Presencia
El pasado 18 de noviembre, un tribunal mexicano especializado en delitos electorales dictaminó que algunos contenidos de obispos y sacerdotes católicos en las redes sociales vulneraron el principio de separación Iglesia- Estado en México, en el contexto de elecciones. Los contenidos a los cuales aluden son unos publicados por los cardenales Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de la Ciudad de México; otros contenidos publicados por Mons. Pedro Pablo Elizondo, obispo de Cancún-Chetumal; así como algunos contenidos más de los sacerdotes Ángel Espinosa de los Monteros, del clero de los legionarios de Cristo, y Mario Ángel Flores, quien por entonces era rector de la Pontificia Universidad de México.
Los cinco magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dictaminaron que “Quienes emitieron los mensajes son personas con una prohibición constitucional expresa, dada su calidad de ministros de culto religioso, por lo que, al tener influencia relevante sobre quienes profesan el credo católico, estaban impedidos para emitir su posicionamiento respecto a la contienda electoral, así como para incitar al voto a favor o en contra de alguna fuerza política o candidatura contendiente”. Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Qué opina de la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y cómo cree que impacta en el derecho a la libertad de expresión en México?
En mi opinión esta sentencia es violatoria a la libertad de expresión que tiene nuestro país. Los cardenales y sacerdotes implicados vertieron su opinión sobre temas que conciernen a los principios de iglesia, como lo son la vida, la familia y el bien común.
Estos temas son principios fundamentales de la fe, por lo que, no pueden mantenerse callados cuando la agenda pública quiere imponer una agenda de género. Este dictamen es violatorio a los derechos humanos de los implicados y, por lo tanto, a los tratados y acuerdos internacionales que integran la libertad de expresión.
Si el Estado no quiere la participación de los líderes de la iglesia en asuntos públicos, entonces que el Estado deje de manipular a la ciudadanía con información sesgada sobre salud pública y bien común. Necesitamos obispos y sacerdotes sensibles a las problemáticas que se viven, comprometidos en la formación de conciencias y guías para que juntos los bautizados promovamos una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
Mtra. Yadira Lozano/ Politóloga
Esencialmente, los señores magistrados del tribunal electoral del Poder Judicial de la Federación concluyen que los obispos y sacerdotes tuvieron expresiones que violentan el principio de separación de la Iglesia y el Estado, al solicitar e invitar a sus feligreses a considerar, al momento de elegir autoridades, a candidatos cuyas propuestas sean congruentes con los valores católicos, particularmente en los temas de vida y familia.
Esta actitud “purista” de parte de los señores magistrados sólo sirve para demostrar que la justicia está, desde hace buen tiempo, en manos de personas que, más que resolver controversias con una visión jurídica, lo hacen con una visión ideológica.
Lamentablemente este vicio de impartir justicia abandonando el Derecho, para sustituirlo por ideologías carentes de la más elemental lógica, no es una práctica exclusiva del Tribunal Electoral. De hecho, de manera paulatina pero sostenida, las ideologías tipo “new age”, de ideología de género o francamente anti teístas han venido imponiéndose en otras materias del campo jurídico como es el derecho familiar o la materia penal.
En estas condiciones, quienes no se encuentran alineados en estas ideologías son marginados, desacreditados o, como es el caso, perseguidos.
Volviendo a la sentencia del Tribunal Electoral, resulta contrario al espíritu democrático que se les prohíba a los líderes de opinión expresarse sobre temas políticos y sociales, so pretexto de que pueden influir en los demás. Si esa es la premisa, prácticamente nadie que tenga influencia o liderazgo social, político o de cualquier índole debería de opinar de política. No puede existir conclusión más absurda y contraria a la pluralidad que debe caracterizar a las democracias de nuestros días.
Decían los griegos que la democracia se construye con la Palabra, entendida ésta como la posibilidad de expresar ideas y defenderlas ante la asamblea para tomar las mejores decisiones para la ciudad. Hoy parece que, en una democracia liberal como presume ser la nuestra, sólo algunos privilegiados tienen la posibilidad de construir democracia y a otros sencillamente se les niega la Palabra.
Rubén Trejo Ortega/ Abogado
La resolución del tribunal, la acusación es que se metieron con sus opiniones de los obispos, cardenales, sacerdotes hasta donde influyó o simplemente es una apreciación subjetiva o una acusación de ardidos porque perdieron y buscan culpables.
Segundo, yo pienso que la libertad de expresión tenemos que cuidarla bien ¿por qué? Porque la ley lo que no permite es que uno se meta en nombres de partidos políticos o nombres de personas, sobre todo candidatos políticos, es ahí donde se debe poner el énfasis; de ahí en más, si yo cuestiono la manera en que equis autoridad política está haciendo las cosas y su proceder no es del todo coherente u honesto, no es que me esté metiendo en política, yo estoy expresando mi opinión, a no ser que aquí no hay libertad de expresión para la jerarquía, en eso tenemos que ser cuidadosos.
La libertad de expresión va ser exclusivo para unos o para todos; si es para todos, también tiene que incluir la jerarquía eclesiástica, siempre y cuando no mencionemos, directa y expresamente partidos políticos o candidatos.
De ahí en adelante, cualquier opinión que cualquier clérigo diga de la situación a favor u encontra de la manera de gobernar no es meterse en la política de la que están acusando, sí es meterse en política porque se trata de la búsqueda del bien común de ahí que tenemos que tener interés en buscarlo; en ese sentido ¡Sí! Y no pueden callar a nuestros señores obispos y no pueden callar a nadie porque es negar cualquier expresión.
La decisión del tribunal debería tomar en cuenta hasta dónde la acusación es a personas y candidatos o partidos o simplemente el punto de vista la manera que se esté dirigiendo manejando la situación, las decisiones.
En ese sentido no creo y no estoy de acuerdo con el fallo del tribunal.
Pbro. Francisco Galo Sánchez/ Formador del Seminario
Nunca que haya expresado ninguna opinión en favor o en contra de un partido político; entonces no hay apego a la seguridad jurídica, es decir a la situación real con respecto de la ley, sino que en una interpretación tendenciosa, se da un dictamen en contra de los ministros de culto, aunque no hay una multa, ni una orden de aprehensión, nos debe preocupar que el gobierno empiece a tomar estas medidas contra los ministros de culto, cualquier religión, porque pueden, de seguro generando leyes que en la teoría respetan los derechos humanos, pero en su interpretación y aplicación, son meros instrumentos de control, de corte totalitario, por ejemplo la situación actual y también ¿por qué no pensar? que si en un futuro se aprobaran en el congreso, leyes que prohíban a los ministros de culto hablar en contra de las personas que sostienen el matrimonio entre personas del mismo sexo, es algo bueno para la sociedad,
Si un ministro hablará en contra de esto y hubiera una ley que se aprobara para sancionarlo ¡Imagínense donde estaríamos parados! porque en nuestro país, lamentablemente, siempre se expide una cosa en la ley y se aplica otra en la realidad.
Seguimos siendo un país con poco apego a la legalidad, por ejemplo la liberación del hijo del Chapo, contraviniendo la ley el mismo presidente de la República, argumentando el bien social, como si el mayor bien social no fuera la aplicación de una ley justa.
Lamentablemente eso, en México, lo seguimos padeciendo, y por esta razón es lamentable esta sanción del Tribunal, pero nos da una idea de lo que pretende este gobierno y eso es aún más preocupante y más lamentable.
Pbro. Mario Manríquez/ párroco de La Sagrada Familia