Esta es también una acción por la paz, la justicia y la memoria de víctimas, que desde hace muchos años realiza la madre Betty, religiosa de las Hermanas de la Misericordia con residencia en Ciudad Juárez…
Diana Adriano
La religiosa Elizabeth Campbell, de la congregación Hermanas de la Misericordia, se ha dedicado a pintar murales con los nombres de personas asesinadas y desaparecidas a lo largo de México, América Latina y Estados Unidos.
La edad y la limitada movilidad de la madre Betty, como es bien conocida, no ha sido impedimento para que realice esta tarea en los murales que se encuentran ubicados en el patio de Casa Tabor, hogar que compartió por muchos años junto al padre Pedro Hinde (QEPD).
Primer mural
La religiosa compartió que el primer mural que realizó fue dedicado a los Mártires de América Latina, uno a uno colocó sus nombres, así como sus fechas de nacimiento y sus muertes.
“Debido a toda la violencia, pensé en realizar un sitio en el que estos nombres no sean olvidados, un lugar donde las personas pudieran recordar y orar. En un comienzo, estaban ubicados en otro sitio, pero la lluvia, el sol y el clima los echaba a perder, por lo que decidimos cambiar de sitio”, explicó la hermana Betty.
Actualmente, los murales se encuentran bajo un techo de madera que los resguarda.
Entre ellos, se puede observar los nombres de los sacerdotes asesinados en México desde el año 1990.
Son 62 nombres, entre ellos, se resalta los nombres de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, quienes fueron asesinados recientemente en el templo de la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique.
Más impunidad…
En otro de los murales, bajo la leyenda “El costo de informar; la vida de los y las periodistas”, la hermana colocó los nombres de los periodistas asesinados y desaparecidos desde el año 1993. En el mural se observa el nombre, el lugar de nacimiento, el medio en el que trabajaban y la fecha de su asesinato o desaparición.
Actualmente, el mural cuenta con 296 nombres, 12 de este año 2022.
Por medio de su arte, la hermana también hace presente a las víctimas de feminicidio y mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez.
“Tengo que resaltar que los nombres que tengo aquí, no son todos, pues sé que son muchas más las mujeres que han sido víctimas de la violencia, pero sus familiares no hablan por miedo”, recalcó la hermana Betty.
Los nombres de las desapariciones datan desde el año 1993 hasta 2021 y en total son 2 mil 160 nombres que conforman este mural. De enero a junio de este año ha colocado 64 nuevos nombres, compartió la religiosa.
La tarea de orar por ellos
“Cuando vienen los grupos de Estados Unidos a conocer la frontera, visitan los albergues de migrantes y se sorprenden, pero cuando llegan a Casa Tabor, les hablo de los problemas en México, la violencia y sus causas”, mencionó la hermana Betty.
Conmovidos por las palabras de la religiosa, en estas reuniones la hermana saca un botecito con nombres más nombres que aún no ha colocado en sus murales y deja que cada uno escriba en las paredes el nombre de la persona que les tocó.
“Cuando termina el grupo de poner el nombre, formamos un círculo y cada uno lee el papelito y decimos en voz alta, ¡Presente!. Ellos se llevan estos papelitos a sus casas y tienen la tarea de rezar por esa persona”, dijo.
La madre Betty compartió que hay una religiosa que estuvo en Casa Tabor hace ocho años,y recientemente le informó por medio de un mail que aún sigue rezando por la persona del papelito que le tocó en ese momento.
En los muros también se pueden observar los nombres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos hace ocho años, en hechos que aún no se ha logrado esclarecer.
Inocentes y sicarios, ambos merecen oraciones
La hermana Betty destacó que este mural también tiene referente a la violencia contra los hombres en la ciudad, pues incluye más de 20 mil nombres de personas masculinas, víctimas de desaparición forzada, o que se han visto involucrdos en hechos delictivos, los cuales datan desde el año 1993 a la fecha, 500 de ellos colocados este año.
“La gente me pregunta quiénes son esos hombres, bueno, la verdad yo conozco pocos. Algunos vecinos vinieron a poner los nombres de sus parientes, pero algunos son completamente inocentes y otros pueden ser sicarios, pero para mí todos crecieron en un ambiente muy difícil. Yo doy gracias que Dios es el juez, yo no, pero cada uno para mí es muy importante”, indicó la religiosa.
Asimismo, manifestó que tiene una gran preocupación por todo lo que pasa en la actualidad, pues los jóvenes, al querer adquirir dinero fácil, ponen en riesgo su vida, por lo que invitó a las personas a seguir en oración por ellos.
“La lucha permanente por cambiar las condiciones de vida de nuestros pueblos constituye nuestra profesión de vida, nuestro canto de amor, la celebración de la memoria, bajando Cristos de sus cruces, poniendo el corazón, sembrando dignidad, jugando el alma por los pobres y los necesitados”, concluyó la hermana Elizabeth a manera de resumen de la labor que realiza.