- Este es el testimonio de una enfermera con estudios en tanatología que ha atendido a pacientes Covid durante toda la pandemia y ha podido acompañar a muchos en los momentos de su muerte. Lo más triste es verlos morir sintiéndose solos, dice.
Ana María Ibarra
Con una actitud de entrega y servicio, Almara Ruíz pone en práctica sus conocimientos de enfermería y tanatología para acompañar a los pacientes de Covid-19 en el Hospital 66 del Seguro Social.
La enfermera compartió cómo vive la enfermedad, pero también la muerte en el área de batalla donde, dijo, es presa de sentimientos encontrados: tristeza al ver morir a un paciente, pero esperanza, y alegría cuando alguno de ellos sale victorioso.
Aquí su historia.
Inicios de la pandemia
Almara ingresó al Instituto Mexicano del Seguro Social en el estado de Sonora, pero hace dos años se trasladó a Ciudad Juárez, donde fue asignada al área de Medicina Interna en el Hospital 66.
Fue ahí donde recibió la noticia de la llegada del nuevo coronavirus.
“Desde el día cero comenzamos a preparar el área para pacientes del Covid. Mis compañeros y yo estábamos preocupados, pero un poco escépticos, creímos que no sería tan grave porque regularmente en medicina interna hay pacientes con neumonía, intubados, pensamos que sería igual”, compartió Almara.
Relató que de seis pacientes que atendía, esporádicamente uno se intubaba por neumonía o bien con insuficiencia respiratoria grave.
“Esperábamos algo así: un paciente con dificultad respiratoria, y alguno entubado, algo más tranquilo a lo que se vive, pero empezaron a ingresar pacientes muy graves. Los primeros pacientes de Covid ingresaron a finales de marzo, para mediados de abril ya estábamos saturados, la capacidad era de 70 pacientes”, recordó.
Gravedad del virus
Para ingresar a su área, Almara realiza un protocolo. Y aunque la institución les proporciona el equipo de protección, el personal comenzó a comprar mascarillas por su cuenta, buscando las más resistentes.
“Tenemos una manera de ponérnoslo. Entramos totalmente cubiertos, como astronautas”, dijo.
Relató que durante los primeros meses de la pandemia, al ingresar, el personal médico solía hacer una oración, pero hoy se ha eliminado porque el ingreso debe ser rápido para cubrir al siguiente turno sin dejar a los pacientes ni un segundo solos.
“Allá adentro es como una guerra, como otro mundo”, dijo al recordar cómo de un momento a otro comenzaron a llegar muchos pacientes con dificultad respiratoria.
“Lo más difícil fue que comenzamos a tener ocho o hasta doce pacientes así. Ahí entendimos la gravedad del virus”, sentenció.
Almara y sus compañeros debieron apoyarse con el número de pacientes, pues los mismos enfermeros comenzaron a contagiarse y la escasez de personal complicó la situación.
“Algunos han fallecido, otros están incapacitados, los jefes están con incapacidad y los enfermeros más preparados suplen la jefatura”, externó.
“Hacemos lo más que podemos, pero aún sigue siendo poco para un paciente Covid. Cuatro pacientes son muchos para poder atenderlos bien”.
Panorama complicado
La enfermera explicó que cuando un paciente agrava, debe ser intubado, es decir, se le “conecta” a un respirador artifical. Pero la falta de médicos dificulta esta labor.
“El médico de guardia no se da abasto, apenas está con uno, cuando ya estamos llamándolo para que intube a nuestros pacientes. Mientras, los colocamos boca abajo, para elevar la saturación del oxígeno”.
Almara reconoció que un paciente Covid puede fallecer en cualquier momento, ya que no todos los organismos reaccionan igual al medicamento.
“Llegan con oxígeno o ahí se les conecta, se les administra el medicamento, la intubación viene después, pero muchos pacientes no quieren porque ven otro paciente que después del procedimiento falleció, aunque sí hay quienes lo superan”.
Y cuando el paciente se niega, “lo único que podemos hacer es acompañarlos”, dijo.
Explicó que una misma prescripción de medicamentos para todos los enfermos facilitaría la labor de los enfermeros, sin embargo, no todos los pacientes llevan la misma receta, pues cada uno trae, además de Covid, algún otro padecimiento.
Ante ello, la entrevistada quiso destacar que un factor de complicación que lleva a la mortalidad del paciente, es la obesidad o el sobrepeso.
“La obesidad duplica la carga de trabajo porque hay que movilizarlos. A ellos casi no les ayuda el tratamiento, fallecen de 30 años de edad. La obesidad es el peor enemigo allá adentro”, sentenció.
Y aunque la mortalidad por Covid en este momento ha aumentado, diariamente también hay pacientes que son dados de alta.
“Cuando salen les aplaudimos, es una fiesta muy emotiva verlos que se van, aunque su cama ya está asignada a otro paciente. No quedan camas vacías”, dijo.
Pide solidaridad
Siendo una de los únicos tres enfermeros del IMSS 66 que no se han contagiado de Covid, Almara pidió a la comunidad cuidarse solidariamente.
“Es imposible que todos hagan caso, porque de todos modos van a salir. Es la ignorancia la que tiene la situación así, y la ignorancia no es algo malo, es algo ajeno”, reflexionó sin enojo.
“Ellos no creen porque no lo ven. Quisiera que pudieran estar un día ahí para que vean qué feo es el Covid”, expresó.
Ayudar en la muerte
En su labor como enfermera, Almara ha podido utilizar los conocimientos de tanatología que adquirió recientemente en un diplomado y le han sido de gran ayuda.
“A veces lo único que ellos piden es platicar, que los acompañemos en su último momento pues no pueden ver a sus familiares. Es muy triste la enfermedad y ver morir a un paciente. Pero es más triste verlo morir solo”, expresó.
Dijo que cuando los pacientes aún están conscientes, piden hablar con sus familiares, y algunos enfermeros, aunque no les está permitido, prestan sus móviles para que puedan hacerlo.
“Muchas veces son las últimas palabras que su familiar escuchó de ellos. Me han fallecido tres pacientes, pero en mi turno han muerto muchos otros cuando no he estado”, recordó la enfermera, quien solía llevar una lista de los pacientes fallecidos, como un registro, pero la perdió tras tanto fallecimiento.
Resaltó que como enfermeros es importante estar siempre con los pacientes y ser empáticos con ellos, ya que pueden estar viviendo sus últimos momentos.
“Recuerdo un joven que se infectó en una maquila y sólo nos pedía que lo acompañáramos. Estuvimos ahí con él porque no quería estar solo. Eso es triste y horrible”, senteció.
Almara ha encontrado otra forma de ayudar al paciente a tener tranquilidad, llevándoles algo que su familia les envía, que pueden ser imágenes, rosarios o biblias.
“Hay una área con Biblias que mandan los familiares. No me ha tocado que me pidan una oración, pero he visto compañeras que lo hacen”, finalizó.
“No creen porque no lo ven. Quisiera que pudieran estar un día ahí para que vean qué feo es el Covid. Simplemente puedo decirles que se cuiden, que cuiden a sus adultos mayores. Los cuidados deben incluir: alimentación sana, uso de cubrebocas y evitar las aglomeraciones”.
Enfermera Almara Ruiz