Tras ser invitada a adorar a Jesús en la Hora Santa, Julia nunca pensó que ahí encontraría su fuente de vida, pues después de un diagnóstico de cáncer, el Señor escuchó sus lamentos y hoy se encuentra sana. Aquí su testimonio…
Ana María Ibarra
Julia Hernández asistió a un retiro hace más de 10 años. Uno de los regalos que Dios le entregó fue una buena amiga asidua a las horas santas, quien la invitó a asistir.
“Me dijo que en Nuestra Señora de la Paz se celebraban las horas santas muy hermosas y tuve la intención de acudir. Tiempo después enfermé de cáncer, aunque no sabía que era esa enfermedad”, compartió Julia, entrevistada en las instalaciones de la parroquia.
Cuando Julia comenzó a sentir molestias, los médicos le diagnosticaron miomas en la matriz, y al irse invadiendo y creciendo debieron realizarle una cirugía laparoscopía.
“En esa semana tenía mucha ansiedad, no dormía, caminaba de allá para acá, parecía loca. El padre Antonio Urrutia me hizo una oración de sanación y experimenté la presencia del Espíritu Santo, pero no sabía que era Él. Solo escuché al padre que hablaba raro, como en otro idioma. Después de esa oración me tranquilice”, compartió con la voz entrecortada.
Sanada de cáncer
Poco tiempo después de la operación, Julia fue remitida con un especialista en oncología, quien le aseguró no habían sido miomas lo que le extirparon, sino tumores cancerosos y que aún había residuos de ellos.
A la vez que recibió esta noticia, Julia comenzó a asistir a hora santa en Nuestra Señora de la Paz.
“Era una hora santa muy emotiva. El coro, el sacerdote, el ambiente, todo ayudaba a que me sintiera reconfortada”, recordó.
En algún momento de sus visitas al Santísimo en la hora santa, Julio volvió a escuchar esa manera tan peculiar de hablar, el don de lenguas, y ahí reconoció la presencia del Espíritu Santo.
“Escuché exactamente lo mismo que cuando fui con el padre Urrutia; se me durmieron los brazos, lloré muchísimo porque supe que era el Espíritu Santo que estaba conmigo”.
Los estudios médicos que le realizaron en la localidad dictaminaron que aún tenía residuos del cáncer, por lo que fue enviada a Monterrey por estudios más profundos.
Después de una hora santa, a la que asistió antes de viajar, Julia pidió la bendición al padre Carlos Márquez (qepd) sin decirle el motivo de su solicitud.
“Me fui a Monterrey por los estudios y cuando regresé, los revisó el oncólogo y me dijo que no había absolutamente nada”.
Conversión de su esposo
En ese tiempo, Julia recibió aproximadamente 30 radiaciones y tres braquiterapias.
“Con la enfermedad, mi vida cambio totalmente. Comencé a ir más a misa, a hora santa, me integré en la Adoración Nocturna en la parroquia Nuestra Señora del Refugio. Mi esposo no me acompañaba a misa y yo le insistía y me enojaba, un día dejé de insistirle, pero Dios actuó y él se acercó”.
Julia recordó que antes de sus estudios en Monterrey, comenzó a pedir por su sanación completa y los resultados han sido favorables, pues lleva nueve años haciéndose las revisiones indicadas y en cada una de ellas da como resultado libre de cáncer.
“En este tiempo de pandemia, mi esposo y yo salíamos a caminar rezando el rosario y tocó justo que me tocaba revisión. Mi esposo me contó que él iba pidiendo por mi cuando de pronto vio el Santísimo Sacramento. Ese día los resultados fueron sin cáncer”.
Abrir ojos y oídos
Julia invitó a la comunidad a acercarse a la hora santa, a darse esa oportunidad, pues Dios habla de diferentes maneras.
“No esperemos tener una situación crítica para acudir a la hora santa. Todos vamos a sentir algo diferente o especial, es Dios actuando en nosotros. Si se acercan verán la tranquilidad que pueden sentir al escuchar lo que el padre dice, lo que la Palabra puede decir. Si abre uno bien los oídos y los ojos, se puede dar cuenta de las maravillas de Dios”, concluyó.