Presencia
Ciento nueve fondos y fideicomisos, cuyos recursos suman en conjunto 68 mil 478 millones de pesos pasarán a las secretarías en el sector o a la Tesorería de la Federación (Tesofe) tras el acuerdo en la Cámara de Diputados, que votó a favor de este cambio, con la mayoría de legisladores de Morena.
Esta modificación, propuesta por el partido del presidente de la República, tiene como principal argumento eliminar la opacidad y discrecionalidad en su uso, según se informa en medios nacionales. Sin embargo, algunos legisladores han opinando que la desaparición de fideicomisos trae más discrecionalidad y no asegura que los recursos se utilicen con los fines deseados.
Entre los fideicomisos desaparecidos están los destinados a la atención a desastres naturales, para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como para apoyos al cine y deporte. Por eso la pregunta de esta semana es:
¿Qué opina de la desaparición de fideicomisos y qué impacto puede tener en el desarrollo del país?
El tema de la desaparición de 109 fideicomisos ha generado en los medios un sin fin de discusiones a favor y en contra. Es un tema complejo que habría que conocer más a fondo para juzgar la decisión de la Cámara de legisladores de una manera mas objetiva. Está de por medio la administración de miles de millones de pesos.
En un régimen de gobierno diferente a los anteriores, por enfoques más populares que elitistas, que intenta luchar contra la corrupción y que ha optado por la austeridad, y en el contexto de la pandemia con sus profundas afectaciones económicas, me parece razonable que el Estado intente buscar una administración mas eficiente de dichos fideicomisos.
Según un estudio de la Asociación Civil Fundar, el 93% de los fideicomisos que manejan recursos públicos operan sin control alguno de parte de la federación. Esto no significa que esos fondos sean mal administrados, pero me parece razonable que deben operar con criterios de vigilancia, transparencia, supervisión, rendición de cuentas y una nueva regulación.
Desaparece la modalidad del fideicomiso, pero deben permanecer los apoyos financieros a actividades tan importantes en la vida de la nación como la investigación científica, las culturales, la reparación integral a las víctimas de delitos o de desastres naturales y las relativas a la protección de las y los defensores de derechos humanos y periodistas. Estas, entre otras más. Se trata de tener una administración más ordenada y vigilada de los recursos públicos. Esperamos no ser defraudados.
Pbro. Oscar Enríquez, director del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte
La desaparición de varios fideicomisos por el Gobierno Federal y Congreso es algo muy peligroso, ya que hacia el interior del país en lugar de combatir la corrupción, promueve la opacidad pues no se conoce el mecanismo que reemplazará a esas figuras legales aceptadas y confiables en todo el mundo por los candados que tienen, además que se ignora el destino de esos miles de millones.
Hacia el exterior, el mensaje es peor aún, pues confirma el temor de la comunidad internacional de negocios sobre el poco respeto de este régimen a la ley, inhibiendo la confianza para invertir en el país, algo muy delicado para nuestra economía que ya de por si caía en picada desde antes de la pandemia, así que la creación de empleos tan sólo para recuperar los perdidos por el Covid será muy afectada.
Dicen en Palacio Nacional que la ayuda seguirá llegando a los grupos que se beneficiaban con los fideicomisos, pero lo cierto es que será el presidente quien maneje estos miles de millones con total discrecionalidad, y por desgracia lo que sí hemos visto en este gobierno es la aplicación de criterios que no obedecen a lógica alguna y una falta casi absoluta de rendimiento de cuentas.
La 4T explicaba que la extinción de los fideicomisos se debe a la corrupción que había en el manejo de estos, pero en lugar de corregir los errores, blindar los instrumentos y castigar a los corruptos, lis extinguieron y de paso, concentraron aún más poder en la persona del presidente, algo que se opone a la democracia.
Xavier de Anda Martínez/ Analista
Bajo la argumentación de opacidad y discrecionalidad, se aprueba la extinción de 109 fideicomisos de alcance federal.
Considero que no es el camino para impulsar la eficiencia en el gasto público y que la perspectiva planteada deja de lado las obligaciones de transparencia que estos organismos tienen por ley.
Si se cuentan con las pruebas de los actos de corrupción, en lugar de extinguir, se deben presentar las denuncias correspondientes. Frente a la opacidad hay que recordar que todos los fideicomisos cuentan con un comité técnico, regulados por la secretaría de hacienda, por lo que, tienen en sus facultades y alcances denunciar los actos ilícitos que se ejecuten.
Por otra parte, frente a la discrecionalidad, cabe mencionar que todos deben regirse por reglas de operación o políticas de gestión de recursos y que las aprobaciones para proyectos o programas en lo específico, son aprobados por un consejo de fideicomiso, en el cual hay representación de las autoridades, entonces, actuar en apego a la normativa corresponde a los órganos decisores y en ellos se tiene la facultad para promover la transparencia, la rendición de cuentas y el cumplimiento de acuerdos y convenios.
Finalmente, no olvidemos que gran parte de estos fideicomisos se conforman por participaciones privadas, quienes al momento de decretarse la desaparición, pueden promover recursos de amparo, siendo así que el gobierno federal no puede disponer de los fondos.
En la cámara de senadores deberán hacer un análisis riguroso de cada uno de los fideicomisos, y tomar las decisiones en la medida del buen orden y uso de los recursos.
Mtra. Yadira Lozano/ Politóloga
Es preocupante el centralismo que actualmente estamos viviendo en el país, prácticamente no existe un contrapeso en las cámaras ni en el poder judicial hacía el ejecutivo federal, al presidente. Pareciera que estamos regresando al Presidencialismo, aquel en el que el presidente encarna las instituciones y monopoliza el poder.
Frente a un desconcierto de no saber cómo dirigir el país, el presidente y sus aliados en las cámaras realizan actos de apagafuegos, acciones reactivas que no muestran un rumbo, una desolada agenda política. No hay reserva económica que soporte el fuerte asistencialismo y paternalismo que ha implantado el gobierno federal.
Para justificar todos sus actos, AMLO, introduce un discurso de desprestigio y de odio, incluso pareciera que el presidente viviera fuera de la realidad, difamando a diestra y siniestra a quien no concuerda con sus ideas o con su proyecto. Así lo ha hecho con los fideicomisos, él que se piensa la encarnación del bien, él es el único capaz de manejar limpiamente el dinero de los fideicomisos, los otros no, a los otros los tacha de corruptos por el simple hecho de seguir sus órdenes dictatoriales.
Estamos ante una de las peores crisis que hemos pasado en los últimos años, en parte provocada por el actual presidente, y desgraciadamente, tenemos a un dirigente atrapado en la década de los 70 y con él todas sus políticas. La degradación de la política partidista ha tocado fondo, pero eso no parece interesar a muchos de los funcionarios, lo que interesa es mantenerse en el poder y no para servir al bien común, sino para servirse de él.
Mtro. Ramón Enrique Rodríguez/ Grupo Caridad y Verdad