Diana Adriano
En medio de la creciente crisis migratoria que afecta a muchos países del mundo, una iniciativa se destaca por su compromiso con la solidaridad y la ayuda a los más necesitados: las obras de misericordia en favor de los migrantes.
En muchos casos, estas obras son llevadas a cabo en condiciones adversas y con recursos limitados. Sin embargo, el compromiso de los voluntarios ha logrado hacer una gran diferencia en la vida de los migrantes, a la vez que enriquecen la vida de las personas voluntarias y bienhechoras, que aprenden de empatía, solidaridad e inclusión.
Dar posada al peregrino
Casa Mater Filius se ha convertido en un hogar de misericordia para las migrantes embarazadas.
Miriam Lechuga, coordinadora del proyecto, dijo que esta obra se enfoca en brindar atención y apoyo a estas mujeres, sin importar su origen o situación migratoria.
“La misericordia es una característica esencial en Casa Mater. Desde el primer encuentro con una de sus voluntarias, las mujeres son recibidas con empatía y un abrazo maternal sincero”, expresó.
Las mujeres migrantes embarazadas que llegan a este recinto traen consigo una gran vulnerabilidad, producto de una travesía difícil que incluye abusos, vejaciones, hambre, sed y miedo. A pesar de ello, son tratadas con la misma dignidad que cualquier otra persona.
“Nos esforzamos por darles un recogimiento y descanso emocional, brindándoles un ‘oasis’ en su camino”, agregó Miriam.
Dijo que la experiencia de recibir a mujeres migrantes ha sido intensa para Casa Mater Filius, ya que, al ponerse en los zapatos de estas mujeres y entender su situación, las voluntarias han logrado una verdadera empatía y comprensión que les permite ayudarlas de manera más efectiva.
Mater Filius ha logrado transformar la vida de varias mujeres migrantes, como la de una mujer de Guatemala que llegó a la organización con ocho meses de embarazo y dos hijas más. Gracias al apoyo brindado por Casa Mater Filius y el albergue de San Juan Evangelista, su bebé fue bautizada y posteriormente lograron cruzarla legalmente. Hoy en día, ella tiene una casa y un trabajo digno, y sus hijas están en una escuela bilingüe en Pensilvania.
Hoy Mater Filius tiene como objetivo seguir hospedando a más mujeres y tener una casa propia más grande para acondicionar guarderías, cuneros y un patio amplio para que las mujeres y sus hijos pequeños puedan tener ratos de descanso y esparcimiento. Para ello, piden la intercesión de san José para que Dios les brinde la casa adecuada, si es voluntad de Dios.
Dar consejo al que lo necesita
La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe se ha convertido en un punto de conciencia para aquellos que buscan apoyar a los migrantes en situación vulnerable. Según Cristina Coronado, coordinadora del equipo de Movilidad Humana de la Misión Columbana, han sido meses difíciles para los grupos que brindan ayuda, ya que han tenido que enfrentar desafíos para continuar apoyando a los migrantes.
Cada día, entre 800 y mil personas llegan a la Catedral en busca de ayuda. Coronado destaca que la Misión Columbana ha hecho un llamado para que los migrantes tengan acceso a una asesoría legal gratuita y veraz, evitando así que caigan en engaños y paguen por cuestiones falsas.
“Dos grupos se han unido a esta iniciativa para acompañar a los migrantes en su proceso migratorio y han sido de gran ayuda para aquellos que llegaron desde octubre del año pasado”, destacó.
Estos profesionales han demostrado una gran apertura para ofrecer su apoyo, sin imponer su estilo, sino que se han acoplado a las necesidades de los migrantes.
Los abogados que se encuentran en la Catedral, son un ejemplo de cómo la sociedad puede unirse para ayudar a los más vulnerables. La iniciativa de brindar asesoría legal gratuita y veraz a los migrantes es un paso importante para garantizar que sus derechos sean protegidos y respetados, recordó Cristina.
Dar de comer al hambriento/ Dar de beber al sediente
Por otra parte, en la Casa San Columbano se hacen realidad estas dos obras de misericordia materiales. El sitio se ha convertido en un refugio para migrantes que han sido víctimas de abuso sexual, secuestro y otras situaciones de alta vulnerabilidad, donde reciben alimento, vestido, apoyo médico, emocional y se les ofrece un taller de bordado para que tengan habilidades como una fuente de ingresos.
El proyecto surgió de la necesidad de apoyar económicamente a quienes se les ofrece la oportunidad de aprender a bordar y, al mismo tiempo, se les proporcionaron los materiales necesarios para hacerlo. Los resultados han sido positivos: los migrantes han podido generar ingresos, lo que les permite tener un poco más de independencia financiera, compartió Cristina Coronado.
Además de ofrecer este apoyo económico, y la comida y la bebida necesaria al día, este refugio también proporciona ayuda emocional y espiritual a los migrantes que llegan a su puerta, lo que les permite recuperar la confianza y la esperanza en un futuro mejor.
Casa San Columbano es un ejemplo de cómo la misericordia se hace presente en la frontera, en búsqueda del apoyo a los migrantes en situación de alta vulnerabilidad.