Ya que todos vamos a morir, deberíamos apreciar la devoción especial a san José para que nos obtenga una buena muerte. (San Alfonso María de Ligorio)
Donald H. Calloway/ Autor
Nadie sabe cuándo va a morir. Ni siquiera sabemos cuándo murió san José. La tradición afirma que falleció en algún momento antes de que Jesús iniciara su ministerio público, pero no sabemos el momento exacto. San Bernardino de Siena ofrece algunos pensamientos perspicaces sobre la muerte de san José. Dice:
“Aunque en las Escrituras no leemos cuando murió san José, se podría creer que quizás falleció antes de la Pasión de nuestro Señor, ya que, de haber estado vivo, no habría estado ausente de la Cruz del Salvador; y tampoco habría sido apropiado que, desde la Cruz, Cristo hubiese dejado a María bajo los cuidados de otra persona”.
Las reflexiones de san Bernardino tienen mucha lógica. Si san José hubiese estado vivo cuando crucificaron a su Hijo, seguramente él habría estado en el Calvario para confortar a su esposa y ser una fuente de consuelo para Jesús.
El que Dios quitara a san José de la escena antes del ministerio público y la Pasión de Jesús era claramente parte del Plan Divino.
Reflexiones sobre la muerte de José
Quizás te preguntes, “¿Por qué Dios se llevó a san José antes de la Pasión de Jesús? Bueno, conforme al plan de Dios, era apropiado que san José ya hubiera muerto para que Jesús pudiese encomendar a su madre con san Juan -y también encomendar a Juan (simbolizando a todas las almas) a su madre-. Si San José hubiese estado presente en la crucifixión, confiar las almas a María como nuestra madre espiritual no habría sido tan claro o entendible para los seguidores de Jesús. La relación filial que cada alma está llamada a tener con María habría quedado oscurecida de haber estado presente san José. Además, si san José hubiese estado presente en la crucifixión, Jesús le habría tenido que decir al apóstol Juan “he ahí a tu padre”. Tal cosa habría causado una tremenda confusión a los seguidores de Jesús con respecto a la diferencia entre el Padre Celestial y san José. Jesús quería que sus discípulos tuviesen una relación filial con san José así como con María, pero el reconocimiento de la paternidad espiritual de san José tendría que esperar hasta que la Iglesia fuese lo suficientemente madura como para empezar a comprenderlo.
Así como convenía que san José falleciera antes de la Pasión de Jesús, también convenía que falleciera antes de iniciar su ministerio público. Si san José hubiese vivido durante el ministerio público de Jesús, para la gente habría resultado confuso escucharlo decir que quería llevarlos al Padre. Con el objeto de evitar oscurecer la primacía del Padre celestial, José tenía que morir antes de que comenzara el ministerio público de Jesús.
“Aunque no sabemos exactamente cuándo murió san José, los santos y los santos místicos nos ofrecen algunas reflexiones sobre cómo haría fallecido.
“Se podría piadosamente creer que al momento de su muerte (de san José), Jesús y la Santísima Virgen María, su esposa, estaban presentes. ¡Qué exhortaciones! ¡ Qué palabras consoladoras! ¡Qué promesas! ¡Qué palabras tan luminosas e inflamadas! En aquel momento de su paso a la eternidad, ¡Qué revelaciones sobre los bienes eternos habrá recibido de su Santísima esposa y de Jesús, el amadísimo Hijo de Dios! Dejo a tu propia devoción la contemplación y consideración de todo esto” (San Bernardino de Siena)
Visiones de una beata
Las visiones místicas reportadas por la Beata Ana Catalina Emmerich sobre la muerte de san José han intrigado a mucha gente. Su idea de que el cuerpo de san José fue puesto en una tumba ha llevado a muchas personas a preguntarse si todavía existe. Si bien es ciertamente probable que el cuerpo de san José fuese puesto en una tumba, a la fecha no se tiene ni idea de donde se localiza la tumba de san José. Ninguna persona en toda la cristiandad ha reclamado jamás saber dónde fue puesto el cuerpo de san José después de su muerte ¿No es fascinante? Sabemos donde se localizan las tumbas de los antiguos patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, porque se describen en detalle en el Antiguo Testamento, pero en cuanto a la tumba de san José, no tenemos ni idea de dónde esté.
Si el cuerpo de san José está en una tumba, seguramente estará incorrupto, ¿verdad? Así lo creía la beata Ana Catalina Emmerich y ofreció un interesante pensamiento sobre ello.
