Ana María Ibarra
Ser proclamadora de la Palabra de Dios ha fortalecido la fe de Claudia Aguilera y le ha ayudado a aceptar las crisis de salud que se le han presentado.
Para Claudia, quien es proclamadora en la capilla Santo Niño de Atocha, perteneciente a la parroquia Dios Padre, esta es una manera de evangelizar a quienes acuden a la liturgia y a su familia.
Sus inicios
Fue en el año 2019 cuando Claudia se unió al ministerio de proclamadores, aunque ya anteriormente había subido al ambón a proclamar las lecturas dominicales.
“Mucho antes de que se formara el ministerio de proclamadores, e incluso antes de que la parroquia estuviera organizada en pequeñas comunidades, mis hermanas, mi mamá y yo éramos invitadas por la encargada de la capilla a leer algún domingo. Siempre supe la importancia que tiene proclamar la Palabra de Dios”, compartió Claudia.
Esto luego de que en 2016, Claudia vivió un retiro de evangelización y se integró a una pequeña comunidad.
“En las pequeñas comunidades nos invitaron a participar en algún ministerio o servicio. Le comenté a una de las proclamadoras mi deseo de participar y al siguiente domingo ya estaba en al ambón proclamando la palabra”, recordó.
Para Claudia, proclamar la Palabra en la misa es dar el mensaje de Dios a través de las lecturas correspondientes.
“Proclamar es dar el mensaje, para uno mismo y para los demás. Subir al ambón es una gran emoción que no puedo explicar. Es una experiencia de amor”, señaló la entrevistada mientras se le cortaba la voz.
Fe y formación
En el tiempo de pandemia, Claudia procuró tener el misal en su casa para seguirse alimentando con las lecturas del día.
“Ser proclamadora fortalece mi fe. Muchas veces me siento decaída y cuando proclamo me siento con fuerzas y ánimo de salir adelante y seguir proclamando la Palabra de Dios”.
Claudia explicó que para leer o proclamar la Palabra de Dios en la celebración eucarística no es necesaria una formación académica, pero sí una formación en la liturgia.
“En el grupo de formación de proclamadores en la parroquia he aprendido a buscar las lecturas en el Leccionario y preparar el Evangeliario para el celebrante según el Ciclo y tiempo litúrgico. Es muy importante saber manejar estos libros”, señaló.
Evangelizar a la familia
Servir en este ministerio ha ayudado a Claudia a la unión y cercanía de su familia.
“Esta es mi manera de evangelizar a mi familia. Tengo unos jueces muy duros que son mi mamá y mi hijo. Es muy importante transmitir el mensaje teniendo buena dicción, con palabras claras para que el mensaje llegue al corazón de los feligreses y que al salir de misa no sean los mismos que al llegar”.
Además de la formación de proclamadores, Claudia ha intentado en dos ocasiones estudiar en la escuela de teología bíblica de su parroquia, sin embargo, los problemas de salud que la han aquejado no se lo han permitido.
A pesar de eso, Claudia es una asidua a la lectura de la Biblia y compartió que su libro favorito es el de Job.
“En este libro aprendo a no renegar de Dios y aceptar todo lo que viene de Él. Tomo de ejemplo a Job. Si Dios nos da, bendito sea, y si no, alabado sea su nombre. Si él desea darme la salud, bendito sea”.
Para finalizar, Claudia invitó a quienes como ella participan en el ministerio de proclamadores a prepararse a través de todas las fuentes posibles.
“Es muy importante leer la Biblia y estudiarla. Todo lo que uno aprende debe transmitirlo. El proclamar es transmitir la Palabra de Dios, no se necesita tener grandes estudios académicos simplemente el amor suficiente”, finalizó.