Este fue la trigésima edición del Rosario Viviente diocesano que reúne a miles de fieles fronterizos en torno a la Madre de Dios…
Ana María Ibarra
Por el consuelo de las víctimas de la violencia, la conversión de los victimarios y la paz en nuestra ciudad, fueron las intenciones que el pasado 15 de octubre se pusieron bajo el amparo de la Virgen María en el Rosario Viviente 2022, evento que cumplió 30 años de llevarse a cabo en la diócesis.
Si bien, en los dos años de pandemia el Rosario Viviente sí se realizó, debió hacerse bajo condiciones distintas: el primer año, a puerta cerrada con transmisión en redes sociales, y el segundo, con aforo limitado.
Así, el evento nunca fue suspendido pero este 2022 la feligresía nuevamente se reunió presencial y masivamente para rezar a Jesús por María en el Estadio Olímpico Benito Juárez.
Alabanzas, porras, las famosas ola y mucha alegría se vivió minutos antes de que iniciara el evento, lográndose apreciar una gran fiesta diocesana.
Por la paz en Juárez
El Rosario inició con los honores a la Bandera a cargo de la escolta y la banda de guerra del Cbtis 128.
Enseguida, con algunas limitantes impuestas por autoridades de la UACJ, administradora del estadio, se realizó el recorrido de la imagen de la Virgen María por el campo, siendo llevada en una parihuela cargada por los Caballeros de Colón.
A su paso, la Reina del Cielo fue ovacionada por los fieles quienes agitaban los pañuelos blancos alusivos a este evento con la frase: “Caminando juntos por la paz”.
Concluido el recorrido, el obispo diocesano don J. Guadalupe Torres Campos dio unas palabras de bienvenida a la comunidad, resaltando la intención principal del evento: pedir a María Santísima su intercesión por la paz de Ciudad Juárez.
“Hemos vivido muchas situaciones que nos duelen. Tristeza, guerra, violencia, inseguridad, asesinatos. No podemos quedar indiferentes. Pedimos a Dios por intercesión de María Santísima el don de la paz. Con generosidad y disponibilidad del corazón, caminemos juntos siendo artesano de la paz”, expresó monseñor Torres.
Misterios luminosos
Ese sábado mariano se rezaron los misterios luminosos, pidiendo en cada uno de ellos por una intención específica, todas encauzadas a la paz.
En el primer misterio, El Bautismo del Señor, una religiosa pidió “por todos los hombres para que reine la paz y la concordia”. De manera especial el obispo pidió por el fin de las guerras.
El segundo misterio, Milagro en las bodas de Caná, fue rezado por un matrimonio, que pidió por las familias “para que reine el amor, la esperanza y la paz”.
“Pedimos para que se vivan en nuestros hogares las virtudes de la Sagrada Familia. Que como Iglesia Doméstica sean constructores de la paz”, añadió el obispo.
El diácono transitorio Eliezel Martínez rezó el tercer misterio, El anuncio del Reino de Dios, pidiendo por todos los hombres y mujeres que llevan la palabra de esperanza y el consuelo de la fe a las poblaciones golpeadas por la violencia.
“Pedimos que la Iglesia sea signo de unidad y de paz. Que quienes anuncian el evangelio sean signo transparente de tu Reino”, expresó el obispo.
En el cuarto misterio, La transfiguración del Señor, una pareja de servidores rezó a María pidiendo por las víctimas de la violencia “para que Cristo sea su esperanza”.
“Concede que por la fuerza del Espíritu Santo encuentren la paz y el consuelo en la fidelidad de tu amor”, añadió el obispo.
Después de este misterio, se pidió a los fieles encender los celulares o velas electrónicas que trajeran consigo, iluminando así el estadio. Los fieles acompañaron al coro diocesano en la alabanza haciendo danzar sus luces.
Finalmente, el quinto misterio, La institución de la Eucaristía, se rezó teniendo como intención la conversión de quienes causa sufrimiento y muerte. Por las autoridades. “Por los aquí reunidos para que seamos artesanos de la paz”.