Ana María Ibarra
Agradecidos con Dios por el llamado inmerecido al ministerio del Orden, sacerdotes de la diócesis participaron el pasado 28 de marzo, en torno al obispo, en la Misa Crismal, fiesta del sacerdocio ministerial, donde renovaron sus promesas sacerdotales y se llevó a cabo la bendición de los óleos para los sacramentos.
Proclamar misericordia
Ante el cariño de los fieles, expresado con su asistencia a la fiesta, sacerdotes ingresaron en procesión a la Catedral, seguidos del obispo don J. Guadalupe Torres Campos.
Al inicio de la celebración, los diáconos permanentes presentaron al obispo los óleos de los catecúmenos, de los enfermos y el designado para el Crisma, todos ellos utilizados en la vida sacramental de la Iglesia.
Ministros y fieles se dispusieron a vivir con fe el sentido de la celebración.
En su homilía, el obispo citó el Salmo de ese día: “Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor”, e invitó a los asistentes a preguntarse ‘¿qué debo proclamar?’.
«Invito a mis hermanos sacerdotes a reflexionar. Me llamó por amor, soy sacerdote en el ministerio, por misericordia, no por mis talentos ni mis cualidades, sino por amor”, expresó el obispo.
Resaltó que es el amor de Dios el que lleva a cada sacerdote a participar del ministerio del Orden.
“En esa mirada de amor nos unge. He sido consagrado sacerdote para servir, para amar y de esa manera proclamar sin cesar la misericordia del Señor”, añadió.
Oración que sostiene
El obispo invitó a los sacerdotes a recordar el momento en que fueron ungidas sus manos y la presencia del poder del Espíritu Santo.
“Hemos sido ungidos. Primero por el Bautismo, después, por el Orden. Mis manos, mi ser, todo yo fue ungido. El Espíritu Santo actúa en mí y en todo mi ministerio. Estamos llamados a hacer presente a Cristo, dar testimonio fiel de Cristo. Hoy renovamos nuestras promesas sacerdotales. Vivamos y reafirmemos nuestro compromiso”, invitó.
Asimismo, los invitó a dar gracias a Dios por el ministerio sacerdotal, y a seguir sirviendo a Dios y a Cristo siempre, en una misión de amor, entrega y donación.
“Que con nuestro servicio glorifiquemos al Señor. La fe de nuestra gente la lleva a felicitarnos porque ve en nosotros otro Cristo, pero hay que comprometernos. Agradezco su ministerio, reconozco su entrega, su fidelidad, admiro su vida sacerdotal. Oren por nosotros, su oración es importante, nos sostiene, nos anima”.
Bendición de óleos y Santo Crisma
Los sacerdotes de la diócesis, configurados con Cristo, renovaron sus promesas sacerdotales como el día de su ordenación sacerdotal delante del obispo.
En la consagración, los diáconos llevaron el óleo de los enfermos ante el obispo para que lo bendijera, mientras que el óleo de los catecúmenos fue bendecido por el obispo después del momento de la Comunión.
Los sacerdotes subieron al presbiterio del templo para acompañar al obispo en la oración de consagración del Santo Crisma, pues se sabe que, litúrgicamente, este aceite es el de mayor dignidad ya que posee el mismo nombre de Cristo.
Al concluir la celebración, el pueblo felicitó a los sacerdotes con un aplauso al verlos salir por el pasillo central rumbo a la Misión de Guadalupe, a donde fueron llevados los óleos para ser repartidos a las parroquias, donde se vive la vida sacramental.
Para saber…
Cabe señalar que el Santo Crisma, además de ser utilizado en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y el Orden sacerdotal, se utiliza también para ungir a los obispos, los altares y los templos.