(Pero esta idea) ha llevado a algunas personas a especular que el cuerpo incorrupto de san José será descubierto algún día y que cuando eso ocurra, producirá en la Iglesia un gran regocijo. ¿Te imaginas? ¡Que día de enorme regocijo sería ese!
Sin embargo, aunque fuese un evento grandioso y maravilloso, hay una muy buena razón por la cual no sabemos en dónde se localiza la tumba de san José. Lo más probable es que el cuerpo de José no se encuentre incorrupto en ninguna tumba, en lugar alguno sobre la tierra. Lo más probable es que su cuerpo esté en el cielo con Jesús y María.
Llevado al Cielo
Muchos santos creen que san José fue llevado al cielo de una forma semejante a la Asunción de la Santísima Virgen María y tiene mucho sentido si uno lo piensa bien. En la tierra no existen reliquias del cuerpo de María -sólo tenemos piezas de su velo, cinturón o algunos otros fragmentos de sus vestidos- porque fue asunta al cielo en cuerpo y alma. De igual manera no hay reliquias corporales de san José en ninguna parte -únicamente se tienen piezas de su indumentaria o algunos otros elementos asociados a él -como por ejemplo su báculo-, porque seguramente él también fue llevado al cielo en cuerpo y alma. Si Jesús elevó al cielo el cuerpo de su madre ¿Por qué no habría de hacerlo por el de su amado padre? ¿Qué hijo, teniendo el poder divino, llevaría el cuerpo de su madre al cielo dejando el de su padre en una tumba?
San Bernardino de Siena apoyaba la creencia de que san José fue asunto al cielo, y aunque aclaró que esta creencia no podría tenerse como doctrina (al menos no en el tiempo de san Bernardino) reconoció que los fieles de su tiempo sí podían creerlo piadosamente sin problema.
Pocos siglos después de la vida de san Bernardino, san Francisco de Sales, llevó al siguiente nivel la piadosa creencia de la asunción corporal de san José. La afirmación de san Francisco de Sales sobre el tema es quizás la más atrevida que haya hecho un santo en relación a la asunción de san José al cielo. Él afirmó:
“Jamás podemos dudar ni por un momento, de que este glorioso santo tiene gran influencia en el cielo con Aquel que lo llevó allí en cuerpo y alma ¡Un hecho más que probable ya que no se tiene ninguna reliquia de ese cuerpo aquí abajo! Me parece que nadie podría dudar de que esto sea cierto porque ¿Cómo podría negarle esta gracia el que le fue tan obediente a san José toda su vida?”
De los santos resucitados
En tiempos modernos, un papa muy santo, Juan XXIII, ha afirmado que san José fue asunto en cuerpo al cielo. En una homilía ofrecida el 26 de mayo de 1960, Solemnidad de la Ascensión, afirmó:
“{La Ascensión de Jesús} corresponde, pues, a los muertos del Antiguo Testamento, los más próximos a Jesús -nombremos dos de los más íntimos en su vida, Juan Bautista, el precursor, y José de Nazaret, su padre putativo y custodio- {La Ascensión} corresponde a ellos -así piadosamente lo podemos creer- el honor y el privilegio de abrir este admirable acompañamiento por los caminos del cielo”.
¿Por qué los santos y papas creerían que san José fue llevado al cielo en cuerpo y alma? Bueno, hay varias razones; una se encuentra en el propio Nuevo Testamento. El Evangelio de Mateo nos habla de un increíble evento que le sucedió a mucha gente después de la resurrección de Jesús. Dice:
“Inmediatamente, el del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente”. (Mt 27, 51-53)
Es un pasaje intrigante, por decir lo menos ¿Quiénes son los santos que resucitaron de sus tumbas a la muerte de Jesús? Bueno, no sabemos con exactitud quiénes fueron porque no se dan nombres, pero la Iglesia siempre ha pensado que fueron los profetas del Antiguo Testamento, así como Juan el Bautista y san José, Sin duda tiene sentido que san José hubiese estado entre ese número.
Si la gente resucitó de la muerte cuando Jesús murió -un hecho que está claramente afirmado en el pasaje del Evangelio de Mateo- ¿No habría sido san José uno de ellos? ¿Por qué Nuestro Señor habría resucitado a otros de la muerte y dejar a su propio amado padre en la tumba?
