Mons. José Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Nuevamente les saludo con grande afecto y cariño para compartirles dos experiencias. Por una parte estuve en la Diócesis de Matamoros, en una reunión con los obispos de Texas y de México, desde El Paso, hasta Bronsville y desde Juárez, hasta Matamoros. Tratamos el tema de la migración, un tema que para nosotros los obispos fronterizos de ambas partes es muy importante, porque siguen llegando a nuestros pueblos gran cantidad de migrantes y cómo vienen sufriendo desde sus lugares, de Centroamérica por todo México.
El fenómeno migratorio es muy complejo y una reflexión que tuvimos a la luz de Cristo, vimos que Él fue migrante, tuvo que emigrar hacia un país extranjero y en ese sentido se nos pide a nosotros tener misericordia, tener un gran corazón por los migrantes, por los forasteros y tanto los que quieren pasar y van de paso, como los deportados, que también fue otro tema muy importante, ya que a lo largo y ancho de toda la frontrera cada día hay muchos deportados: hombres, mujeres y niños, familias divididas, niños que son desprendidos de sus papás, papas de sus hijos y que eso causa un sufrimiento muy grande a los que viven esa experiencia migratoria.
Se nos pide a los obispos que sigamos implementando en nuestras diócesis acciones muy concretas para atender con gran caridad a los migrantes, que no los veamos como delincuentes, como personas malas, sino todo migrante es un hijo de Dios, todo migrante es persona y todo migrante es sujeto de nuestra caridad. Entre las palabras esto fue lo que compartimos los obispos fronterizos Tex Mex.
Luego me encontré en Monterrey, en la semana de estudios de los obispos de México. Nuevamente el tema es el de la misericordia. Nuevamente el tema de la reconciliación, del perdón, que nos prepara con mayor fuerza al Año de la Misericordia que el Santo Padre ha convocado.
La semana pasada estuvimos la Provincia de Chihuahua reunidos en torno a ese tema, específicamente el tema de la reconciliación y nosotros los obispos nos reunimos, estuvimos aproximadamente 70, 80 obispos reunidos en Monterrey, para reflexionar sobre el Año de la Misericordia. Los obispos somos los primeros que tenemos que convertirnos en ser instrumentos y ministros de la misericordia y el obispo debe encabezar en cada diócesis acciones muy concretas para transmitir y hacer experimentar en todos la gran misericordia de Dios.
Estuvimos en un lugar muy hermoso en Monterrey, en la sierra, en un lugar que se llama El Refugio y desde acá me uno con mi querida y amada Diócesis de Ciudad Juárez. Los tengo presentes en mi oración y el fin de semana ya estamos de regreso con ustedes. Les mando mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.