Hace seis años, cuando tenía una gran necesidad de evangelización en una parroquia nueva y con gran número de habitantes, el padre Héctor Aguilar, párroco de la comunidad San Martín Obispo, en la Diócesis de Ciudad Juárez, buscó el apoyo de Laicos en Misión Permanente. A la fecha cosecha los frutos que los primeros retiros le han dado, sin dejar de trabajar e innovar para el crecimiento de sus fieles.
La parroquia San Martín Obispo es la primera comunidad apoyada por Laicos en Misión Permanente en esta nueva etapa de su trabajo…Han recogido abundante fruto de esta intervención – Ana María Ibarra
Necesidades y virtudes
En 2009, el padre Héctor llegó a la parroquia San Martín Obispo, ubicada en la colonia El Mezquital. En ese entonces encontró una parroquia recién fundada, con un territorio extenso de 120 mil habitantes, correspondiente al 10 por ciento de la población total de Ciudad Juárez.
“Dejé pasar un año y me dí cuenta que era muy complicado el trabajo porque la parroquia no tenía los servidores de toda la vida, como en otras comunidades. Era empezar casi de cero. Tenía una experiencia como capilla, pero no como parroquia, eso me hizo reflexionar en las necesidades y las virtudes de la comunidad”, compartió el padre Héctor.
El sacerdote recordó que las necesidades eran muchas, pero las virtudes también: gran cantidad de gente, muchos laicos, familias jóvenes. Por lo que decidió buscar un proceso de evangelización que los ayudará a crecer.
“Aunque soy de comunidades de base, siempre escuché del SINE y las maravillas que hicieron algunos sacerdotes con ese sistema. Siempre dije, en forma de juego, que tenía una parroquia evangelizada y evangelizadora”, recordó.
Compartió que en una reunión de presbiterio preguntó al padre Istibal sobre quién podía ayudarle a iniciar un trabajo con el SINE, y el sacerdote le recomendó al doctor José Ruiz y su equipo de Laicos en Misión Permanente.
“Cuando me contacté con él le dije que buscaba un retiro de Adviento, le mostré mis planos sectorizados y me dijo que eso no era para un retiro, sino para muchos”.
Por ser fin de año, el doctor Ruiz sugirió al padre Héctor esperar hasta enero, y aun con dudas el sacerdote decidió “entrarle”.
“Empezamos con un primer retiro para servidores. El segundo fue para esposos de las servidoras que a partir de ver un cambio en ellas, se unieron. Después iniciamos la misión con gente de la parroquia. Laicos en Misión Permanente nos ayudó con la capacitación y así es como empezó el SINE en San Martín”.
Ya preparados, los misioneros de San Martín apoyaron a otras parroquias que, al ver el trabajo, se animaron a iniciar el mismo proceso.
Impulsados a crecer
Durante los primeros dos años, la comunidad de San Martín Obispo aplicó el proceso que Laicos en Misión les enseñó, pero con esta experiencia, el padre Héctor tuvo la inquietud de conocer más acerca del SINE.
“Laicos en Misión nos ayudó a empezar, formó a los primeros misioneros, dio algunas lecciones a los predicadores, sin embargo sentí que tenía que empezar a armar mi equipo propio”, expresó el sacerdote.
“Los primeros dos años fueron muy intensos, de misión cada tres meses. Sentí que necesitaba parar un poco, no porque me cansara la misión, sino para buscar la manera de dar el seguimiento”.
En ese intermedio, el padre conoció el trabajo de SINE Nacional, lo platicó con el doctor Ruiz y empezaron a trabajar en eso, incluso tuvieron una reunión con una persona de SINE Nacional.
“Con ellos vimos el seguimiento en las pequeñas comunidades y el trabajo en la parroquia. Se redujo la misión a una por año e iniciamos pequeñas comunidades con jóvenes. Estuvimos trabajando con los servidores, el equipo de animadores de pequeñas comunidades por las mañanas y en la tarde con jóvenes, ahí se empezó a fraguar el trabajo”, dijo el padre Héctor.
“Laicos en Misión fundó el trabajo con los adultos y SINE nacional, el trabajo con jóvenes. Es bonito porque tenemos 15 pequeñas comunidades de jóvenes, fue un cambio bueno, seguimos experimentando para un mejor trabajo”, agregó.
Acabamos de tener dos retiros, uno para papás de Catecismo y uno para jóvenes de Confirmaciones. Ellos ya llevaban una preparación y fue como corolario de esa preparación.
Para el padre Héctor, este trabajo de evangelización ha ayudado a crear y seguir procesos y aunque sigue siendo difícil porque la parroquia sigue creciendo, la comunidad se va conformando.
Los primeros dos años fueron de euforia y multitudes, pero el sacerdote reconoce que si la catequesis no llega, eso se perdió, porque “el encanto no dura toda la vida”.
“Hay que hacer el primer retiro lo demás se irá dando, esa ha sido mi experiencia para que pueda funcionar. El párroco no puede distraerse, menos cuando va empezando, él tiene que estar inmiscuido. Todo tiene que cambiar, no puedes tú seguir siendo el mismo”.
Laicos en Misión Permanente son merecedores de ese reconocimiento por su capacidad de entrega y su amor a la Iglesia. Me queda claro que lo hacen por amor a Dios.
Pbro. Héctor Aguilar, párroco
Frutos en Villas de Salvárcar
En estos seis años la comunidad de San Martín Obispo ha cosechado grandes frutos gracias a la intervención de Laicos en Misión Permanente y del SINE. Hoy cuenta con 60 pequeñas comunidades de adultos y 12 de jóvenes, distribuidas en el sector parroquial y capillas, y aunque en los últimos retiros no han asistido gran cantidad de personas, han dejado bellos frutos.
Uno de esos casos fue el de una mamá de las víctimas de Villas de Salvárcar, quien asistió a uno de los últimos retiros de la parroquia y quien, después de su experiencia, contagió a los demás padres de familia de ese lamentable evento.
“Les contó que el Señor había tocado su vida en un retiro y tuvimos un retiro con ellos. quizá en números fueron pocos, pero en frutos fue sorprendente. Esas familias golpeadas por la inseguridad en Juárez, que no habían encontrado paz, lo hicieron en un retiro humilde… ¡fue maravilloso!”, dijo aun emocionado.
Otros frutos que cuenta son la entrega de sus servidores, quienes ya evangelizados realizan su labor más entregados y comprometidos, pues saben que lo hacen para Dios. Además de que el 90 por ciento de ellos vive en pequeña comunidad.
Además, la comunidad se encuentra capacitada para realizar sus propios retiros, aunque en ocasiones siguen pidiendo ayuda de Laicos en Misión Permanente.
“Quiero que mi gente esté preparada para cuando otro sacerdote venga. Ellos saben cómo y qué hacer. A quien puedo encargarle un retiro es a un joven, Chuy, que desde su conversión, gracias a la evangelización, es de toda mi confianza. Se requiere una experiencia de fe para trasmitir el kerigma”.