Presentamos la primera parte de una entrevista a la superiora general de las Misioneras de María Dolorosa, congregación cien por ciento juarense que llega a sus 75 años de vida…
Ana María Ibarra
Con diferentes retos, una restructuración al interior de la congregación y mucha esperanza, es como las Hermanas Misioneras de María Dolorosa llegan a su 75 aniversario de fundación.
Siguiendo siempre el carisma que monseñor Baudelio Pelayo les introyectó para responder a las necesidades que observó en la comunidad diez años antes de haberse erigido la diócesis, hoy las consagradas siguen buscando atender esas necesidades, en medio de los cambios en la sociedad.
La hermana Nereida Vargas Almeida, Superiora General, compartió en entrevista aspectos de la celebración de este 75 aniversario.
¿Cómo llega la congregación a este significativo aniversario?
Con mucho gusto y alegría estamos haciendo memoria de estos 75 años de vida congregacional, no olvidando que somos personas humanas, que estamos no determinadas. Estamos en constante movimiento y cambios. Hemos estado recogiendo desde el año pasado que comenzamos este año jubilar, varias reflexiones, varios compartires y haciendo memoria, desde el sentido bíblico. Ha habido mucho dolor, pero también muchas alegrías y en ese hacer memoria llegamos a este momento con un agradecimiento muy profundo por los hechos concretos de estos 75 años, descubriendo que es el amor de Dios, a través de nosotros, y es el Espíritu quien actúa.
Vemos a nuestro fundador que impulsó todos todas las obras que fue realizando. Fue el segundo sacerdote que llegó a esta tierra de misión y lo vemos como don de Dios que en una mano tenía la Biblia y en otra la realidad social. Lo que nuestro fundador realizó es lo que nos heredó a nosotras. Él respondió a las necesidades de su tiempo con varios asilos, orfanatorios y la Ciudad del Niño. La última obra fuimos nosotras, la congregación. Llegamos felices y contentas por estos 75 años recogiendo el fruto de tanto servicio de las hermanas que han dado su vida, me consta porque ahorita las vemos ya cansadas, pues han dado su vida en la misión, con los niños, los ancianos, en las parroquias llegando a muchos lugares que otros no llegan. Llegamos también con una satisfacción muy grande de ver muchos logros, de ver muchos frutos por el servicio a niños y adolescentes que los vemos ahora ya grandes con su carrera; a los ancianos que se sienten escuchados y valorados en sus últimos años.
Hay satisfacciones, agradecimientos…retos…
Tenemos un gran agradecimiento a personas de parroquias que hemos apoyado tanto física como espiritual, con nuestro cariño y escucha, estando atentas al pie de los crucificados. Nos sentimos también agradecidas por haber logrado estar en otros del país, en otras culturas, eso nos ha enriquecido mucho, sobre todo al ver cómo se relacionan en otras culturas con el trascendente, eso nos ha fortalecido. Nos sentimos satisfechas de porque hemos estado siempre en constante búsqueda para dar respuesta a las necesidades de nuestro tiempo, sirviendo, pero respondiendo a los cambios que hay en la sociedad.
Llegamos a este aniversario con toda la situación que nos dejó la pandemia. Como vida religiosa y vida consagrada estamos en una crisis de vocaciones. Las hermanas ya estamos grandes y es un reto para la congregación pensar en otra manera de vivir nuestra vida consagrada.
La diócesis cumple 65 años de vida, y ustedes 75 ¿Cómo le ha aportado esta congregación a la diócesis, y qué es lo que la diócesis le ha aportado a la congregación?
Cuando se erige la diócesis teníamos 10 años como congregación. Lo que le hemos dado a esta diócesis ni nosotras mismas no nos lo creemos. Cuando la diócesis se fundó obtuvo sus bases de todo el servicio misionero de las Misioneras de María Dolorosa. Claro que es el Espíritu quien va creando la Iglesia y las comunidades, pero al principio toda la formación, la creación de comunidad fue a través del servicio y de la disponibilidad de las hermanas. Así se fueron creando comunidades. Las misiones eran larguísimas la parte de Villa Ahumada, Casas Grandes, Namiquipa. Ellas iban de misión a formar comunidades, a la evangelización y a llevar el evangelio. Ese aporte de parte de la congregación fue muy valioso para la conformación de la diócesis. Además, cuando empezó diócesis ellas tomaron toda la administración del obispado, toda la formación del Seminario, la atención a los seminaristas. Ellos mismos lo dicen, fueron unas verdaderas madres, no solamente con los niños en los orfanatorios, sino también en el Seminario en la formación de los futuros sacerdotes.
De la diócesis recibimos la formación y el acompañamiento espiritual de algunos sacerdotes.
Al principio de la congregación, la formación era de parte de los sacerdotes, a mí todavía me tocó, era formación cristiana, lo básico, pero no de la vida consagrada.
Tuvimos momentos de crecimiento con don Manuel, estábamos muy unidas a la diócesis, fue el florecimiento de la congregación. Estábamos en muchas parroquias, en toda la pastoral aquí en la diócesis fue muy local nuestra misión. Ese es un fruto y estamos como orgullosas de conformar esta comunidad diocesana. Después con el segundo, don Juan, todo siguió igual que con don Manuel porque duró muy poco. Después con el obispo Renato se dio un distanciamiento y no por querer que se diera, sino porque así se dio, no era lo mismo que con don Manuel. En ese tiempo la congregación fue disminuyendo en sus miembros, ya no era tanto el crecimiento como antes. Se cerraron muchas parroquias a la congregación, y no se abrieron más, por lo mismo que estaba disminuyendo la congregación y hasta la fecha está muy disminuida. Ahorita con el obispo, monseñor Torres, estamos recuperando esa relación. Ha sido un pastor muy cercano, pero la diócesis ya no nos conoce y nosotras no conocemos a los nuevos párrocos ni las comunidades, porque no estamos en las parroquias, no trabajamos en la pastoral. El único vínculo que hay ahorita es a través de la hermana Georgina Onofre que da clases en el Seminario, ella nos pone al tanto de cuántas ordenaciones hay.
¿Cómo festejarán este aniversario?
75 años es motivo de alegría. Queremos que nos conozcan y decirles que estar cumpliendo 75 años es muy significativo y queremos invitarlos a que participen de nuestra alegría, que conozcan nuestra historia, lo que hicimos, lo que estamos haciendo y lo que pensamos realizar.
Este es nuestro programa de actividades.
- Encuentro con las religiosas y religiosos de la diócesis: sábado 10 de septiembre, 4:00 de la tarde, Casa de Espiritualidad.
- Retiro con las familias de las hermanas de la congregación y laicas asociadas: domingo 11 de septiembre, de 10:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.
- Foro: lunes 12 de septiembre, 5:00 de la tarde, Casa de Espiritualidad.
- Panel: martes 13 de septiembre, 5:00 de la tarde, Casa de Espiritualidad.
- Misa de acción de gracias: jueves 15 de septiembre, 5:00 de la tarde, parroquia Señor de la Misericordia.
Los invitamos y a seguir las transmisiones por las páginas de Facebook de la Diócesis de Ciudad Juárez.