Aquí un recuento sobre las danzas de matachines que existen en la diócesis para danzar a Dios y a los santos, y cómo pueden incluso distorsionar su fe cuando no son acompañadas en su fe…
Presencia
Casi noventa años de historia tienen los grupos de danzantes o matachines en Ciudad Juárez y aunque el número de grupos existentes en la ciudad no está claro, pues no hay un censo fidedigno, algunos opinan que son más de 150, van en aumento y son tan diversos como los santos a los que se encomiendan.
También es cierto que algunos de estos grupos que danzan como una forma de devoción, pueden generar distorsiones de fe, al danzar a santos inexistentes para la Iglesia Católica, como es la llamada santa muerte, que no es una santa, sino un suceso.
Y dado que recientemente se presentaron lamentables hechos en la ciudad, en que estos grupos se vieron involucrados en un ataque que dejó personas lesionadas, Presencia quiso abordar el tema desde el acompañamiento que hace la iglesia local a algunos de estos grupos.
Quiénes son
El padre Fernando Valle, actual párroco de Nuestra Señora del Pilar, es el experto en Danzas en la diócesis local. Tras casi 20 años de acompañamiento a los grupos existentes en Ciudad Juárez, el sacerdote se convirtió en el capellán de las danzas de matachines, además de amigo y asesor espiritual de los danzantes.
“En 1996 me asomé a las danzas para ver qué hacían o qué no hacían, y me di cuenta de que no tenían acompañamiento, andaban sin ton ni son”, compartió en una entrevista realizada hace unos años.
En aquella entrevista, el sacerdote explicó que las danzas vienen desde el tiempo de la conquista, de moros contra cristianos y que en la diócesis existen varios tipos de danzas, como las apache, las de nagüillas, las de plumas, danzas de conquista.
“Esto es porque los matachines vienen de la región de la laguna y de otras partes. Llegaron con sus propias devociones. También hay danzas de Mazahuas, los Raramuris, pero no les podemos llamar a ellos matachines, sino danzantes”, compartió.
Dijo que ‘Matachine’ significa “danzante de Dios” que ayuda a que los espectadores lleven su oración a Dios a través de la danza.
Herencia
Agregó en aquella entrevista, que los danzantes son, por lo general, grupos que forman parte de una organización religiosa, la mayoría de las veces por voto o penitencia o por promesas que se heredan de padres a hijos.
La danza de matachines es interpretada comúnmente por “manda”, y es encabezada por un estandarte que lleva el nombre y santo patrono de la danza. Algunas llevan además el estandarte de la Virgen de Guadalupe, patrona de México.
Dijo que en Ciudad Juárez existen alrededor de mil danzas, cada una identificada con un nombre y con un vesutario y color específico.
“El rojo nos habla de Jesucristo, del amor de Dios; el azul representa el firmamento, donde Dios se manifiesta; las plumas que utilizan representan la Creación de Dios, con sus criaturas”, explicó el sacerdote.
En cuanto a su danza, el sacerdote explicó que los matachines hacen su ofrenda a Dios como Creador de Todo y danzan a los cuatro puntos cardinales para indicar que rodean todo el Universo.
“La danza está integrada por un número no determinado de danzantes. Los pasos y las coreografías que se emplean en la danza dependen de cada “monarca”, quien es el jefe de la danza. Se incluyen personajes como los “viejos” o “demonios” cuya función es perturbar a los danzantes como una especie de interrupción a las oraciones que hace a Dios a través de los pasos”.
Acompañamiento
Fue acercándose a ellos como el padre Valle comenzó a conocer quiénes eran, qué hacían y luego indagó si los danzantes son católicos o de otra religión y si tenían los sacramentos. Se dio cuenta que muchos de ellos no estaban confirmados, ni casados por la Iglesia y decidió tener un acercamiento más profundo para poder cambiar la situación, pues incluso se dio el caso de que en algunas parroquias no eran aceptados con sus danzas.
Cuando fue enviado como vicario a la parroquia Nuestra Señora del Pilar, el sacerdote acompañó a danzas de El Sauzal, Zaragoza y Salvárcar y en la parroquia de Cristo Rey, recibió el apoyo del párroco, padre Refugio Montoya y continuó con la labor de evangelización y Catequesis, ya con reuniones mensuales con los llamados matachines.
Así, en los recientes años, el capellán ha acompañado a alrededor de 200 danzas ya sea en sus devociones al santo patrono, en reliquias, fiestas, bendiciones, y hasta en funerales.
Su espiritualidad
El padre valle explicó que los danzantes tienen su espiritualidad en su propio ser, en su danza, ya que ellos alaban y oran a Dios a través de su danza.
“Son danzantes de Dios, y deben llevar una vida recta, justa, generosa, de servicio, de entrega, ser mejor cristiano, mejor católico. Por tanto, es desde la danza donde toman su espiritualidad y desde ahí deben seguir avanzando en su vida cristiana”.
Y agregó: “La danza debe elevar su mente y espíritu a Dios, pero con un corazón sincero, con los sacramentos… esa es mi lucha con ellos, que tengan los sacramentos”.
“Esa ha sido mi participación con ellos: acompañarlos en su proceso de iniciación cristiana. Es gente buena, pero con pocos conocimientos en las cosas de Dios y de la Iglesia”, explicó en aquel entonces.
Expresión folklórica, cultural y tradicional
La danza es una manifestación religiosa, mezcla de distintas prácticas culturales que
llegaron a Ciudad Juárez en 1932 y desde entonces se han multiplicado llevando en sus
pisadas la devoción a un santo o santa.
Así lo explicó Daniela Guadalupe Córdova Ortega en la entrevista que Periódico Presencia le realizó para dar a conocer la tesis que elaboró para obtener el doctorado en Ciencias Sociales, cuya investigación se enfocó en los grupos de danzantes.
En su investigación, motivada por la figura de su padre, Rito Ortega, quien le inculcó el amor por las danzas tradicionales, Daniela expuso la importancia que tienen las danzas de matachines como una expresión folklórica, cultural y tradicional.
“Los danzantes o matachines retratan a esta comunidad fronteriza, conformada por
gente que viene de distintos lados del país”.
“La comunidad juarense está acostumbrada a ver las danzas en las iglesias o en fechas
importantes, sin embargo, durante el resto del año desconoce sus actividades. Tienen
sus propias velaciones en las casas de los jefes de mesa. Para ellos danzar es la máxima
expresión de su devoción”, compartió.
La danza, añadió, supone también un sacrificio corporal que los danzantes ofrecen para
el rezo.
“Danzar para San Lorenzo en agosto, con el calor extremo, y en diciembre, en el frío, es
un sacrificio. Cada pisada es una plegaria. Para ellos, el hincarse, persignarse, realizar
una oración, una alabanza para el agradecimiento que tienen con su padre Dios”.