Ana María Ibarra
En una celebración emotiva y llena de bellos signos, la Asociación Mater Filius celebró su tercer aniversario dando gracias a Dios durante la misa celebrada en la parroquia San Juan Apóstol y Evangelista el pasado domingo 28 de enero.
El padre Francisco García, párroco de la comunidad presidió la misa festiva.
Asociación que cura a otros
Al inicio de la celebración, el sacerdote agradeció a Dios por el trabajo de los voluntarios de Mater Filius, y pidió por ellos, para que su servicio sea llevado de la mejor manera.
«Bienvenidos a la parroquia de San Juan Apóstol y Evangelista, esta es su casa», expresó.
En su homilía, el sacerdote reflexionó sobre el evangelio de San Marcos, correspondiente a ese domingo, el cual narra la liberación que Jesús realiza a un hombre poseído por un demonio.
«Marcos es el primer evangelio que se escribe y el primer capítulo nos dice que Jesús se opone al mal que está en el mundo. Ese hombre está ahí esperando que alguien le ayude y llega Jesús. Él es el único que puede liberarnos de cualquier mal», expresó el sacerdote.
Luego relacionó los textos de la liturgia con la celebración de Mater Filius, definiendo a la agrupación como una asociación de empatía, de curación a otros.
“Ustedes hacen este servicio de solidaridad con mujeres que necesitan la cura de sus males. Los males muchos los curan, pero el que cura de raíz es Jesús y ustedes colaboran con Él. Que el corazón de todos ustedes permanezca unido al corazón de Jesús y que se alimente del corazón de María. Y que el corazón de ustedes se una al corazón de los otros”, dijo.
Asimismo, pidió para que la asociación siga creciendo y “que muchas personas se unan y siga creciendo la compasión”.
Signos de vida
En el momento del ofertorio, los voluntarios de Mater Filius presentaron junto con el pan y el vino algunos signos.
«Las llaves de Mater Filius, porque eres el único Señor y dueño de la casa de la Santísima Madre. La imagen, representación de cada niño y niña de la casa. Canastilla, que simboliza las necesidades de cada bebé.”, enumeró una de las voluntarias mientras los signos eran llevados al sacerdote.
“Manual de trabajo, que guía nuestra misión de acuerdo a la obediencia a la Iglesia. La tilma, que representa nuestro trabajo. Corbata que es la formalidad del compromiso que adquirimos», prosiguió.
Acto seguido, un grupo hombres y mujeres se presentaron para consagrarse como nuevos voluntarios.
El padre bendijo las tilmas, las corbatas y pañuelos y estos fueron colocados por los coordinadores a los nuevos voluntarios y voluntarias. Entre ellos, niños y adolescentes.
Al final de la celebración, los voluntarios, frente al altar con una rosa blanca en sus manos, se consagraron a la Virgen María y colocaron las rosas delante de ella.
Para concluir la celebración de aniversario, los asistentes compartieron los alimentos en una noche amena.