Este es el testimonio de la madre de una de las víctimas de Patrick Crusius, quien el 3 de agosto de 2019 mató a 23 personas en un ataque racista en El Paso y fue sentenciado a 90 cadenas perpetuas, aunque aún se busca para él la pena de muerte.
Blanca Alicia Martínez
Cuando Josefina Manzano vio la noticia de que al asesino de su hijo Iván le dieron 90 cadenas perpetuas como castigo por haber matado a 23 personas, lo único que pensó fue que la gracia y la misericordia de Dios se hicieron presentes en esa sentencia.
Y Josefina no renegó. Simplemente se quedó en paz, pensando en que Dios tiene un propósito para la vida de Patrick Crusius, mientras esté en la cárcel.
Fue el pasado Viernes 7 de julio cuando un juez federal de distrito leyó la sentencia de Patrick Crusius -de 24 años de edad- quien el 3 de agosto de 2019 mató a 23 personas en un ataque racista contra compradores hispanos en la tienda Walmart de Cielo Vista, en El Paso, Texas.
Entre esas 23 personas estaba Iván Manzano, un hombre juarense de 40 años, comerciante, esposo, padre de dos niños pequeños e hijo de doña Josefina.
“Nunca le guardé rencor a este joven -Patrick-, desde el momento en que sucedió la tragedia no hubo cabida en mi corazón para el rencor y el odio… sí me preguntaba por qué le quitó la vida a mi hijo cuando apenas estaba edificando su propia vida con su familia, pero me dolía que él también hubiera perdido su libertad tan joven, y que su familia estuviera sufriendo con él”, dijo Josefina a Periódico Presencia.
El día de la masacre
El 3 de agosto de 2019 Josefina estaba limpiando su casa cuando encendió la tv y vio la noticia del tiroteo en Walmart.
Una noche anterior sus dos hijos -Iván y Sarahí- habían estado en su casa con sus respectivas familias, para cenar juntos. Recién había pasado el cumpleaños 40 de Iván, quien durante la cena comentó que al día siguiente acudiría a El Paso a realizar unas compras y a hacer trámites en el Banco.
Iván se dedicaba a los negocios en el ramo médico y también había trabajado en medios de comunicación. “Mi hijo tenía un don especial para los negocios. Siempre fue muy activo y emprendedor”, compartió la entrevistada.
Al ver la noticia en TV, Josefina se quedó absorta y de pronto recordó el anuncio de su hijo la noche anterior. Igual recordó que Iván solía acudir a la sucursal bancaria de Walmart Cielo Vista, y comenzó desesperadamente a llamarle por teléfono, tanto a él como a su hija, que también había dicho que iría de compras ese sábado.
Iván no contestaba llamadas ni mensajes. Fue hasta después de muchos intentos cuando su hija le contestó para decirle que iban a su casa ella y la esposa de Iván. Al llegar con Josefina, su nuera le notificó que en efecto, Iván le había llamado por última vez desde ese Walmart del tiroteo.
Josefina sintió desmoronarse, pero confió en Dios, a quien justo esa misma mañana, viendo las fotos que tiene de sus hijos en la sala, le agradecía por los maravillosos dones que en ellos le concedió.
A partir de ese momento comenzaron a transcurrir las horas de mayor angustia que jamás había experimentado. Hija y nuera acudieron a Walmart donde resguardaban la escena del crimen, fueron a hospitales y a la escuela pública a donde la Policía llevó a los sobrevivientes del tiroteo. Pero ahí no encontraron a Iván.
“Yo le pedía a a Dios ‘guárdame a mi hijo’, pero sentía que si no estaba en el hospital ni en la escuela, entonces estaba muerto”.
Eso lo pudo confirmar cuando su nuera le dijo que rastrearon el celular de Iván y aparecía en la tienda Walmart. La angustia creció hasta que su hija volvió a casa por ella para llevarla a El Paso.
A Josefina la recibió un agente del FBI quien de la mejor manera le dijo: “Señora, no encontramos a su hijo entre los vivos”.
“Lo único que hice fue llorar. Fui al baño y lloré y lloré. Y le pregunté a Dios: ¿Por qué mi hijo? por qué me dejaste a mí que ya tuve una vida, y te lo llevaste a él que tiene un futuro?
Dios la salvó de la muerte
Josefina hablaba con Dios sobre un acontecimiento en su vida ocurrido tres meses antes de la muerte de su hijo.
Desde 2018 ella comenzó a sentirse mal. Acudía al gimnasio para hacer ejercicio, pero de pronto sentía que no podía respirar y decidió ir al médico, quien le diagnosticó gastritis, padecimiento por el que la trató por varios meses, aunque ella no sentía mejora.
En el IMSS un gastroenterólogo le mandó hacer estudios, pero antes de tener resultados, una mañana que salía del baño, sintió como una hacha golpeaba su pecho. Había tenido un infarto -lo supo después- pero su médico familiar le recetó nuevamente medicamento para la gastritis.
El 24 de abril de 2019, tres meses antes del Tiroteo en Walmart, Josefina fue a El Paso a comer con su hermana, y cuando volvió a casa -caminando, porque dejó su auto en Juárez- comenzó a sentirse muy mal.
