Presencia/ Luis y Cristina Rosales/ Encuentro Matrimonial Mundial
Antes de la pandemia algunos padres de familia se enfocaban más en trabajar y en ganar dinero que en pasar tiempo con su cónyuge o con sus hijos, pero ahora han tenido que pasar todo el tiempo juntos, conocerse más y seguramente reconectarse.
Sin duda alguna, la pandemia del Covid 19 ha presentado diferentes desafíos a la familia, pero también ha ofrecido una oportunidad para que las parejas puedan redescubrir su relación y su familia.
En la Diócesis de Ciudad Juárez, donde el Movimiento Encuentro Matrimonial está presente, la realidad no se diferencia mucho de otros sitios del mundo respecto a los retos del confinamiento, por eso consultamos a sus integrantes sobre cómo ha sido enfrentar esta difícil realidad, incluso para los matrimonios “más felices y estables”.
Luis Carlos y Cristina Rosales nos explican en este artículo cuáles han sido los más grandes desafíos a enfrentar como pareja, y una visión para salvar estos retos de la mejor manera.
“Aún se quedaron otros aspectos que podrían incluirse en este artículo, como Familia política, Intimidad sexual, Comunicación, Autoconocimiento que luego podremos abordar”, dijo Luis Rosales, integrante de EMM.
Por lo pronto, aquí los primeros retos abordados desde la perspectiva de un matrimonio católico en confinamiento.
- Hijos
La Secretaría de Educación Pública suspendió las clases presenciales el viernes 20 de marzo del año en curso, en ese momento la idea era que los estudiantes volverían el 20 de abril, sin embargo, debido al desarrollo de la pandemia los niños no pudieron volver a clases durante el resto del ciclo escolar. Para los padres que ahora educan a sus hijos en casa con o sin apoyo virtual ha sido todo un reto, nuestros hijos no juegan con sus amigos, no practican deporte, no salen de casa ni siquiera para ir al parque y adicional debieron hacer extenuantes tareas que cubrieran en la medida de lo posible la ausencia de clases y evitar el retraso en su educación académica.
En ese momento las mamás pensamos que nos volveríamos locas, desde tratar de mantenerlos ocupados, darles una buena alimentación, hacerla de maestras, limpiar la casa que ahora parece estar siempre sucia, además del trabajo adicional que cada una en particular tiene tal vez cuidar de algún padre, trabajo para buscar mejorar la economía del hogar, etcétera.
Ha sido sin lugar a dudas uno de los retos más comunes durante este tiempo de confinamiento, las madres nos desesperamos y en algún punto, las discusiones con tu pareja surgen por la forma en que estamos educando a los hijos. Ahora más que nunca nuestras personalidades se confrontan sacando nuestra lealtad a la educación que recibimos en nuestra familia de origen para desembocarla en nuestros hijos.
Cuando supe que nuestro único hijo no volvería a clases presenciales en este ciclo escolar, me di cuenta que su graduación de primaria no sería como yo había soñado, una fiesta con sus amigos, conviviendo con las maestras y directoras de la escuela, en compañia de sus abuelos, simplemente se esfumaron los planes, me sentí triste y desilusionada, lloré al pensar que este momento no se volvería a repetir, que nuestro hijo sería un niño de generación Covid sin abrazos, ni juegos, ni convivencia. Sin embargo, la mirada cálida y generosa de mi esposo, el abrazo de ánimo y tener la conciencia de que estar sanos y unidos era lo más importante, el esfuerzo del personal docente de la escuela por hacer un evento inolvidable aun siendo virtual, me ayudo a reflexionar y entender que sólo tenía dos opciones: seguir llorando por lo que no puedo cambiar o disfrutar aquello que sí tengo: la bendición de un hijo que se gradúa, un hijo valiente y alegre aun en confinamiento por Covid.
Aún recuerdo la expresión de mi madre cuando me dijo “En este encierro quienes más sufrimos somos los abuelos”, y después de haber pensado en el reto de los hijos en casa pienso en aquellos padres que no tienen a sus hijos cerca, no puedo imaginar cuánto deben estar extrañando los domingos en familia, el bullicio de los nietos, las largas charlas en casa. Definitivamente para los matrimonios que son adultos mayores el reto es aún más difícil, sin embargo, apelando a la sabiduría que les dan los años, estoy segura que es un tiempo de reflexión, oración y aprendizaje, en donde el Señor Jesús no abandona, escucha y abraza con amor.
- Enfermedad y Muerte
No recuerdo haber hablado y escuchado más acerca de la muerte en toda mi vida como lo he hecho ahora. Constantemente me he sentido angustiada por algún amigo que ha contraído el Covid-19 y tengo mucho miedo de que alguna persona que amo pierda la vida, al principio de la pandemia estuve obsesionada con leer y escuchar las noticias acerca de la pandemia diariamente por la mañana y por la tarde, y conforme amigos cercanos se fueron contagiando la angustia se volvió ansiedad, no podía dormir y al ver que cada semana algún amigo perdía a mamá o papá comencé a no conformarme con las noticias de la mañana sino que las leía en línea por Facebook o YouTube: muertes aquí, muertes allá, muertes en todo el mundo. Mi esposo me notaba distante así que evite comunicarme con él para no “preocuparlo”, la verdad es que él sabía lo que me sucedía y me confrontó. Dialogamos a diario durante las noches mientras nuestro hijo no escuchaba y pude desahogarme y alcanzar la tranquilidad que necesitaba. Al verme a través de sus ojos me di cuenta que no hacia bien a mi familia con mis comportamientos, así que decidi sustituir las noticias por misa virtual y en lugar de callar mi angustia platicamos lo que sentíamos.
