Diana Adriano
En un conmovedor gesto de despedida, los internos del Centro de Reinserción Social (CERESO) Estatal No. 3 honraron la memoria del padre Gilberto Pérez, quien falleció en un accidente el pasado lunes 21 de agosto.
El sacerdote, nombrado capellán de la Pastoral Penitenciaria en 2017, había sido una figura constante de apoyo y guía para los reclusos desde que asumió el servicio, pues estableció un lazo profundo ofreciendo consuelo espiritual y apoyo personal en momentos de necesidad.
Dora Limón, integrante de la Pastoral Penitenciaria, dijo que la muerte del padre Gil ha dejado un vacío en la comunidad penitenciaria, pero también un legado de compasión y cuidado hacia aquellos que a menudo son marginados por la sociedad.
«Nosotros ingresamos al CERESO antes de la misa de exequias del padre Gilberto, y los muchachos hubieran deseado que se celebrará una misa en su honor en la capilla. Aunque eso no fue posible, un día antes nos pidieron que compartiéramos algunas palabras de ellos durante la misa”, dijo la entrevistada.
“Esto fue principalmente debido a todo lo que el padre les brindó; su entrega, apoyo personal y espiritual, y su ayuda constante».
Aquí algunos mensajes entregados el 23 de agosto pasado;
Querido Padre Gilberto:
No tenemos palabras suficientes para describir su sensible partida. Pero mantenemos viva su elocuencia y su consejo de amigo… jamás nos vio con indiferencia, sino con amor. Por ello, no nos despedimos, pues siempre vivirá en nosotros.
Celebramos su increíble labor al frente de la Pastoral Penitenciaria. Su oración late con fuerza en nuestros corazones, su consejo fortalece la confianza para ser mejores y no claudicaremos ni abandonaremos ese camino hacia Cristo.
Siga guiándonos desde lo alto en el camino hacia la nueva vida de paz y buena fe, y que el manto del Padre nos siga protegiendo…
Que Jesús nos brinde el consuelo necesario para mitigar su partida y nos bendiga con su Espíritu. Mil gracias por todo, querido padre, hermano y amigo Gilberto.
Gilberto, en nuestro caminar nos brindaste enseñanzas y te prestaste como amigo para escucharnos cuando teníamos problemas, ofreciéndonos consejos sabios. Siempre recordaremos esos momentos con cariño y un profundo respeto.
Agradecemos habernos dedicado parte de tu vida y tiempo, a nosotros los presos. Ahora te pedimos que intercedas por nosotros ante Cristo, para que podamos ser rehabilitados y transformados completamente en la fe.
Que Dios te bendiga por siempre. Algún día deseamos reencontrarnos y seguir compartiendo. Siempre te recordaremos en todas las comunidades.
Gracias, Padre Gilberto, por la semilla de fe que sembraste en mí. Agradecido estoy con Dios por haberte puesto en mi camino. Que Dios te tenga en la gloria y descanses en paz.
Agradezco haber aprendido por palabras del padre Gilberto, que ningún pecado es demasiado grande. Dios perdona mientras haya arrepentimiento. Que Dios lo tenga en su Santa Gloria. Siga su gran camino con el Rey de Reyes.
Las palabras se quedan muy cortas cuando intento expresar mi agradecimiento a Dios por habernos prestado al padre Gilberto todos estos años al frente de la Pastoral Penitenciaria. Su labor al frente de la Pastoral Penitenciaria siempre fue admirable, incluso en momentos de incertidumbre. ¡Vamos a extrañarte, padre Gilberto!