Cuatro obispos, cuatro párrocos y miles de personas han llenado de grandes experiencias la vida de servicio que Martha Imelda Arroyo ha realizado durante 43 años como secretaria de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, Catedral.
Ana María Ibarra
Contenta y agradecida con Dios por haberle permitido cumplir 43 años al servicio de la Iglesia Diocesana, Martha Imelda Arroyo, Martita, como es conocida en la diócesis, compartió en entrevista que no piensa renunciar a su servicio y continuará hasta que Dios se lo permita.
Su historia
Fue el 16 de febrero de 1978 cuando Martha llegó a trabajar a Catedral después de la invitación insistente de monseñor Isidro Payán, párroco en aquel entonces.
«Mi hermana trabajaba en la librería, yo era cajera de uno de los mercados Fromex y llegaba a visitar a mi hermana en su trabajo cuando venía al centro. El padre Payán siempre me invitaba a trabajar en Catedral, pero en el 78 era el tiempo de la minifalda, y yo las usaba con unos calcetones y botines de gamuza, era muy flaquita”, recordó.
La secretaria compartió que se negaba a trabajar en Catedral porque sabía que tendría que dejar su forma de vestir, además, dijo, en Fromex estaba muy a gusto.
“Un día me insistió, monseñor Payán, y me dijo que sólo me pedía la falda cuatro dedos debajo de la rodilla y la blusa con una manguita cortita, mis blusas eran sin mangas. En Fromex, una semana abría la tienda y otra cerraba, le comenté que me gustaría llegar a mi casa y comer calientito, y acepté su propuesta, le dije que iba a hacer la prueba”.
En ese entonces, recordó Martha, junto a monseñor Payán se encontraban sirviendo en Catedral los sacerdotes Abraham Bautista e Ismael García, ambos ya finados.
“Las oficinas estaban donde está ahora el jardín. Mi oficina estaba pegada al templo de la Misión de Guadalupe”, recordó.
Grandes enseñanzas
Martha compartió que ha recibido grandes experiencias y enseñanzas de sus cuatro jefes, el primero, padre Payán, por quien se ganó el mote de “Payancita”, dicho por algunos sacerdotes.
“Su dicho era que somos el rostro de la Iglesia, la gente debe ver una cara bonita, un gesto agradable y que lo más importante son las personas. El trabajo, los libros se pueden esperar, pero las personas no, que nos vean risueños, decía”.
Al retirarse padre Payán en el año 2000, llegó monseñor Blanco, quien permaneció sólo unos meses. Para entonces, con muchas más parroquias en la diócesis, en Catedral fue bajando el número de solicitantes de servicios, entre los que destacaban casi 50 bautismos al mes.
Tras monseñor Blanco, llegaron como párrocos, primero monseñor Villanueva y actualmente el padre Eduardo Hayen Cuarón, de quienes ha tenido también grandes enseñanzas.
43 años caminando con la diócesis
Para Martha, servir como secretaria ha sido un trabajo especial y bonito.
“De toda la diócesis soy la más ancestral”, dijo entre risas para continuar diciendo su trabajo no es como cualquier otro, sino que se necesita mucho corazón.
“Aquí recibimos gente de todos lados, ahora con la migración viene mucha gente, nos apoyamos con la Casa del Migrante y el grupo de abogados”, dijo la entrevistada, quien en 43 años ha compartido experiencias también con los señores obispos don Manuel Talamás Camandari, don Juan Sandoval Iñiguez, don Renato Ascecio León y actualmente don J. Guadalupe Torres Campos.
Martha reconoció que todas las parroquias son importantes, pero dijo que es inevitable decir que Catedral genera mucho más trabajo, tanto por la ubicación como por ser la iglesia madre. Y dijo que lo más difícil ha sido lidiar con los borrachos, drogadictos y delincuentes, aunque ahora están más seguras.
Y actualmente, como en todas las parroquias, se enfrenta también con el tema de los documentos falsificados, aunque enfatizó que ya saben identificarlos.
Decidida a continuar
Casada el 21 de octubre de 1988, con dos hijos varones ya adultos, y un esposo que la apoya y que además es catequista en la misma parroquia, Martha no piensa en retirarse.
“A los 60 años me preguntaron si ya me iba a jubilar, pero me siento muy bien, todavía pienso que puedo ayudar a la gente”, dijo quien ve su labor más que como un trabajo, como un servicio para los hermanos.
“Desde los 16 años he atendido al público, no quiero irme a mi casa, tal vez ahí me va a empezar a doler la rodilla, aquí ando activa y deseo continuar hasta que Dios quiera o el padre me pida que me retire”, expresó visiblemente contenta.
Frase..
“No siento que tengo 43 años aquí, me siento como nueva. Invito a las nuevas secretarias a que no lo vean como un trabajo más, sino como un servicio para nuestros hermanos, eso es lo más bonito, poder servir con la ayuda de Dios nuestro Señor y la Santísima Virgen”.
Martha Imelda Arroyo