Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Los saludo con mucho cariño y mucho amor deseándoles un feliz año nuevo 2016. Hemos llegado al año nuevo, dejamos atrás el año viejo con muchas experiencias. Ha sido un año 2015 muy intenso para mí, haber llegado a esta diócesis, tomar posesión en febrero, irme incorporando al trabajo pastoral con todos sacerdotes, consagrados, Seminario, laicos, parroquias, etcétera, para mí ha sido un año muy intenso, muy bonito, muy lleno de bendiciones, por el cual hemos dado gracias a Dios.
Me impresiona también que tanta gente ha acudido la noche del 31, todo el día del 31 a dar gracias a Dios. ¡Que no se pierda! Que nunca se pierda ese sentido de gratitud, de darle gracias a Dios, en este caso por el año que hemos terminado, pero también hemos celebrado año nuevo, hemos celebrado con la Eucaristía el año nuevo que vamos empezando apenas con una ilusión, con mucha esperanza, con muchos proyectos, con muchas bendiciones. Seguimos en el ritmo intenso como diócesis, preparándonos para la venida del papa Francisco en este año 2016 en febrero, precisamente el 17, seguimos con mucha ilusión, con mucha alegría todos todos los sectores de la ciudad, de la diócesis nos hemos estado sumando para seguirnos preparando y recibir al papa con fe, con alegría.
Hay dos aspectos relevantes de este inicio de año a nivel universal en la Iglesia, primero hemos celebrado a la Virgen María, Madre de Dios, quiere decir que empezamos el año encomendados a María, Madre de Dios, Madre nuestra, Madre de la Iglesia. Nosotros como pueblo nos caracterizamos por ser un pueblo mariano, la Virgen de Guadalupe, nuestra patrona en la diócesis, en el país, que siempre mantengamos ese amor a María. María es la criatura más hermosa de la creación. Dios, nuestro Padre misericordioso nos ha mostrado su amor en ella y ella, Madre de la misericordia, Madre de Dios y Madre nuestra nos cubre con su abrazo maternal siempre misericordioso. La tendremos como siempre y por eso nos encomendados a ella durante todo el año a su protección, a su ayuda, a su intercesión como esa madre que siempre está con sus hijos, que siempre está con nosotros. El otro punto importante que a nivel mundial en la Iglesia se celebra en este inicio de año, es la paz. En el primero de enero celebramos la Jornada Mundial de la Paz, un tema en la Iglesia muy importante, un tema para el papa también muy importante y para nosotros como país, para nosotros en la diócesis, en nuestra ciudad también es muy importante.
Nos invita el papa en esta Jornada Mundial de la Paz que hemos vivido el primero de enero, nos invita a ser instrumentos de paz. Y el mensaje va muy de la mano con el Año de la Misericordia: experimentar el amor misericordioso de Dios en nosotros cada día nos lleva a un compromiso, muchos, uno de ellos es la paz.
Un hombre que vive la misericordia es un hombre que vive la paz, que vive en paz consigo mismo, con su familia, con la sociedad, con la creación, con la naturaleza, con todos, pero también contribuye, es constructor de paz, el papa nos invita a ser constructores, a ser instrumentos de paz. Hay muchos desafíos, hay muchos retos, hay mucho dolor, mucho dolor de guerra en la humanidad y entre nosotros. Por eso el mensaje de esta jornada es hacer a un lado todo sentimiento o palabra que vaya en contra del hombre, que destruya. Nosotros más bien hay que construir la paz, que se construya desde Dios, solamente así es posible. Tenemos cualidades, estructuras, medios de todo tipo, pero solamente podremos lograr la paz si estamos íntimamente unidos a Cristo, príncipe de la paz, no sólo en este primero de enero que hemos vivido, que hemos celebrado. Es la jornada un día, pero la jornada no termina, hay que trabajar por la paz todo el año.
Así hemos empezado nuestro año con mucha ilusión, con muchos proyectos. Todos tenemos metas de acuerdo a lo vivido el año pasado, queremos superarnos, queremos crecer en todo sentido …que este año crezcamos en fe, hay que tener más fe, ser fortalecidos en la fe, y la presencia del papa en febrero nos debe hacer crecer en la fe. Debemos de crecer en el espíritu: una espiritualidad centrada en Cristo y auxiliados por María Santísima.
Por eso intensifiquemos todo el año para lograr la paz y la armonía, intensifiquemos la oración, acerquémonos a la escucha de la palabra de Dios, acerquémonos a los sacramentos y sobre todo a la Eucaristía y acudiendo asiduamente durante el Año de la misericordia a los lugares designados para ganar la indulgencia, vayamos, aprovechemos esta gracia, pero que esta espiritualidad a lo que los invite a vivir nos lleve a ser mejores. Por eso pongo en las manos de Dios a todos ustedes, hombres y mujeres a toda la Iglesia diocesana, a todos los hombres y mujeres que habitamos estas tierras los pongo en las manos de Dios para que Él los bendiga, los cuide, los proteja durante todo este año que apenas hemos iniciado, 2016.
Como siempre les saludo, los quiero mucho les abrazo y les envío mi bendición para todo este año en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Feliz año nuevo!