Aún siento tristeza por quien contrae el virus, más por quien pierde la vida, pero al ver más allá con los ojos de la fe, veo la vida eterna que ahora ellos disfrutan.
Como matrimonio hemos aprendido a ser más generosos en nuestra oración, ofreciéndola por los demás y despojándonos un poco de nuestro egoísmo. Poner nuestro sacramento al servicio de Dios en nuestra súplica nos ha fortalecido como familia ante el reto de mantenernos de la mano de Jesús en estos momentos de prueba.
- Economía
Este es uno de los temas o retos más sensibles a los que como matrimonio nos hemos enfrentado durante esta pandemia. Hemos visto en diferentes medios noticias nada alentadoras respecto a la economía actual y las expectativas a futuro.
Según el IMSS en el primer semestre del año se han perdido 1 millón 113 mil 677 empleos formales.
Desde hace aproximadamente 4 meses todos vivimos una realidad muy diferente a la que estábamos acostumbrados: muchos perdieron su empleo, otros trabajan todo el día desde su casa, algunos están “esperando cada semana que cambie el semáforo para regresar a trabajar”, algunas familias se han ajustado a subsistir con un solo sueldo, y en algunos casos el único miembro que tiene trabajo obtiene un pago reducido debido a convenios con el empleador. Algunos que estábamos acostumbrados a una rutina laboral desde hace al menos 30 años, estamos sin saber qué hacer al no tener trabajo.
Y de pronto te ves como persona (primero) y después como matrimonio enfrentándote a todo este panorama, con los pensamientos y sentimientos más negativos que se hacen presentes: angustia, ansias, sentimiento de derrota, desaliento, desilusión, fracaso, marginación, vacío y párale de contar.
El reto como matrimonio es mayúsculo y es ahí donde decidimos amarnos como esposos mediante la confianza mutua para hablar y escucharnos y saber qué está pasando realmente: “Cómo estoy” “cómo me siento”.
Es importante ir descubriendo cosas tan interesantes de nuestra pareja que nos sorprenden y nos ayudan a entender su mal humor, frustración o negatividad.
Podemos lograrlo haciendo a un lado nuestros juicios personales al verle la cara de enojado sin poder conocer realmente lo que hay en lo más profundo de su ser y decidir amarnos y apoyarnos en este momento difícil, logrando que las palabras que pronunciamos en el sacramento “en las buenas y en las malas” ¡se hagan vida!
- Salud mental
Otro obstáculo al que nos enfrentamos durante esta pandemia son sin duda los diferentes “desajustes” que podemos sufrir en nuestra salud mental.
El confinamiento y distanciamiento social traen como resultado que nos sintamos aislados y en soledad (aunque vivamos acompañados) aumentando el estrés y la ansiedad.
Este estrés y ansiedad se ven nutridos por:
* El hecho de imaginar ¿Qué podría suceder si yo o algunos de los miembros de mi familia o seres queridos enferma o peor aún, muere?
* El estar expuesto a un bombardeo constante de información (positiva y negativa) en los diferentes medios de comunicación, redes sociales y de estadísticas de personas infectadas y muertas diariamente.
* El no tener una certeza de cuándo llegará el esperado fin de la pandemia.
* Escuchar que en países donde se supone ya se había superado la pandemia presentan nuevos brotes.
* Escuchar de nuevas enfermedades que están apareciendo en países asiáticos como la llamada “peste negra”
* Que los analistas digan en televisión “Lo peor está por venir”
* Ver a segmentos de la población que no se preocupan por su salud y relajan las medidas de prevención
Estas, entre otras cosas, que como dicen por ahí, ¡nos ponen los pelos de punta! y todo esto se refleja de diferentes maneras: algunos comen más, otros menos, el sueño se trastorna, se agravan los problemas de salud ya existentes, se dispara el consumo de tabaco y alcohol, etcétera.
Puedo compartir que de ser una persona que en cuanto ponía la oreja en la almohada, dormía, he pasado a parecer “alma en pena” caminando por la casa mientras mi esposa e hijo duermen. En este tiempo me pongo a pensar cómo resolver las tareas o problemas que se presentarán al día siguiente.
Pero creo que en ese momento la invitación es buscar a Dios en la oración, en la meditación para encontrar ahí la paz que necesito ante la incertidumbre que nos trae esta pandemia.
Herramientas y fortalezas para enfrentar los desafíos
Los tópicos que hemos tocado anteriormente son algunos retos a los que nos enfrentamos diariamente durante la pandemia. Son grandes y en ocasiones parecería que nos derrotarán, pero no es así.
En nuestro caso, como parte del Movimiento Encuentro Matrimonial Mundial hemos aprendido que como matrimonio tenemos grandes herramientas y fortalezas que nos sacan adelante como son:
- Comunicación constante,
- La decisión de amarnos y respetarnos todos los días
- Pedirnos perdón y perdonarnos constantemente
- Mantenernos cerca de Dios viviendo la misa (aunque sea virtual).
Por eso te invitamos a conocer más de nuestro movimiento y de las posibilidades que ofrece para ayudar a los matrimonios a salir adelante en cualquier circunstancia.
Puedes seguir nuestra pagina de Facebook: Encuentro matrimonial Juárez, donde conocerás mas de nuestro movimiento, las diferentes experiencias y actividades que realizamos.
Pronto regresaremos con nuestros “retiros de fin de semana”, en los que puedes aprender las diferentes técnicas de comunicación necesarias en tu relación matrimonial.