Pbro. Oscar González, párroco de San Lucas evangelista
No teman… es una expresión que en la Sagrada Escritura está con mucha frecuencia. Esta expresión evoca a la confianza plena en Dios, precisamente quien confia en el Señor alcanza su protección porque Él no defrauda a quienes ponen su confianza en Dios, que los puede salvar ni mucho menos quienes se abandonan en Él, de ahí el salmo: porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado.
Algo que me llama la atención de este evangelio es que Dios, nos da una advertencia, no es salvar la vida en sí, sino el alma, el alma es lo más valioso para Dios, y la cual el enemigo buscará arrebatarla de Dios.
Habrá tantos enemigos en nuestra vida, muchos, que en todo momento hay que bendecir y amar a nuestros enemigos, como en el tiempo de los cristeros aquí en México, ¡cuántos hombres y mujeres de fe perdieron la vida por la causa de Cristo!, no estimaron nada su vida para perderla, no temieron de aquellos que matan el cuerpo, porque la vida la tenían asegurada. Cómo dijo San José Sánchez del Río: no ha habido otro tiempo tan fácil para ganarse el cielo. Sabían los mártires que lo más preciado no era sólo la vida en este mundo sino el alma, haciendo vida ‘el que la pierda por mí, la encontrará’. Por eso el Alma es lo más valioso para el hombre y sobretodo para Dios.
Perder el alma
¿Cómo se puede perder el alma? Por la vida del pecado, esa es la muerte total. Perdemos la vida por la que tanto Dios nos rescató, por eso hay que cuidarla tanto, y cuidarnos que no nos sea arrebatada.
En la coronilla de la misericordia, hay tres aspectos por la cual un alma se puede perder:
1.- El mundo, las puertas del mundo es la perdición para un alma que se olvida que está ella para Dios, para la eternidad y nos olvidamos de ello. Sólo pensamos en las cosas del mundo, bienes, poder, desgastarnos nuestras vidas en lo material y olvidamos lo más importante: Dios, la familia, el amar, el perdonar, el compartir, etc.
2.- La carne, el cuerpo está para el servicio del alma y no el Alma al servicio del cuerpo. ¿Qué significa esto?, que si buscamos complacernos en todo lo que el cuerpo pide, nos encadenamos a muchos pecados. Por ejemplo el dormir mucho, viene el pecado de la pereza; comer en todo momento y en abundancia, y el desperdicio de los alimentos, viene el pecado de gula, etc. Muchas cosas que nos pueden hacer perder la gracia, nos dejamos arrebatar la gracia de Dios y nos perdonemos por estar mirando y poner el corazón en las cosas de la carne.
3.- El demonio es, y siempre va ser un tentador, siempre nos va a seducir y nos pondrá lo que sabe que es nuestra debilidad, para hacernos caer y llevarnos a la pérdida de vida eterna. No hay que escuchar su voz, pues es por ahí en donde nos siembra en los pensamientos el deseo de pecar, pero si uno no identifica en donde está el origen de esos pensamientos, fácilmente se deja seducir por él. Y se vale el demonio de muchos medios para ello, para dejarnos apetecer por los dulces que nos ofrece el demonio y y olvidamos el banquete que nos ofrece Dios.
La vida en sus manos
Pero todo ello es importante confiar en Dios, por eso Dios nos dice ‘No tengan miedo’, porque si uno pone su confianza en Dios, Él nos dará su gracia para vencer todo: cuanto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre, Jesucristo que se ha desbordado sobre todos, dice San Pablo.
Así pues nuestra vida está en sus manos y debemos confiar siempre en Él… no olvidemos decir esta jaculatoria: ‘Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío’. Recordemos que La Alegría en la dificultad es el signo de la plena confianza en Dios, todo en sus manos: canten y alaben al Señor, porque Él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados, dice el salmo 68.