juega un papel importante en traer la paz al mundo.» (marzo 18, 1958)
San José vino como fue prometido, y éstas son las palabras que dijo en esta ocasión:
«Ponte de rodillas, hija mía, porque lo que vas a escuchar y lo que vas a escribir llevará a incontables almas a una nueva forma de vida…A través de mí el Padre celestial ha bendecido toda paternidad, y a través de mí continúa y continuará haciéndolo hasta el fin de los tiempos. Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y junto con mi esposa virginal los cuido con gran amor y atención. Los padres deben acudir a mí, pequeña, para aprender la obediencia a la autoridad: a la Iglesia siempre, como portavoz de Dios; a las leyes del país en el que viven, siempre y cuando éstas no vayan en contra de Dios y del prójimo. La mía fue una obediencia perfecta a la Divina Voluntad, como me fue mostrado y se me hizo conocer por la ley judía y la religión. La paternidad viene de Dios y deberá tomar nuevamente su correcto lugar entre los hombres.»
Cuando San José dejó de hablar vi su purísimo corazón. Parecía estar sobre una cruz de color marrón. Me pareció que, en la parte superior del corazón, en medio de las llamas que brotaban, había un lirio totalmente blanco. Entonces escuché estas palabras: «He aquí este corazón puro tan agradable al que lo hizo.»
En la noche del día siguiente, el 19 de marzo de 1958, San José volvió a aparecer ante mí como lo había prometido y se dirigió a mí con estas palabras: «Hija mía, deseo que se asigne un día para honrar mi paternidad… La Divina Trinidad ha puesto a nuestro cuidado la paz del mundo. La imitación de la Sagrada Familia, niña mía, de las virtudes que practicamos en nuestro pequeño hogar de Nazaret, es el camino para que todas las almas tengan esa paz que proviene sólo de Dios y que nadie más puede dar.»
Paternidad que cambia todo
Todo lo que el hombre moderno necesita conocer sobre la grandeza de San José está contenido en el mensaje dado a la Hermana Mary Ephren: La paternidad espiritual de San José, la paternidad virginal, la apariencia juvenil, la realeza, la corona, el corazón y la capa. San José habla de su protección a la familia, la importancia de la paternidad y el deseo celestial de que se establezca una fiesta especial honrando su paternidad. ¡Dios quiere que San José sea conocido y amado!
Amigos míos: ¿se dan cuenta de lo que esto significa? ¡La paternidad de San José cambia las reglas del juego! El significado de una festividad en honor de la paternidad de San José haría mucho bien espiritual a la Iglesia, a las familias y al mundo. ¡San José merece que sea coronado por sus amados hijos!
Las experiencias religiosas privadas de la Hermana Mary Ephren también nos enseñan que San José tiene un rol esencial para traer paz al mundo. San José es evidentemente una parte integral del Triunfo del Corazón Inmaculado de María (de allí su aparición en Fátima el 13 de octubre). El Corazón de Nuestra Señora triunfará cuando se logre la restauración de la familia y el legítimo lugar de Dios en ella. Nada de esto sucederá hasta que la paternidad de San José sea plenamente reconocida por la Iglesia. ¡Ahora es el tiempo de San José!
San José dormido
En cuatro ocasiones y a través de un ángel, Dios le dio a San José mensajes muy importantes en sus sueños (ver Mt 1,20; Mt 2,13.19.22).
El sueño de San José es tan importante y poderoso que se le tiene miedo. Según el Nuevo Testamento, el sueño de San José es la oración. En el cielo, San José ya no duerme, por supuesto, pero en la eternidad sí «descansa en el Señor.» No es lo que se denomina «descanso
En tiempos recientes, se ha desarrollado en la Iglesia una devoción popular a San José bajo el título de «José dormido» que consiste en obtener una estatua representativa de San José dormido pidiéndole su intercesión para una intención en particular, escribiendo la intención en un pedazo de papel y poniéndolo bajo la imagen de San José dormido. Es una maravillosa forma de mantenerse conectado con tu padre espiritual y pedirle que ruegue (dormido) por tus intenciones.
“Oh San José, eres un hombre altamente favorecido por Altísimo. El ángel del Señor se te apareció en sueños mientras dormías, para prevenirte y guiarte mientras cuidabas a la Sagrada Familia. Eras a un tiempo silencioso y fuerte, un protector leal y valiente. Querido San José, ya que descansas en el Señor, confiado de su absoluto poder y bondad, mírame. Te pido que pongas mi necesidad en tu corazón, sueña con ella y preséntala a tu Hijo. Ayúdame, oh buen San José, a escuchar la voz de Dios, ayúdame a levantarme y actuar con amor. Alabo y le doy gracias a Dios con alegria. San José, te amo. Amén”.