Obispo les encomienda servir como lectores y acólitos
Ana María Ibarra
El pasado 16 de mayo, en la solemnidad de la Ascensión del Señor, cinco seminaristas con el corazón alegre recibieron de parte del obispo los ministerios laicales del lectorado y acolitado, encaminados a la perseverancia en la formación para llegar al presbiterado.
Iram Roberto Fernández y José Rogelio Muñoz Naranjo recibieron el ministerio del lectorado, mientras que Eliezer Martínez, José Alberto Rodríguez y Luis Carlos Zúñiga fueron llamados para el acolitado.
Celebración
El obispo, don J. Guadalupe Torres Campos, inició la celebración con un saludo tanto a los congregados en Catedral como a quienes seguían la transmisión a través de Radio Guadalupana.
Bendijo el agua y llevó a cabo la aspersión entre los pasillos del templo, momento en que los fieles realizaban un signo de renovación de las promesas bautismales, posteriormente se dio paso a la liturgia de la palabra.
Fue el diácono transitorio Iván Flores quien proclamó el evangelio y fue él mismo quien llamó por su nombre a los candidatos a los ministerios laicales.
Cada uno de los seminaristas se acercó al obispo y delante de él dijeron “presente”, tomando un lugar en el presbiterio desde donde escucharon la homilía del obispo.
Monseñor Torres reflexionó, a la luz de la Palabra, la invitación a la alegría que trajo consigo la solemnidad de ese día.
“Celebrar la Ascensión del Señor es motivo de gozo, rebozar de santa alegría. Por una parte, acción de gracias por toda la obra de salvación que el Señor hizo, ha cumplido todo y ahora regresa al Padre. Pero también un motivo de esperanza, él va al Padre y nosotros, unidos a Cristo también nos encaminamos con él al Padre”, dijo.
Resaltó el mandato que Jesús dejó a sus discípulos y que se extiende al pueblo actual.
“El llamado es para todo bautizado. A ustedes que recibirán el lectorado, José Rogelio, Hiram, recibirán la palabra de Dios, predíquenla, proclamen la palabra de Dios solemnemente, pero sobre todo vívanla”, expresó.
Asumir la alegría
A Luis Carlos, José Alberto y Eliezer les recordó que recibirían el cáliz, el vino y la hostia que después se convertirán en el cuerpo y la sangre de Cristo.
“Hoy urge que asumamos con alegría y responsabilidad este mandato de ir, y predicar el evangelio a todos, desde la propia casa, en el hogar, en la familia con el ejemplo. Y desde ahí en todos los ambientes, como dice el papa, una Iglesia en salida”, dijo.
Al finalizar su homilía el obispo invitó a la comunidad a orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Agradeció a los formadores del Seminario ahí presentes por su labor.
Lectores
También realizó la institución de lectores que ejercerán la función de leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica, así como la instrucción a niños y adultos para la recepción de los sacramentos.
Unidos en un sagrado silencio, el pueblo oró junto con el obispo por los nuevos lectores para que en el ejercicio de su ministerio glorifiquen al Padre.
Los jóvenes se arrodillaron mientras el obispo y el pueblo oraban por ellos. De manera individual, Hiram y José Rogelio recibieron del obispo el libro de la sagrada escritura con la encomienda de trasmitir fielmente la palabra de Dios para que sea viva y eficaz en el corazón de los hombres.
Acólitos
Enseguida se llevó a cabo la institución del acolitado, quienes ejercerán la función de ayudar al diácono y servir al sacerdote en la celebración eucarística y como ministros extraordinarios distribuirán la sagrada comunión.
El obispo y el pueblo oraron para que el Señor colme con su bendición a quienes eligió como acólitos y les dé fuerza para servir con fidelidad a su iglesia.
De rodillas, los jóvenes recibieron la oración de parte del obispo, quien pidió a Dios su bendición sobre ellos y que, participando con frecuencia de la eucaristía, distribuyan con fidelidad el pan de vida a los fieles.
Eliezer, José Alberto y Luis Carlos recibieron de manera individual el pan para la celebración de la Eucaristía con la encomienda de vivir de tal manera que puedan servir dignamente a la mesa del Señor y a la Iglesia.