Un juicio, una sentencia, tres posibles realidades, una decisión personal, fue lo que reflexionaron cientos de fieles durante su visita a Catedral el pasado 01 de noviembre, cuando a través de representaciones recibieron una catequesis sobre lo que podría ser la vida eterna en el cielo, infierno o purgatorio.
Participar en alguna de las misas dominicales fue diferente para quienes acudieron a la Catedral el domingo 01 de noviembre, fiesta de todos los santos.
Los sacerdotes y el obispo hicieron breves referencias sobre cómo durante la Eucaristía, el cielo y la tierra se juntan, los ángeles y los santos bajan y el templo se convierte en un pedazo de cielo, donde se hace presente Jesús en su Cuerpo y Sangre.
“La santa misa es el cielo en la tierra, no hay mejor representación que vivir la Eucaristía”, dijo el padre Eduardo Hayen, párroco de Catedral, en algunas de las celebraciones que presidió y después de la misa que presidió el obispo don José Guadalupe Torres Campos.
Obispo y sacerdote invitaron a los fieles a visitar los otros lugares que fueron ambientados para representar el infierno y el purgatorio para reflexionar sobre ellos.
El Purgatorio
Una dulce melodía, un aroma placentero y una decoración colorida invadían de paz y tranquilidad a quienes entraron a la Misión de Guadalupe, donde fue representado el purgatorio.
Al entrar, las personas lo hicieron en total silencio, con la expectativa de lo que encontraría en el lugar.
Sin nada que decir, sin nada más que esperar, solo la ambientación del recinto inspiraba a la reflexión de los fieles, quienes se acercaban hasta el fondo de la capilla para contemplar el maravilloso paisaje que los servidores plasmaron con la decoración.
Los fieles, y algún que otro curioso, entraron y caminaron por el pasillo central hasta el altar, algunos meditaron, otros solo arrojaron suspiros, unos más tomaron fotos, pero todos se dejaron llevar por la sensación de paz la ambientación propiciaba.
En la cumbre, se encontraba la imagen de la Virgen María de Guadalupe, orante y como si contemplara amorosa a cada uno de los que se encontraban ahí.
Al salir del recinto, por los laterales del templo, sin ellos saberlo, simulaban la manera en que, probablemente, las almas salen del purgatorio llegado el momento, al menos así lo comentaron algunas personas que observaron desde la puerta de la Misión.
Infierno, el más Visitado
Sin duda, el lugar que más visitas tuvo ese día fue el infierno, donde se hicieron largas filas para entrar.
La mayoría de las personas salieron de misa y, por invitación de los sacerdotes, acudieron a visitar lo que fue una representación del averno, pero también, algunos que pasaron por ahí, fueron atraídos por la muchedumbre y los gritos de terror que se salían del lugar.
En la entrada, un joven de traje recibió a los visitantes, que fueron entrando en grupos de 5 ó 6 personas, algunos en familia.
El joven definió el lugar como una opción real de vida eterna, un lugar de tortura y tinieblas e invitó a los visitantes a experimentar algo de lo que puede ser el infierno.
Las personas entraron al lugar con temor y fueron recibidos por un ambiente maloliente y gritos aterradores que a más de uno hicieron estremecerse.
Guiados por servidor de la parroquia, los visitantes caminaron por pasillos oscuros y estrechos deteniéndose en diferentes cubículos en los que se representó a cada uno de los pecados capitales: pereza, gula, lujuria, ira, avaricia, soberbia y envidia.
A su paso, los asistentes vieron la manera en que, al dejarse arrastrar por el pecado, el ser humano se destruye a sí mismo y en el infierno seguirá destruyéndose y pagando por ello.
Auxilio Espiritual
Al salir del infierno, las personas eran recibidas por miembros de la comunidad quienes les hablaron del amor de Dios y de que, Él, como padre amoroso, no quiere que sus hijos padezcan tal sufrimiento.
También les ofrecieron auxilió espiritual para aquellos que lo necesitaban.
Tal fue el caso de la señora San Juana quien salió muy afectada del lugar, pues aunque le pareció una buena representación, no pudo evitar sentirse triste de reconocer como en ocasiones el ser humano no acepta a Dios como su Señor.
Son cosas que uno debe de saber y darse cuenta que en este mundo no somos nada con toda esta soberbia, toda esa ingratitud con Dios. Mi preocupación es por mis hijos que están alejados de Dios, son buenos hijos, pero ellos viven su vida sin acercarse a Dios. Me siento mal como madre, y estas cosas me hacen reflexionar”, dijo la madre de familia.
San Juana compartió que fue servidora de la comunidad Medalla Milagrosa, lo que para ella era algo hermoso.
“Es hermoso estar uno con Dios. Siempre le he dado las gracias porque me dio una familia muy grande y Él sabe lo que hará con mis hijos, son de Él”.
Así como San Juana, muchos de los visitantes del infierno salieron impactados, pero a la vez agradecidos con Dios y los organizadores por ese momento de reflexión.
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