Ana María Ibarra
Ayer 22 de febrero, en la festividad de la Cátedra de San Pedro y en su décimo quinto aniversario episcopal, monseñor J. Guadalupe Torres Campos ordenó cinco nuevos presbíteros y cinco nuevos diáconos para la Diócesis de Ciudad Juárez.
Tal y como lo informamos en la pasada edición, fue este lunes 22 de febrero, cuando el obispo impuso sus manos sobre diez jóvenes que respondieron al llamado de Dios a la vida sacerdotal.
Reciben sacerdocio
Algunos aspectos de la vida vocacional de quienes fueron ordenados presbíteros ya fueron presentados a través de estas páginas, tanto antes de recibir la ordenación diaconal, como previo a su ordenación sacerdotal, que, como se sabe, se iba a realizar el pasado mes de noviembre.
Sin embargo, debido a la pandemia la ordenación debió ser pospuesta, de tal forma que Eduardo Canales, René Acosta, Arturo Martínez, Luis Soriano y Edgar Arellano, siguieron esperando pacientes y humildes al nuevo llamado que llegó a finales del 2020.
Recientemente los cinco diáconos transitorios vivieron su último retiro espiritual previo a recibir el presbiterado, y tras concluirlos, compartieron con Periódico Presencia cómo se sienten ante tal acontecimiento.
Edgar Omar Arellano Escalante compartió, en nombre de sus compañeros, la alegría que les causa estar a unas horas de su consagración.
“Gracias a Dios hemos sido llamados y confirmados por la voz de nuestro señor obispo para formar parte de los presbíteros. Se había establecido inicialmente como fecha de ordenación el 21 de noviembre del año 2020, pero por todos los inconvenientes de la pandemia no se llevó a cabo”, dijo.
Entre los principales motivos para cancelar la fecha señalada, fue el contagio de Covid-19 que tanto Edgar como el señor obispo padecieron.
Pero al no llevarse a cabo las ordenaciones presbiterales en noviembre, el obispo citó a los diáconos para alentarlos a perseverantes.
“El obispo nos dio unas palabras de ánimo, de mucha fe por lo que está sucediendo y nos invitó a seguir adelante con mucha oración y perseverando en el llamado que se nos ha hecho”, recordó Edgar.
El pasado mes de diciembre el obispo los citó nuevamente para anunciarles una nueva fecha, compartiendo con ellos que consagraría cinco nuevos diáconos transitorios.
Fecha significativa
Para Edgar y sus compañeros tiene un gran significado la fecha que se designó para recibir el sacramento del Orden, primeramente por ser el XV aniversario episcopal de monseñor Torres Campos.
“Es un llamado a la unidad, es un día de fiesta diocesana por el aniversario de nuestro señor obispo y nosotros nos unimos a esa fiesta. Nos sentimos llamados, a través de su ministerio, al servicio de la comunidad, trabajando juntos por el bien de esta diócesis que necesita esperanza y fe”.
Dado que en esa fecha se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, Edgar invitó a la comunidad a disponerse y unirse al festejo por la intercesión de San Pedro.
“Esta gran fiesta es para todos y, aunque no podrá acudir toda la comunidad, podrán seguirlo por Radio Guadalupana y las redes sociales. Los invitamos a que sean testigos de ese bonito momento que viviremos”, convocó.
El ahora sacerdote pidió a la comunidad su oración e intercesión por él y sus compañeros diáconos y los ministros que recibirán el diaconado.
“Doy gracias a Dios por este llamado. En este momento de pandemia los invito a llenarnos de esperanza, el Señor sigue actuando, nos sigue acompañando, sigue bendiciendo esta diócesis y se confirma en este gesto de caridad que nuestro Señor Jesucristo hace con nosotros. Sigan orando por nosotros”, finalizó.
Son diáconos transitorios
Por otra parte, en la misma Eucaristía el obispo también confirió el primer grado del Orden a cinco seminaristas: Francisco Javier Bueno, Iván Flores, Víctor Pineda, Andrés Villalobos y Diego García son los cinco jóvenes que terminaron su formación de manera virtual en mayo del 2020, a causa de la pandemia.
Ya en la edición pasada presentamos la historia vocacional de tres de ellos y hoy toca el turno de conocer a los dos restantes, Andrés y Diego. Aquí sus historias.
Nombre: Andrés Villalobos Cisneros, 32 años
Padres: Ignacio Villalobos y Leticia Cisneros
Lugar en la familia: es el menor de tres hijos
Ingreso al Seminario: 2012
Formación: 8 años
Servicio actual: Parroquia San Pedro de Jesús Maldonado
Nacido en una familia asidua a la Eucaristía, Andrés vio nacer en su infancia el proceso de su vocación.
