- Octubre es el mes que la Iglesia Católica le dedica al rezo del Santo Rosario. Al igual que en el mes de mayo, dedicado a María, esta oración se ofrece como una de las más importantes devociones en el mundo.
Agencias
Como se recordará, el pasado mes de mayo, el Papa Francisco pidió ofrecer el rezo del Santo Rosario para pedir por el fin de la pandemia.
Dirigió una carta a los fieles de todo el mundo (25 de abril) pidiéndonos “redescubrir la belleza de rezar el rosario en casa durante el mes de mayo”.
Igualmente ofreció dos textos de oraciones a la Virgen que se pueden recitar al final del Rosario, y que el mismo papa dijo durante el mes de mayo al encabezar el Rosario en Roma en el que pidió por el fin de la pandemia COVID-19. (Ver recuadro)
Octubre del Rosario
Este mes de octubre, que la Iglesia Católica dedica al rezo del Santo Rosario, al igual que en el mes de mayo, dedicado a María, el papa nos pide seguir esta importante devoción.
Por ello presentamos las oraciones que el papa propone para rezar el Rosario y pedir por el fin de la pandemia.
También recordamos la realización en la diócesis local, de la edición 28 del Rosario Viviente, que este año no será presencial debido a la pandemia, sino que se transmitirá por televisión. (Ver recuadro)
¿Por qué la Iglesia dedica el mes de octubre al rezo del Santo Rosario?
Cuenta la historia que en el siglo XVI los musulmanes habían invadido Europa ocupando la Península Ibérica y asolando los demás países durante más de ocho siglos. Los europeos, la cristiandad, intentaron con frecuencia no sólo desalojarlos del continente, sino conquistar los lugares santos para que estuvieran abiertos al peregrinar de los creyentes. Las famosas cruzadas tuvieron ese objetivo: reconquistar Tierra Santa.
Por otra parte, los musulmanes ejercían un dominio casi completo sobre el Mar Mediterráneo, ese mar interior que es como las venas del viejo mundo. Los musulmanes no sólo ejercían la piratería, sino que habían encontrado un negocio jugoso y cada vez más próspero: el secuestro. Tomar prisioneros suponía jugosos rescates pagados por los atribulados familiares de los cautivos.
En esa situación se aliaron cuatro naciones europeas para organizar una armada, una flota, para acabar con la temible armada turca.
El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la famosa batalla de Lepanto en la que salió derrotada la flota turca y las armas de la cristiandad obtuvieron la victoria.
Mientras se llevaba a cabo esta acción de guerra, en Roma se hacían procesiones y se rezaban rosarios por la victoria europea.
Por ese motivo, el Papa San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre de 1572 y, un año después, se cambió por la de Nuestra Señora del Santo Rosario, por atribuirle a esta oración la gracia de la libertad.
Devoción del pueblo
Por la sencillez de la oración y porque propicia la oración en común, el Santo Rosario ha tenido durante siglos una gran aceptación en el pueblo católico.
La Iglesia misma, a través de los Papas, ha recomendado frecuentemente esta práctica, enriqueciéndolo con indulgencias especiales. Hay indulgencia total a quienes recen el Santo Rosario en familia o comunidad, con las condiciones de costumbre: confesarse, comulgar y rezar por el Santo Padre.
Nuestro pueblo tiene entre sus más preciadas tradiciones el rezo del Rosario. Lo rezamos también todos los días de mayo con el ofrecimiento de flores y de manera especial en octubre, por ser mes del Rosario.
Hay Rosarios muy concurridos, y cadenas de Rosarios. Los estadios se llenan para unirnos al Papa en la oración mundial del Rosario, como en el caso de la diócesis local, donde se ha realizado un Rosario Viviente desde hace 28 años, con llenos totales en el Estadio Benito Juárez.
Una oración muy antigua
La costumbre de decir oraciones y contarlas con un collar de cuentas es común en muchas religiones. Los griegos usan desde la antigüedad el komboloi para meditar y reflexionar. Los budistas usan un largo collar para repetir una misma oración que los ayuda a concentrarse. Los musulmanes usan un rosario de 33 cuentas dividido en tres partes para decir los atributos de Dios.
Posiblemente nuestro actual Rosario tuvo su origen en este modelo musulmán, ya que durante ocho siglos los españoles sufrieron la ocupación mora y muchas costumbres árabes se quedaron en España.
Cuenta la tradición que en el siglo XII la misma Virgen María se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, español, y le enseñó a rezar el Santo Rosario. Por eso cantamos: “Viva María, viva el Rosario, viva Santo Domingo, que lo ha fundado”
Ciertamente debemos a los Dominicos la propagación de esta bella oración.
Oraciones del papa por el fin de la Pandemia
Las oraciones del Papa Francisco incluyen intenciones específicas por los enfermos, por los que cuidan de ellos, por los que han muerto y por aquellos que sufren su pérdida, por los científicos en busca de una cura y vacunas y por los líderes gubernamentales que deben encontrar una manera para proteger a su pueblo.
Aquí te presentamos ambas oraciones para que puedas decirlas durante este mes, en el rezo del Santo Rosario.
Oración 1 del Papa Francisco
Oh María,
Tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, “Salvación del pueblo romano”,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección.
Amén.
Oración 2 del Papa Francisco
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”.
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.