Ana María Ibarra
Una reflexión sobre la felicidad, el amor propio y los talentos personales, fue lo que el padre Adolfo Güémez, LC, reconocido influencier católico, ofreció en su conferencia “Quiero ser feliz, pero no sé cómo”, organizada por Regnum Christi y Familia Unida, misma que se realizó el pasado 28 de noviembre en el auditorio del Hospital Ángeles.
Feliz por estar de nuevo en Ciudad Juárez, el sacerdote inició el evento con una oración para enseguida entrar de lleno en el tema.
“La felicidad no es una meta. Cuando uno conoce su vida como un proyecto que se va desarrollando, cada día se convierte en una oportunidad de ser feliz, todos los días ser un poco más feliz. La felicidad comienza en ti, no en otra persona. Tu eres la principal persona en hacerte feliz”, expresó el sacerdote.
Agregó que una persona no se puede repetir, pues no hay dos personas iguales en el mundo.
“La dactiloscopia es la ciencia que nos ayuda en el análisis de las huellas digitales. No hay huellas digitales iguales. Cada persona tiene un valor especial y solo se puede relacionar con amor”, dijo para agregar:
“Si no te amas a ti mismo, no puedes amar al prójimo, si no te das tu lugar, si no puedes aceptarte, no lo harás por otros”, señaló.
Seis tips
Este tema lo complementó con una lista de seis cosas que las personas pueden hacer para amarse.
“Primero, analiza cómo te hablas a ti mismo, pues la primera persona con la que se tiene que ser misericordioso es conmigo. Segundo, toma riesgos. Si quieres resultados diferentes haz algo diferente. Tres, permite que te alaben. Deja que los demás reconozcan todo lo bueno que haces y que das. Cuatro, dedícate tiempo”.
El quinto punto fue sobre la necesidad de pedir y verbalizar lo que cada persona necesita y desea. Y para finalizar la lista el padre Adolfo motivó a los asistentes a mirarse con los ojos de Dios.
“Dios te ve con ojos de amor, con una mirada protectora, restauradora, profunda, cercana, que no manipula, sino que da amor y transforma”.
Talentos para los demás
Otro aspecto importante que el sacerdote reflexionó fue sobre los talentos que cada persona posee para sí misma, pero también para ayudar a los demás.
“Tienes talentos que nadie más tiene. Un talento es para que te trascienda. ¿Qué legado estás dejando en tu vida? Lo que tienes no se tiene que quedar en ti o para ti. Necesitamos cambiar el mundo y se logra multiplicando los talentos”, advirtió.
Y finalizó diciendo: “Querido Juaritos, tienes un don muy grande, ponlo al servicio de lo demás. No importa lo grande a la vista del mundo, sino lo grande a la vista de Dios. La clave es llenarse de amor. Decídete porque este mundo necesita ser encendido en el amor.
Hay heridas y limites que solo Dios puede sanar. No tengas miedo de pedir ayuda. Pero busca la gracia de Dios”, finalizó.