En medio de la pandemia, Nora Castillo, catequista de la parroquia La Santísima Trinidad, se valió de la tecnología para impartir formación hasta Phoenix, y preparó para el sacramento de la Comunión a las hijas de su mejor amiga de la universidad…
Diana Adriano
Nora Castillo es una fiel servidora en la parroquia Santísima Trinidad, donde hace 12 años Dios la llamó a prestar su servicio como catequista y evangelizar a los más pequeños de la comunidad.
Debido a la pandemia, las actividades y el servicio que Nora presenta en la parroquia se paralizaron, sin embargo, Dios le dio una nueva tarea para seguir con la evangelización, pero ahora a larga distancia y por medio de la tecnología.
“Tengo compañera de la universidad, ella tenía a sus hijas en catecismo pero con la pandemia decidieron que lo iban a empezar a hacer en línea. Mi amiga pensó que lo mejor era que yo las preparara para recibir el sacramento”, relató.
Fue así que pidieron permiso en la Diócesis de Phoenix, lugar donde actualmente vive la amiga de Nora, y la catequista consiguió el permiso de esta diócesis.
Al conseguir la autorización, Nora comenzó a brindar clases de catecismo vía Zoom a Luisa Gabriela, de 11 años, y Amapola, de 10.
“Yo me basé en las peticiones que hacía la Diócesis de Phoenix, para que ellas tuvieran todos los requisitos y no tuvieran ningún problema. Las preparé durante todo el año y el 2 de abril fui a Phoenix para acompañarlas a su primera Comunión”, expresó al recordar que fue algo muy emotivo.
De la misma forma, comentó que se siente muy satisfecha al realizar este apostolado. “A veces siento que el hecho de que nosotros estemos brindando este servicio no es porque nosotros lo hayamos buscado, es porque Dios lo decidió y nos miró a nosotros de una u otra manera”, dijo.
Retos online
Nora expresó que a pesar de que impartir catequesis en línea es nuevo para ella, nunca se rindió ante los retos que se le presentaron.
“Cuando fuiste a un curso de catequesis, nadie te dijo que iba a haber una pandemia. Pero los retos básicamente a los que te enfrentas es como un enfriamiento: cuando uno viene a la Iglesia hay cierta calidez, hay convivencia, hay todo eso, y en la casa no”, contó.
“Entonces es falta de sentir la presencia de Dios, que sabemos que está en todas partes, pero particularmente cuando nos congregamos, hay que tratar de suplir con unos padres que estén en casa apoyándote”, explicó la catequista.
Pese a todo los retos a los que se enfrentaron, Nora explicó que las niñas se sintieron muy contentas y que se abrió una puerta muy grande de cariño entre ellas.
“Cuando somos enviados para ser catequistas, eso es una misión, lo tenemos que hacer de una u otra forma, y siempre y cuando esté en nuestras posibilidades lo vamos a hacer de una manera digna”, finalizó.