Claudia Iveth Robles
El padre Javier Gaxiola Loustaunau, recién ordenado sacerdote para la congregación Legionarios de Cristo, celebró su cantamisa el pasado sábado 27 de enero en la parroquia La Sagrada Familia, donde realizó un tiempo de apostolado cuando era seminarista.
Concelebró la cantamisa el padre Rodrigo Cuevas, vicario parroquial.
Originario de Hermosillo, Sonora, el padre Javier fue ordenado sacerdote el pasado 16 de diciembre en la Basílica San Pablo Extramuros, en Roma, con la imposición de manos por parte del cardenal Giuseppe Bertello, gobernador de la Ciudad del Vaticano y quien fue nuncio apostólico en México.
En su homilía, el padre Javier recordó su llamado vocacional e hizo una analogía de cómo a los padres de familia les gusta enseñarles a los hijos que sean buenos negociadores y hombres de negocios.
Pero dijo que el negocio más importante es que Dios esté en primer lugar de sus vidas, lo cual, aseguró, se aprende en la familia, con el testimonio en el apostolado familiar y la participación en la vida parroquial.
Su vocación
Recordó que su vocación nació en una misión de evangelización con el movimiento Regnum Christi, cuando visitaban pueblos de Sonora donde no había sacerdotes y no se celebraba la Eucaristía, y entonces él se preguntaba por qué no habría hombres que quisieran ser sacerdotes.
Llegó un Jueves Santo y en una misa se quedó la Eucaristía en el Altar para Adoración, y entonces sintió que Dios le miraba. Comenzó a llorar, se asusto y salió corriendo de la capilla.
“Cuando salí vi a un guía que me dijo: ¿qué tienes? ¿qué te pasa? y me mandó a preguntarle al Señor por qué yo lloraba. Fui muy obediente y me quedó muy claro que el Señor me quería como un hombre en el que un día Cristo pudiera bajar”, relató el sacerdote.
Dijo que comenzó a investigar el ingreso al Seminario y otro día, cuando acudió a misa, el Evangelio le hizo de nueva cuenta sentir el llamado de Dios, principalmente cuando el evangelio citó: “¿Por qué dudaste hombre de poca fe?”.
Luego de varios días de esa experiencia, el padre ingresó al Seminario y se dispuso a hacer la voluntad de Dios. Pasaron 15 años de su formación no sin pruebas o dificultades, pero el padre Javier recordó que siempre ha sentido consigo la presencia de Dios.
Así, el sacerdote legionario de Cristo compartió con los fieles de La Sagrada Familia su felicidade de haber logrado llegar al Sacramento del Orden.
Al final de la misa, los fieles que lo conocieron como seminarista entre 2010 y 2012 pasaron a besar sus manos consagradas y al finalizar la misa todos se tomaron una foto del recuerdo.