Pbro. Fernando de Santiago/ párroco de Santa María Magdalena
¡Excelente domingo hermanos!
En este Domingo XXVIII del tiempo ordinario, Jesús nos sigue explicando en parábolas el camino a seguir, conforme al mandato de Dios. Recordemos que una parábola es una explicación sencilla tomando situaciones de la vivencia diaria para sacar una enseñanza moral, y así aplicarla en nuestra vida.
Durante estos domingos por ser ya los últimos del tiempo ordinario, estaremos meditando en el orden a la conducta personal y, si nuestras obras nos permitirán entrar al final de nuestros días al Reino de Dios, o por las mismas nos quedaremos sin participación en el banquete.
En este domingo Jesús nos presenta la parábola del banquete de bodas, el cual tiene su referencia en Isaías, y habla de este festín en que participan todos los pueblos asemejándose al Reino de los cielos, y en el Evangelio que son pocos los que participarán, solo quienes traen el traje de gala… pero “todos estamos invitados”, tenemos que preguntarnos ¿por qué no queremos ser partícipes del Reino? ¿Será debido a tantas ocupaciones que no nos permiten mirar su grandeza, o tantos argumentos que anteponemos para no escuchar la voz del Buen Pastor, que me llama a estar con él, en el festín eterno?
Les invito a vivir estos puntos:
1.“Mando a sus siervos a que llamaran a sus invitados” Mt. 22,3: Fijémonos cómo Dios nos eligió desde la eternidad para que participemos de este banquete, pero al igual que estos invitados, hoy tenemos una vida llena de pretextos y, parece adrede, con Dios tenemos aún más reservas, le tememos al compromiso de cargar con nuestra Cruz, que conlleva responsabilidades familiares, laborales, estudio, y nos complicamos nosotros mismos, nos saturamos de actividades innecesarias y seguimos quitando la piedra angular, como escuchábamos el domingo pasado, nuestra vida se vuelve “ilusoria” mirando aquello que nunca alcanzaremos, o no nos atrevemos a dejar y que a veces nos lleva a caminos de muerte.
2.“Envío a otros siervos…”Mt.22, 4: Dios no se va a cansar de hace lo imposible por nuestra salvación, pero tenemos que tener los ojos y oídos en sintonía para encontrarlo. Para ello, tenemos que ser capaces de apagar tantos ruidos externos que no me permiten escuchar a los mensajero de Dios, que pueden estar conviviendo conmigo, en casa, trabajo, y hasta en la misma calle, los cuales me exhortan de una u otra manera a corregirme y participar de este banquete que está preparado para mí, pero que según el criterio del mundo no nos llenará, porque no lo alcanzaremos, en parte porque no creemos en la Palabra de quien nos lo dice, pues inmediatamente hacemos prejuicios diciendo “este me viene a invitar, sé lo que hizo”, más no entendemos el camino de conversión que vivió o en el que se encuentra. Por ello hermanos, no menospreciemos a aquellos enviados de Dios, más aún el llamado de Dios mismo a la conversión, ingresar al banquete.
3.“Pero los que habían sido invitados no fueron dignos, salgan a los cruceros de los caminos y conviden al banquete a todos los que encuentren…” Mt. 22, 8-9
Tenemos que recordar que el pueblo judío era el elegido y a los que primero se les animaba a ser partícipes de gozar de la presencia de Dios, al igual que nosotros ahora, por lo tanto, al no saber aprovechar la gracia de Dios, quedaremos excluidos, pero por nuestras acciones que no son reflejo del mandamiento de Dios.
En esta parábola hoy el Señor indica a los mensajeros salir a los caminos para invitar a todos, buenos y malos, los cuales por haber escuchado la invitación no pusieron ningún pretexto para asistir, y a la vez abrir su vida a la gracia de Dios… y precisamente lo vemos en el camino de Jesucristo: aquellos rechazados por el pueblo son quienes entran primero, al dejarse sanar y comenzar una nueva vida, pues han sido los predilectos de Dios.
4.“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?” Mt. 22,12
Es importante que nosotros nos revistamos de la Caridad, el amor mismo con que Dios nos muestra su cercanía… por eso al participar de la escucha y puesta en práctica del mandamiento, somos también llamados a manifestar a la comunidad una actitud caritativa que hable por nosotros, pues hemos dejado a Dios trabajar en nuestras persona y en el amor al prójimo… pero a veces nos creemos más, al considerarnos dignos del Reino, pero con actitud arrogante, superflua, rígida…sin embargo, el Señor pasa junto a nosotros, nos confronta ¿dónde está tú traje? El traje de la Caridad en la misión que te he dado: en familia, en el trabajo, en la escuela, en tu profesión, en el ámbito social, etc. De igual manera al no presentarnos tal cual somos, estamos mintiendo y continuamos con máscaras en las que dependiendo de la situación, nos la ponemos y seguimos creyendo que pasamos desapercibidos, pero a Dios no lo engañamos, por eso “muchos son los llamados y pocos los escogidos” Mt. 22, 14.