Sentada en su cama sintió recibir un balde de agua fría y, sudando a mares llamó a su hijo Iván para avisarle. Su hijo reconoció los síntomas de un infarto -el segundo- y corrió por ella para llevarla al hospital.
“Cuando escuché que iba muy mal le dije a Dios: límpiame con tu Sangre y si es tiempo de ir a Casa, estoy lista. Te encargo a mis hijos”. Luego ya no supo más de sí. Y cinco días después despertó en Terapia Intensiva rodeada de cables y máquinas.
“No me hicieron cirugía… usaron un aparato para destapar las arterias, pero cuando lo introdujeron, fallecí -explicó la entrevistada-. En el segundo procedimiento, igual”, añadió.
“No sentí nada, no recuerdo nada, sólo que no me podía mover”, explicó la mujer, quien recibió estas explicaciones de los médicos que hicieron los procedimientos de RCP.
“Le doy gracias al médico por el trabajo que hizo, pero creo que fue Dios el que me preservó la vida, y me permitió seguir en este plano” reflexionó.
¿Por qué mi hijo?
Tras esa estancia en el hospital Josefina padeció una infección en los pulmones y los médicos descubrieron que tiene fibrosis pulmonar, padecimiento por el cual actualmente debe usar oxígeno de manera permanente.
“Todo ese tiempo mi hijo se hizo cargo de mí. Dormía en la sala de mi casa, y estaba siempre pendiente. Recuerdo que me decía: Dios te dio un corazón nuevo. Vas a ver crecer a mis hijos”, dijo Josefina, quien para mayo de 2019 ya tenía una salud más estable y ya el 31 de julio se encontraba festejando el cumpleaños de Iván junto a su familia.
Lo demás, es historia.
Por eso la pregunta que le hacía a Dios ese 3 de agosto, tras haber confirmado la muerte de su hijo en el tiroteo: ¿Por qué mi hijo?, ¿Por qué no yo?
El propósito de Dios
Después de la muerte de Ivan, Josefina ha sufrido mucho, además de por su ausencia, porque, por diversas circunstancias, su nuera se retiró de sus vidas y ahora no puede ver a sus nietos.
Pero vive confiada en el amor de Cristo, a quien desde hace más de 30 años decidió seguir y servir, y hoy le entrega todo.
“Estoy en el proceso de que Dios me conceda unos pulmones nuevos”, dice la mujer, mientras sus ojos se iluminan y lágrimas corren por sus mejillas.
Se lo ha pedido en la oración para poder servirle, pues durante el tiempo de pandemia se dedicó a estudiar tanatología y teología, para poder ayudar a otras personas.
“Abracé la promesa que Dios me hizo en un sueño y traté de levantarme y prepararme para decirles a otros mujeres que han perdido a sus hijos, que no tenemos que vivir siempre con el dolor”, dijo confiada.
Ahora Josefina comprende que este es el propósito para el que Dios la dejó vivir, aún con el dolor por la vida arrebatada a su hijo.
¿Pena de muerte para el asesino?
Hace dos semanas, Josefina fue convocada por las autoridades de Estados Unidos a asistir a la audiencia para la sentencia de Patrick Crusius, pero declinó por su estado de salud, y además porque su hija Sarahí acaba de dar a luz a su primer bebé.
Ella supo de la sentencia a Crusius porque su yerno le compartió la noticia. Según los medios de comunicación que difundieron la noticia, los familiares de víctimas, presentes en la audiencia condenatoria, pudieron expresarle palabras al asesino. Ninguna fue alusiva al perdón.
“Lo que vino a mi mente es que era la gracia inmerecida de Dios cubriendo la vida de ese joven, porque tal vez Dios tenga un propósito para su vida. No fue el hombre el que decidió, fue Dios, porque Él es el dador de la vida, y es el que la puede quitar”, expuso Josefina en la entrevista.
“Mis amigas me dicen: era mejor que le hubieran dado la pena de muerte. Pero yo digo: La gracia de Dios es mejor”, agregó quien en un tiempo sí estuvo a favor de la Pena de muerte.
“En una asamblea de mi iglesia donde abordamos el tema, yo dije: ¿Para qué queremos un sicario en las calles? Es mejor acabar con uno, a permitir que ése acabe con muchos”. Pero esa vez un servidor se me acercó y me dijo: ‘Señora, usted no sabe todas las cosas horribles que yo he hecho, y aquí estoy, aprendiendo del amor y del perdón de Dios’. Por eso hoy sé que Dios puede cambiar las cosas”, abundó Josefina.
Juicio pendiente
Entretanto, las autoridades de Estados Unidos han confirmado que aún queda pendiente un proceso judicial en contra de Patrick Crusius por parte del Estado de Texas, para pedir la pena de muerte. Aun no se sabe cuándo iniciará este proceso que pudiera terminar con la vida de este hombre de 24 años de edad.
“Yo le pido a Dios que mientras este joven esté en prisión, pueda tener un encuentro con Cristo como yo lo tuve, y pueda testificar lo que Cristo hace en las vidas de las personas cuando lo conocemos”, finalizó Josefina.