Ana María Ibarra
Después de un año de pandemia que les limitó la expresión de su amor y devoción a la Virgen de Guadalupe, este año miles de fieles se dieron cita en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe para festejar a la Virgen morena el pasado 12 de diciembre.
El clima se mostró benévolo con los devotos, quienes hicieron fila para poder ingresar a las celebraciones eucarísticas en el templo de Catedral, así como para poder dejar su ofrenda en la Misión de Guadalupe.
Una de las celebraciones que lució abarrotada y que dejó cientos de fieles fuera, fue la presidida por el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos de “bendición de las rosas”.
El ambiente guadalupano se vivió desde el exterior. Las danzas ofrendaban su baile a Santa María de Guadalupe y los vendedores de flores y veladoras atraían a los asistentes, quienes se preparaban para ingresar a los pies de la Guadalupana.
De manera individual o en familia, los fieles devotos de la Morenita ingresaron al recinto con rosas en mano, por pieza o ramos.
Monseñor Torres, acompañado del párroco de Catedral, el padre Eduardo Hayen, y de tres diáconos, uno permanente y dos transitorios, ingresaron al recinto.
A su paso, el obispo dirigió su bendición a los fieles.
“Estamos de fiesta honrando a la Santísima Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina, de México, de esta diócesis y de esta catedral. Nos unimos en esta fiesta y pedimos por toda la diócesis, por los enfermos y difuntos”, dijo el obispo como bienvenida, para luego aclarar que se otorgaría la indulgencia plenaria personal o por algún difunto.
Indulgencias
A la luz de la Sagrada Escritura, el obispo reflexionó sobre las apariciones guadalupanas y el Adviento, tiempo de alegría y de esperanza.
“La señal al que el profeta Isaías se refiere es María, el fruto de su vientre es Jesús, el Emmanuel”, dijo.
Compartió que el misterio guadalupano cumple 490 años por lo que el país, especialmente los devotos guadalupanos, se preparan para la celebración de los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
“María está en camino al encuentro de nosotros. El encuentro con Juan Diego, el sencillo, el pequeño. Un encuentro de alegría”.
Y agregó: “Esa alegría nos lleva a un compromiso de conversión. Glorifiquemos al Señor con la vida, las buenas obras, el testimonio y haciendo el bien. El acontecimiento guadalupano genera en nosotros esperanza y nos invita a construir una humanidad nueva”.
Después de la comunión, el obispo realizó la bendición de las rosas desde el presbiterio.
“Que al contemplarlas recordemos la señal que la Virgen de Guadalupe le dio a San Juan Diego. Como estas flores agradan a quienes las observan, que así nosotros te agrademos a ti”, oró el obispo.
Para concluir la celebración, por voluntad de Dios y de la sede apostólica, el obispo otorgó la bendición con indulgencia plenaria a quienes, siguiendo los lineamientos, se encontraban preparados para ello.
Los fieles salieron del recinto no sin antes cantar Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe.