Seguimos reflexionando en torno a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -recién celebrada- con el testimonio de un feligrés que ofreció su enfermedad por los sacerdotes…
Diana Adriano
En el marco de la solemne celebración de la fiesta del Sagrado Corazón, y la Jornada de Oración por la santificación sacerdotal, María Cecilia Martínez, una feligresa activa de la comunidad parroquial La Sagrada Familia, compartió con Presencia el inspirador testimonio de su esposo, Carlos Gutiérrez (qepd).
A través de su lucha contra una enfermedad grave, Carlos encontró una forma única de ofrecer su sufrimiento por la santidad de los sacerdotes.
El Sagrado Corazón de Jesús, símbolo del amor incondicional de Cristo hacia la humanidad, ha sido venerado durante siglos como un recordatorio de la importancia de la entrega y la compasión. En esta ocasión especial, María Cecilia nos relató cómo su esposo Carlos, a quien la enfermedad de un cáncer le presentó numerosos desafíos, utilizó su dolor y sufrimiento como una ofrenda por la santidad y el fortalecimiento espiritual de los sacerdotes, algo también valioso en esta solemnidad, luego de que San Juan Pablo II pidió realizar en ésta, la Jornada de Oración por la vocación sacerdotal.
Carlos, un hombre de profunda fe y amor por la Iglesia, vio en su enfermedad una oportunidad para unirse más íntimamente al sufrimiento de Cristo y participar activamente en la misión de la Iglesia.
Consciente de las dificultades y tentaciones a las que se enfrentan los sacerdotes en su vocación, Carlos decidió ofrecer su dolor como un sacrificio de amor, orando fervientemente por la fortaleza espiritual y el crecimiento en santidad de todos los sacerdotes de esta diócesis particular.
Confiar en Dios
Cecy, como es conocida entre los miembros de la comunidad, enfatizó la importancia de orar constantemente por los sacerdotes.
«Necesitamos pedir constantemente por los sacerdotes, quienes están llamados a guiar y pastorear a la Iglesia. Su labor es crucial y enfrentan desafíos y tentaciones diarias en su camino hacia la santidad», dijo.
Luego compartió el testimonio de Carlos, especialmente conmovedor.
Dijo que tras recibir un diagnóstico de cáncer terminal y enfrentarse a la noticia de tener solo tres meses de vida, la aflicción se hizo presente en su vida y en la de su familia.
En medio de la incertidumbre y el dolor, Carlos recurrió a la oración, pidiendo a Dios un milagro que pudiera revertir su enfermedad. Sin embargo, entendiendo la soberana voluntad de Dios, Carlos también oró para que, independientemente del resultado, su salud física o la salud eterna de su alma fueran bendecidas según el plan divino.
“Pudimos confiar en la voluntad de Dios, incluso en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Carlos demostró una profunda fe y una entrega total al Señor, reconociendo que tanto su curación física como su bienestar espiritual estaban en las manos amorosas de Dios”, añadió Cecy.
Influencia de Conchita Cabrera
“Conociendo la vida de Concepción Cabrera de Armida -conocida como Conchita-, reconocida mística mexicana y una alma completamente sacerdotal, decidimos recurrir a su intercesión por la salud de Carlos”, recordó la entrevistada.
Dijo que entonces su esposo, en un acto de amor y generosidad, decidió ofrecer su enfermedad como un sacrificio por los sacerdotes, siguiendo el ejemplo de Conchita, quien también se dedicó fervientemente a orar y ofrecer su vida por el bien de la Iglesia.
Luego la familia, amigos y conocidos de Carlos se unieron en oración, siguiendo la petición de Carlos y recordando las palabras de Conchita: «Si no te puedes unir a los sacerdotes en su sacrificio eucarístico, únete a ellos en su sacrificio de dolor», recordaban.
Así, cada persona que oraba por la salud de Carlos fue alentada a ofrecer otra oración por los sacerdotes, reconociendo su papel fundamental en la vida de la Iglesia y la importancia de su santidad.
Este acto de solidaridad y comunión en la oración no solo demostró el amor y la devoción hacia Carlos, el amigo, sino también hacia los sacerdotes, guías espirituales que necesitan a su vez, un apoyo espiritual constante, remarcó Cecy.
Un puente espiritual
Con el paso del tiempo, la situación de Carlos se volvió cada vez más delicada. Su esposa, María Cecilia compartió con profunda tristeza que, en poco menos de dos meses, en octubre de 2011, el Señor decidió llamarlo a su presencia eterna.
Pero a pesar de la dolorosa pérdida, Cecilia continúa ofreciendo sus oraciones diarias, pidiendo por el alma de Carlos para que goce en plenitud de la presencia del Señor.
La entrevistada reflexionó que la historia de Carlos y su entrega generosa por la santidad de los sacerdotes dejó un impacto significativo en las personas que estuvieron al tanto de su testimonio.
Ella misma pudo verificar que muchas personas se unieron en oración por su salud y por los sacerdotes, respondiendo al llamado de Cecilia para que cada oración dirigida a Carlos se acompañara de una plegaria por los sacerdotes.
Por los enfermos y sacerdotes
Con profunda convicción, María Cecilia concluyó con una poderosa reflexión: «Creo que en cada familia hay al menos una persona enferma, un amigo o un conocido que atraviesa dificultades. Si unimos cada oración por el enfermo a una por los sacerdotes, fortaleceremos nuestra Iglesia de una manera extraordinaria.”
“Los sacerdotes necesitan el respaldo de nuestra oración, del rezo del Santo Rosario y de nuestras Eucaristías. El maligno quiere destruirlos, pues sabe que por sus manos consagradas tenemos el tesoro más grande: la Eucaristía. Por eso, necesitamos intensificar nuestra oración por ellos, ya que sin sacerdotes, los hijos predilectos de María, no hay Eucaristía», agregó.
Con estas palabras, María Cecilia invitó a una reflexión sobre la responsabilidad de los fieles en apoyar y sostener a los sacerdotes por todos los medios posibles.
“Ojalá que la vida de Carlos nos inspire a intensificar nuestra oración por los sacerdotes, a rezar el Santo Rosario por su protección y fortaleza, y a participar activamente en la Eucaristía, en la que se renueva el gran tesoro de nuestra fe. En cada familia, en cada comunidad, en cada corazón, podemos construir una poderosa red de intercesión y apoyo espiritual para aquellos que guían y pastorean al pueblo de Dios”, añadió.