Diana Adriano
En un gesto de amor y solidaridad hacia los abuelos y personas mayores de la comunidad, la parroquia La Sagrada Familia llevó a cabo el pasado 26 de julio una Hora Santa.
El momento de oración fue dirigido por el padre Mario Manríquez, párroco de la comunidad y se realizó en el templo parroquial, en el que los fieles se congregaron para adorar al Santísimo Sacramento y elevar plegarias por aquellos que han recorrido más años de vida.
Jornada Mundial
Con una atmósfera de recogimiento y espiritualidad, la Hora Santa estuvo enfocada en dos intenciones principales. En la monición, se hizo hincapié en la importancia de pedir al Señor por la santificación de los misioneros y el florecimiento de nuevas vocaciones, a quienes se consideran un valioso don para la Iglesia y el mundo.
Asimismo, se recordó que el 23 de julio se celebró en toda la Iglesia la Jornada Mundial de los abuelos y personas mayores, una fecha instituida por el Papa Francisco para honrar a aquellos que, con sabiduría y experiencia, representan un pilar esencial en la comunidad.
Durante la Hora Santa, los fieles se unieron en oración clamando especialmente por los abuelos y mayores, para que sean luz en la sociedad y siempre sirvan como referentes en la vivencia de la fe.
“Esta jornada, es una invitación a valorar la vida y riqueza de nuestros adultos mayores, también para detenernos a reflexionar sobre cómo los estamos integrando en nuestra vida, pastorales y comunidades. Es una invitación a elevar un cántico de acción de gracias por todo lo que nuestros mayores han aportado y aportan a la Iglesia”, se escuchó durante la oración.
Por otra parte, el sacerdote resaltó su relevancia como pilares en la transmisión de valores y creencias religiosas a las generaciones más jóvenes.
Respeto y agradecimiento
La ceremonia contó con la participación activa de los feligreses, quienes con sus oraciones expresaron su agradecimiento y respeto por los abuelos presentes y ausentes, así como por aquellos que ya han partido hacia la Casa del Padre.
El padre Mario hizo un llamado a seguir el ejemplo de los abuelos en su entrega y servicio desinteresado, tanto en la Iglesia como en el mundo.
“Debemos sentir la responsabilidad de visitar a los ancianos que a menudo están solos y presentarlos al Señor con nuestra oración. El mismo Jesús nos enseñará a amarlos”.
“Una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es valiosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e incluso cuando se está extinguiendo», se meditó.
El acto concluyó con un emotivo momento de agradecimiento y bendición hacia los abuelos presentes.