Presencia
El pasado martes 15 de octubre el presbiterio de Ciudad Juárez escuchó el tema “Pastoral de la Liberación”, con el objetivo de reflexionar y aprender sobre las practicas supersticiosas presentes en el pueblo cristiano, y asumirlo como un problema pastoral. Fue la vicaría de pastoral la que convocó a la exposición presentada por el sacerdote Eduardo Hayen Cuarón, párroco de Catedral y director del Periódico Presencia, quien ha llevado diversos cursos sobre el tema.
El padre Alfonso García, vicario de Pastoral, dijo que la realidad que se vive en la diócesis, en torno a las supersticiones, es importante de atender.
“Escuchamos a personas que acuden a nuestras parroquias con situaciones que podrían catalogarse como del maligno. Y es una realidad que a veces los mismos sacerdotes desconocemos. Ignoramos cómo acompañar, cómo proceder, y la verdad es que hay personas atormentadas por diversas situaciones, sobre todo por prácticas con la Santa Muerte”, dijo el padre Alfonso, entrevistado por Presencia.
Compartió que como párroco conoce casos de personas que se sienten aterrorizadas y no saben cómo salirse de estas experiencias.
“Encontramos locales dedicados a la “santa muerte” y la gente se adentra en esta búsqueda de protección supersticiosa y mágica porque consideran que les va a dar respuestas inmediatas”.
Expuso que las personas buscan también una supuesta protección en prácticas como el tarot, las cartas, entre otras, pero no saben que con éstas se abren puertas al Maligno”.
“Los párrocos debemos saber cómo acompañar estas situaciones y no solo decir que no existen, que son asuntos psiquiátricos, sino adentrarnos en la realidad que padecen las personas”, expuso.
Explicó que la misma violencia que se vive en la ciudad es fruto del maligno y por ello es necesario profundizar y estar alertas para dar una respuesta asertiva.
Aclaró que parte del objetivo de presentar este tema a los sacerdotes, es reconocer las consecuencias físicas y espirituales de las prácticas supersticiosas, y “la necesidad de estar más capacitados, como Iglesia, para responder adecuadamente a este desafío”.