Santificado en el vientre materno
Es preciso aclarar que ni san José ni ningún otro santo experimentaron una concepción inmaculada que se parezca en algo a la de Nuestra Señora. Después de la caída del hombre, la Virgen María fue la primera en estar libre de toda mancha de pecado desde el primer momento de su existencia. Solamente ella y su Hijo tuvieron ese momento de su existencia, ese singular privilegio. Sin embargo, san Lorenzo de Brindisi, el beato Bartolo Longo y mucho otros han afirmado que Dios sí le dio dones extraordinarios de santidad a ciertos santos inmediatamente después e haber sido concebidos para la misión que Dios les encomendó. Ya que este es el caso, no sólo san José habría estado en la lista de los santos que fueron santificados en el vientre materno, sino que habría sido el “más santificado” de todos ellos. Su misión de amor fue mucho más grandiosa que la de cualquiera de los profetas del Antiguo Testamento, e incluso más grande que la misión de san Juan Bautista.
Causas de su muerte
La creencia de que san José fue santificado en el vientre materno, ha llevado a mucha gente a ponderar la causa de la muerte de san José. Es decir ¿de qué falleció? ¿De edad avanzada o de otras causas? Según muchos santos, hay mucho más en la muerte de san José de lo que pensamos. Afirman que su muerte fue tanto natural como sobrenatural. Falleció de una causa natural (enfermedad o edad avanzada) pero también de una causa sobrenatural (amor).
“El amor fue la verdadera causa de la muerte de san José”. (Venerable María de Ágreda)
Exploremos un poco más.
El principal propósito de san José en la vida era llevar a su esposa (la nueva Eva) y a su divino hijo (el Nuevo Adán) al Calvario, donde podrían ofrecer su sacrificio para redimir al mundo. Sin embargo, la presencia física de san José no era necesaria en el Calvario. Dios requería que san José hiciera su sacrificio de antemano. Cumpliendo con el plan de Dios, san José ya había ofrecido su amoroso sacrificio antes de que Jesús y María ofrecieran el suyo en el Calvario. Su misión había requerido que él muriera a sí mismo todos los días con el objeto de llevar a Jesús y a María al Calvario para que pudieran realizar su sacrificio. San José ya había hecho todo lo que podía, y aunque su cuerpo seguramente ya estaba desgastado debido a los límites de la naturaleza humana, su muerte fue más por amor que cualquier otra cosa. Su mente, corazón alma y cuerpo, ya ni soportaban más sufrimientos. Estaba exhausto de amor. Durante décadas había derramado todo su corazón por Jesús y María. El amor lo había consumido. El amor lo había “matado”.
Nadie ha sufrido más por Jesús y María que san José.
Vaciado por amor
El sufrimiento de san José por Jesús y María duró décadas y fue de tal intensidad interior, que no hay sangre de ningún mártir que se pueda jamás comparar con el amor sacrificial que el padre de Jesús ofreció durante tantos años. Vivió con el eterno conocimiento de que el corazón de su esposa sería atravesado, y su Hijo sería burlado, ridiculizado y odiado. No ignoraba la profecía de Simeón; la conocía bien y la llevó en su corazón durante décadas.
El glorioso san José había vivido, antes que otros profetas y santos, extrema pobreza, exilio y penurias por amor a Cristo. San José lo dio todo por Jesús y María, se vació totalmente. Cuando estuvo completamente agotado de amor, murió de haber amado tanto.
María, como la nueva Eva y madre de todos los vivientes, tenía que estar en el Calvario; san José, un nuevo Adán, ya se había entregado y había ofrecido su amoroso sacrificio. A diferencia de san José, la presencia de María en la Cruz, era absolutamente necesaria. Ella tenía que estar allí para dar a luz a la Iglesia.
La venerable María de Agreda tuvo una visión, en la que era transportada junto a la cama de san José para atestiguar su último aliento y las ultimas palabras que le dirigió a su amada esposa. En una afirmación que seguramente tocará tu corazón y tu alma, la venerable María de Ágreda relato que, antes de morir, san José se despidió de María con estas palabras:
“Bendita eres entre todas las mujeres. Que los ángeles y los hombres te alaben; que todas las generaciones conozcan, alaben y exalten tu dignidad, y que el Altísimo sea eternamente alabado por haberte creado tan agradable a sus ojos y a la vista de todos los espíritus benditos. Espero disfrutar de tu vista en la patria celestial.