“Tuve un contacto constante con Dios y la oportunidad estudiar en un colegio católico. El contacto personal con Dios lo tuve al ingresar al curso de Confirmaciones”, dijo.
Andrés dijo que en esta etapa vivió un encuentro personal con Dios, por lo que decidió iniciar un proceso de discipulado.
“Inicié a servir en mi comunidad, Sagrado Corazón de Jesús, y después de varios años comencé a sentir una necesidad más grande de Dios. Sentía que el servicio no era suficiente e inicié un proceso de búsqueda”, compartió.
Fue al acercarse la fecha del PreSeminario 2011 cuando decidió vivir esa experiencia de discernimiento para descubrir la voluntad de Dios para su vida.
“En ese PreSeminario me di cuenta que eso era lo que andaba buscando, un discernimiento mucho más íntimo, ahí sentí ese llamado a una vida distinta”.
Andrés reconoció que, no obstante, no se sentía listo para responder en ese momento, por lo que durante un año vivió un proceso de acompañamiento con el equipo de pastoral vocacional del Seminario, sin ingresar a la Casa de formación.
“Estaba estudiando la carrera de Ingeniería en Mecatrónica, tenía un trabajo de ingeniero, aun así, no fue suficiente para quedarme en el mundo y en el 2012 ingresé al Seminario”, relató.
Para su familia esto no fue una sorpresa, pues con tantos años viendo a su hijo en el servicio a Dios, ya esperaban esta decisión.
Ahora, con el anuncio de su próxima ordenación, Andrés se llenó de sorpresa, pero también de alegría.
“Sentí que había sido un tiempo muy corto desde que salí del Seminario hasta ahorita. Me cae de sorpresa, pero con la esperanza de anhelar la ordenación. El anuncio es una gran alegría, pero un gran compromiso con la Iglesia por este paso tan firme que se está dando”, dijo.
Y agregó: “Estas ordenaciones, tanto sacerdotales como diaconales, son un momento de esperanza para toda la diócesis, de alegría para renovar nuestras fuerzas y seguir trabajando en la construcción del Reino. Los invito a generar más momentos de oración”, finalizó.
Nombre: Diego Guadalupe García Camacho, 29 años
Padres: Pedro García López (q.e.p.d) y María Dolores Camacho González
Lugar en la familia: Segundo de tres hijos
Ingreso al Seminario: 2011
Formación: 8 años
Servicio actual: Parroquia Nuestra Señora del Rosario
La semilla que germinó en el corazón de Diego para responder al llamado específico al sacerdocio, surgió siendo monaguillo en la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe, donde sirvió desde tiempos de monseñor Isidro Payán.
“Serví como monaguillo casi quince años en Catedral. Sin embargo, el llamado y mi respuesta surge a la edad de 19 años, cuando recibo el sacramento de la Confirmación, esto en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Tengo bonitos recuerdos del Pre Seminario cuando coincidí con Andrés”, recordó.
Diego empatizó con el testimonio que escuchó del padre Julián Badillo, quien compartió una experiencia similar a la del joven.
“Tenía 19 años, él estudiaba administración de empresas, la misma carrera que yo estudiaba, y él decidió responder al Señor. Yo también tenía una inquietud que había callado mucho tiempo, incluso no había podido ir a un Pre Seminario por distintas circunstancias”.
En el 2011 Diego ingresó al Seminario y, al concluir su formación, estuvo un año de servicio pastoral con el padre Roberto Luna en la parroquia Corpus Christi, lo que fortaleció su vocación.
“Fue un año muy privilegiado porque estuve de cerca viendo la situación de la pandemia, estar de lleno con la comunidad, fue tocar la realidad sensible de la gente, incluso mi papá fallece de Covid. Es una situación que me sensibiliza mucho como futuro pastor”, expuso.
La vocación de Diego fue una sorpresa para su familia.
“Tenían la intuición de que alguno de mis hermanos podía ser sacerdotes, pero yo no. El día que me vieron entrar en procesión en la capilla del Seminario, mi mamá soltó las lágrimas y me conmovió mucho, fue un momento de alegría. Siempre me apoyaron en mis decisiones”, dijo.
Habló luego del momento cuando conoció sobre su próxima ordenación diaconal.
“Fue un momento de sentimientos encontrados, no lo esperaba, pero sí lo deseaba. Es un momento de mucha alegría. El diácono es un servidor. Pido a la gente que siga rezando por nosotros, somos humanos, queremos servir, pero para permanecer fieles necesitamos de la oración de la comunidad. También les pido que nos exijan ser como Jesús, Buen Pastor”, concluyó.