Ana María Ibarra
Después de haber pasado por un momento de discernimiento personal y de conversión, la hermana Rosa Aguayo González hizo su profesión perpetua llena de alegría y convencida del llamado de Dios en la congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.
El ritual de profesión perpetua se realizó el pasado sábado 14 de agosto en la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en una misa presidida por el padre José Ríos Galarza, párroco de dicha comunidad.
Su obra de redención
Visiblemente contenta y con un ramo de flores en sus manos, la hermana Rosa caminó por el pasillo central en procesión acompañada por algunas de sus hermanas de congregación y el padre Ríos.
El padre Ríos dirigió su homilía en el marco del Congreso Virtual Continental de Vida religiosa de América Latina y el Caribe, convocado por la Confederación Latinoamericana de religiosos, recordando el llamado a la tarea fundamental que el Papa Francisco hizo: culturizar el evangelio y evangelizar la cultura.
“Una cultura que hay que mirar con esa mirada aguda para detectar la presencia del Señor en los más olvidados y rechazados y descubrir el rostro del Redentor. Lo que ustedes realizan no es una obra de caridad sino de redención. Es un carisma especial que en el paso del tiempo se agudiza cada vez más”, comentó el sacerdote.
Y dirigiéndose a la hermana Rosa expresó: “Rosa, este es el camino que Dios te presenta. Un camino desafiante, pero no estás sola, ahí están tus compañeras. Que Él te conceda la fuerza del Espíritu de los fundadores para responder con la decisión que ellos lo hicieron”.
Profesión perpetua
El ritual de profesión perpetua se llevó a cabo después de la homilía. La hermana Rosa expresó su deseo de seguir a Jesucristo, siendo aceptada en la congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.
Enseguida, el padre Ríos invitó a la hermana Rosa a manifestar ante de la comunidad su deseo de consagrarse al servicio de Dios y de la Iglesia, para luego, todos unidos, cantar las letanías de rodillas.
La hermana Rosa expresó también su deseo de seguir a Jesús Redentor en pobreza, castidad y obediencia perpetua, para ello, leyó y firmó la fórmula de profesión.
La religiosa pidió al Señor la recibiera para que, unida profundamente a Él, viva su consagración con generosidad y entrega. Al concluir, el padre Ríos le dio la bendición solemne y le entregó la insignia de la profesión, un anillo como signo de la alianza con Jesucristo. En este momento, la hermana Rosa fue acogida por sus hermanas de congregación.
Dios no se retracta: profesa
La hermana Rosa Aguayo González nació en El Llano Michoacán, Municipio de Zamora Michoacán el 9 de Noviembre de 1958.
Su inquietud vocacional surgió en su adolescencia por las enseñanzas de su abuela materna.
Ingresó a los 18 años a la congregación y permaneció como consagrada 24 años.
“Salí de la congregación. Pedí la autorización de Roma y la dispensa de votos. En su momento necesitaba discernir algunas cosas y estuve cinco años fuera”, compartió.
No habiendo impedimento para regresar a la congregación, la hermana Rosa tocó nuevamente las puertas y le fueron abiertas.
“La elección de Dios es única. Él no se retracta. Uno se puede confundir, pero Él es fiel y constante. Es dejarse tocar por esa gracia de Dios y tener esa conversión de escuchar y reconocer que el llamado, la vocación y el carisma ahí continúan”.
Al regresar, por los cánones, tuvo que pasar por el postulantado y todo el proceso que normalmente dura seis años, en esta ocasión fueron cuatro años antes de profesar los Votos Perpetuos.
La hermana Rosa dejó Ciudad Juárez días después de haber hecho su profesión de votos perpetuos y de servir cuatro años en esta diócesis. Su nuevo destino es Puerto Rico.
En frase…
“Estoy muy feliz de haber retomado mi compromiso de consagración a Dios. Experimenté que el llamado de Dios es irrevocable. Dios cumple sus promesas de mantener un amor fiel a sus elegidos”.
Hna. Rosa Aguayo, OSR