Juan Jesús Hernández/Dimensión Diocesana de Música Litúrgica
Unos días antes de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 Enero) me encontraba platicando con amigos sobre el ecumenismo y veíamos que, como dice el Concilio Vaticano II, Ecumenismo no necesariamente es como algunos lo ven, como si se puede mezclar una doctrina con otra sin ninguna restricción. A eso se le llama sincretismo religioso, pero el ecumenismo es la restauración de la unidad entre todas las Iglesias Cristianas.
Como formo parte del Equipo de Formación permanente a Coros parroquiales de la Diócesis (Dimensión Diocesana de Música Litúrgica), mis amigos me preguntaban si como parte del ecumenismo hoy se permite cantar música de origen no católico en las celebraciones católicas. Y comenzamos un debate.
Es importante entender la diferencia entre la Celebración Eucarística, horas santas, celebración de los sacramentos y otras actividades dentro de la Iglesia Católica -Asamblea de Oración, reunión de jóvenes, catecismo-, donde se entonan cantos religiosos.
Y hay que entender que la música Litúrgica está hecha para las celebraciones eucarísticas y la música de evangelización está hecha para las demás actividades evangelizadoras.
Algunos de mis amigos comentaban que no importa qué tipo de música se cante en la Iglesia si es para el mismo Dios, que no importa de qué denominación cristiana provengan, y que eso ayuda a practicar la “unidad entre las iglesias” de Cristo, que al final seremos un solo rebaño y un solo Pastor (Jn 10,16).
Cuestionaban qué tiene de malo ‘si son canciones muy bonitas que elevan el alma’. Y afirmaban que en todo caso es mejor escuchar esa música, que la mundana, llena de mensajes subliminales.
Alguno de mis amigos dijo: ‘Yo creo que la Iglesia Católica tiene la madurez de abrirse a lo que producen nuestros hermanos separados’.
Por mi parte les comenté que no estoy de acuerdo, y que también hay mucha música católica muy buena, así como programas de radio donde se difunde música católica -En Sintonía con Dios, Desde el Estudio, y Acorde a Jesús- donde se presenta una gran variedad: música de alabanza y adoración, para evangelizar, que invita a la solidaridad y compromiso y sobre todo música sagrada de la Liturgia. En esos programas descubrí que la música católica va más allá de sentir bonito.
En este sentido, hice ver a mis amigos la diferencia entre el ‘yo’ de la música protestante, y el ‘nosotros’ de la música católica.
Ya luego les enlisté la riqueza de la música católica, no solo de géneros, sino de contenido. Y aquí les quiero compartir estos ejemplos:
Cantos carismáticos originales: Padre Edgar Larrea, Rafael Moreno, Raúl Urbina, Carisma verde; cantos llenos de esperanza de los focolares “Gen Rosso” “Gen verde”, “Padre Fabio Baggio”; cantos del Camino Neocatecumenal de “Kiko Argüello”, los de la gran familia de Huelva “Brotes de Olivo” que posteriormente se convierte en una verdadera comunidad.
También incluyo a intérpretes que trabajan desde la gratuidad, con la consigna “Si lo recibisteis gratis, dadlo gratis” (Mt 10,8): Harijans, Jeséd, Ixcis, Egunsentia, Alfareros, Nico Montero, etc.
Luego también está el surgimiento del nuevo rock católico, cuyos principales precursores son dos sacerdotes: “Don José” y “Padre Johnny”. Está también la nueva música católica brasileña que incluso ha llamado a la conversión de los mismos protestantes: Padre Marcelo Rossi, “Rosa de Saron” “Iahweh”.
Aparte contamos a los canta autores y predicadores católicos Martin Valverde, Luis Enrique Ascoy, Daniel Poli, La Hermana Glenda, Kiki Troia, Cristina Villaseñor, Margarita Ariux, Azaneth, Silvia Mertins, Ester Hernández, Jon Carlo, Son By Four, Miguel Horacio, Roberto Ramírez, Ambriux Padilla. Y a los pioneros de la música litúrgica contemporánea Padre Cesáreo Gabaraín, Miguel Manzano, Juan Antonio Espinosa, Alejandro Mejía. Y muchos, muchos, más.
¿Quién dijo que cantar música protestante es malo? Si partimos desde un punto de vista moral, es cierto, no tiene nada de malo. De hecho hay cantos en particular que no se contraponen a nuestra creencia, sobre todo si están basados en la Palabra de Dios. Podríamos tener ese argumento como válido y justificar que somos seguidores y difusores de esta música. Pero no es así de sencillo.
Me atrevo -sin intenciones de herir susceptibilidades- a clasificar en tres grupos a los católicos que nos gusta la música religiosa.
El que solo escucha lo que le gusta, sin importar de donde provenga (relativista)
El que escucha lo que le gusta, pero no sabe de dónde proviene (desinformado)
El que escucha lo que va acorde con su fe (congruente)
En la Iglesia Católica reside la plenitud de la Verdad y por tanto los cantos católicos contienen la enseñanza verdadera.
Y por otra parte, existen tres situaciones especiales que se deben distinguir en los cantos: El origen, la esencia y la finalidad. Eso lo estaré comentando en un siguiente artículo.