Cuando tenía 15 años le dijeron que no podría caminar …desde entonces ofreció sus dolores a Dios y reza el vía crucis …Su devoción la llevó a hacer obras de caridad hasta hoy, a sus 71 años.
Ana María Ibarra
Desde hace más de 55 años María Haideé Castro Vázquez ha vivido unida a Jesús en su Vía Crucis, no solo a través del rezo, sino también abrazada a la cruz de su enfermedad y uniendo sus dolores a los del crucificado.
Cuando tenía 15 años fue diagnosticada con Osteoartrosis Reumatoide Agresiva y le aseguraban que no podría caminar. Hoy, aunque vive intensos y permanentes dolores óseos, puede caminar y realizar sus actividades, las cuales desde entonces ofreció a Jesús a través de los necesitados.
Consciente de que cada ser humano vive su propio Vía crucis en su paso por la vida, Haidee compartió con Presencia su testimonio e invitó a la comunidad a vivir cada etapa de con aceptación y alegría, no sólo en Cuaresma o Semana Santa, sino todo el año imitando a Jesús.
Tomó su cruz
Haidee recordó que una de sus tías amaba mucho a Jesucristo y en la Cuaresma vivía cuarenta días de aislamiento y oración.
“Era una mujer de mucha oración. Recuerdo que me decía que cuando ella muriera imitara yo la Cruz de Cristo, que tomara mi cruz y la viviera cada día, pero no con tristeza, sino con alegría. Esas palabras las dejó grabadas en mi corazón”, recordó.
La entrevistada compartió que su tía, siendo aún muy joven, sufrió quemaduras mientras cocinaba en un bracero.
“Se quemó el estómago y le resultaron ampollas muy fuertes. Ella nunca se quejó, solo decía que era su cruz por tanto pecado y por tanto que lastimó a su Jesús Amado, y por eso la entregaba a Él. Fue un testimonio de amor y entrega. Desde entonces le dije al Señor que también quería yo acoger la cruz que Él me diera”, compartió.
A pesar de su corta edad, aproximadamente nueve años, Haideé comenzó a hacer obras de caridad. Su familia era muy caritativa, y mantenían un negocio propio.
“No sabía cómo hacer la caridad y le robaba a mi abuelito carne y manteca del negocio. Le hablaba a la gente. Se me hacía una fila larga de gente humilde. Esa era la cruz que en ese entonces sentí que me pedía Dios, ayudar a los pobres”, recordó.
Añadió que en Semana Santa acudía con sus tías paternas al templo a rezar el Vía Crucis y al ver a Jesús sufriente le pedía que le ayudara a sufrir lo que Él sufrió.
“A los quince años me atacó una enfermedad en los huesos. Desde esa edad tengo mucho dolor en mi sistema óseo, desde donde inicia la columna vertebral hasta las piernas, pero lo acepto, me hice amiga de mis dolores y decidí ayudar a mi Señor a llevar la cruz de mis hermanos más humildes”, dijo la maestra jubilada.
Vivir el Vía Crucis
Para Haideé, el Vía Crucis no solamente se reza, sino también se imita todo el camino del Calvario que Jesús siguió para llegar a la cruz, y en ese caminar está lo que cada persona vive en su trabajo, en su casa, las enfermedades, las penas, los problemas.
“Si aceptamos todo eso con alegría estamos viviendo el Vía crucis de Jesús. Cuando rezo el Vía Crucis pido -por el dolor que sufrió y esa injusta sentencia- por los sacerdotes que son juzgados injustamente y calumniados. A veces juzgamos y calumniamos a nuestros semejantes. Es tiempo de conversión, de amar a los que sufren injusticias y pobreza”, sentenció.
Haidee reza el Vía crucis diariamente desde la edad de 15 años, cuando fue diagnosticada con Osteoartrosis Reumatoide Agresiva y le aseguraban que no podría caminar.
“Tengo un grupo que se llama Caminemos con Jesús de Nazareth, y lo bonito es que cuando voy a la periferia a ayudar a los pobres, no traigo dolor, Jesús me ayuda a llevar mi cruz. Tengo 71 años de edad, y no estoy en silla de ruedas porque le entregué mi vida a Dios”, afirmó.
Con dos hijos y cuatro nietos, Haideé dijo ser una persona feliz.
“Aceptó mi dolor con alegría. Cada día se lo ofrezco al Señor segura de su poder, y Él me ayuda a llevar mis dolores alegremente, sin quejarme. Sigo mi vida como cualquier otra persona”, resaltó.
Para finalizar invitó a la comunidad a no sólo rezar el Vía crucis, sino a vivirlo.
“Los invito a que vivan sus problemas, sus penas con amor, que le entreguen todas sus tristezas y sufrimientos a Dios Nuestro Señor con amor, por la salvación de la humanidad y para que se termine la violencia en nuestro país”, finalizó.